BITÁCORA Por: Oscar Ariza Hace más de diez años el mundo se estremeció al conocer la espantosa confesión que hacía Luis Alfredo Garavito, a los investigadores de la fiscalía al momento de su captura. Más de 140 niños colombianos fueron violados, asesinados y desmembrados por este antisocial, aunque se dice que la cifra sobrepasa los […]
BITÁCORA
Por: Oscar Ariza
Hace más de diez años el mundo se estremeció al conocer la espantosa confesión que hacía Luis Alfredo Garavito, a los investigadores de la fiscalía al momento de su captura. Más de 140 niños colombianos fueron violados, asesinados y desmembrados por este antisocial, aunque se dice que la cifra sobrepasa los 170 crímenes cometidos contra menores en 11 departamentos.
A pesar de que los múltiples asesinatos cometidos por este monstruo suman condenas de 1.853 años, por esa acumulación sólo se le impusieron 40 años como pena máxima. Lo que muestra que nuestro sistema penal es débil, haciendo que muchos crímenes queden en la impunidad y los criminales en poco tiempo se vuelvan a convertir en una amenaza.
Diez años después de su condena, recluido en la cárcel de máxima seguridad de esta ciudad, la bestia podría quedar en libertad por beneficios que nuestro mismo sistema otorga por buen comportamiento o estudios. En 48 meses este enfermo mental, podría quedar libre al acumular 8.300 horas de estudios y trabajo en la cárcel de Valledupar que le darían derecho a la libertad condicional.
La puesta en libertad de este asesino es un verdadero peligro, pues es sabido que éste psicópata de quien se ha hecho un perfil psicológico, muestra que sufre de un trastorno de la personalidad antisocial, lo que significa que en este asesino hay ausencia de empatía en las relaciones interpersonales, pues nunca sintió alguna clase de compasión por el sufrimiento que experimentaban los niños. Por el contrario, se jactaba de cada crimen cometido. Así lo confesó a las autoridades.
Presenta además una notoria ausencia de miedo; esto significa que aunque su conducta haya sido castigada, puede repetirla, mostrando poca angustia y ansiedad. De igual manera hay en él ausencia de remordimiento, lo que significa que sus declaraciones de arrepentimiento pueden ser simples salidas del momento para resolver el apuro en el que se encontraba.
Garavito muestra una cognición deshumanizada de la víctima, es decir, no se conduele ante nada. Él mismo lo reconoció ante los investigadores. “Empezaba por atar a los niños y luego los desnudaba mientras les pasaba sus manos por sus cuerpos. Los niños gemían y lloraban y él, para sentirse más fuerte, se refugiaba en el alcohol, borracho, los acuchillaba, los violaba y los degollaba, esta macabra acción la repitió 140 veces”.
Estos factores, sumados a su egocentrismo, impulsividad y Locus de control externo, hacen que asesinos como éste culpen a factores externos de haber influido en su conducta, argumentando que en la infancia fueron maltratados y abusados sexualmente.
Todo indica que este psicópata volverá a repetir sus acciones, si la justicia colombiana no se esfuerza por investigar y probar con celeridad los más de treinta casos de niños asesinados por los que no fue condenado y que podrían tenerlo unos años más en prisión lejos de nuestros niños.
De nada sirve el repudio que todos los colombianos expresamos en las redes sociales, ni las preocupaciones de la senadora Gilma Jiménez y su grupo promotor del referendo que propone prisión perpetua para violadores y agresores de niños, si la justicia, antes de que esto se pueda concretar, permite que un engendro del mal vuelva a tomar fuerza y los cientos de crímenes de niños queden en la impunidad.
Se necesita una mayor presión que venga de todas la instancias gubernamentales y sociales para que nuestro sistema de justicia se vuelva robusto y severo frente a delitos atroces como los que Garavito cometió y seguirá cometiendo mientras, las penas sean irrisorias para estos crímenes execrables en cualquier parte del planeta.
Sería una vergüenza mundial, mostrar tanta debilidad en nuestro sistema penal. Una burla a las familias de los niños, si se permite que una persona como ésta pueda quedar en libertad y lista para volver a sembrar el terror en este patria en la que hace algunas décadas una comisión de sabios concluyó que para sacarla del atraso había que ponerla al alcance de los niños. Un argumento irónico frente a lo que hoy vemos con impotencia que puede ser todo lo contrario si Garavito, la bestia, llega a quedar libre.
[email protected]
BITÁCORA Por: Oscar Ariza Hace más de diez años el mundo se estremeció al conocer la espantosa confesión que hacía Luis Alfredo Garavito, a los investigadores de la fiscalía al momento de su captura. Más de 140 niños colombianos fueron violados, asesinados y desmembrados por este antisocial, aunque se dice que la cifra sobrepasa los […]
BITÁCORA
Por: Oscar Ariza
Hace más de diez años el mundo se estremeció al conocer la espantosa confesión que hacía Luis Alfredo Garavito, a los investigadores de la fiscalía al momento de su captura. Más de 140 niños colombianos fueron violados, asesinados y desmembrados por este antisocial, aunque se dice que la cifra sobrepasa los 170 crímenes cometidos contra menores en 11 departamentos.
A pesar de que los múltiples asesinatos cometidos por este monstruo suman condenas de 1.853 años, por esa acumulación sólo se le impusieron 40 años como pena máxima. Lo que muestra que nuestro sistema penal es débil, haciendo que muchos crímenes queden en la impunidad y los criminales en poco tiempo se vuelvan a convertir en una amenaza.
Diez años después de su condena, recluido en la cárcel de máxima seguridad de esta ciudad, la bestia podría quedar en libertad por beneficios que nuestro mismo sistema otorga por buen comportamiento o estudios. En 48 meses este enfermo mental, podría quedar libre al acumular 8.300 horas de estudios y trabajo en la cárcel de Valledupar que le darían derecho a la libertad condicional.
La puesta en libertad de este asesino es un verdadero peligro, pues es sabido que éste psicópata de quien se ha hecho un perfil psicológico, muestra que sufre de un trastorno de la personalidad antisocial, lo que significa que en este asesino hay ausencia de empatía en las relaciones interpersonales, pues nunca sintió alguna clase de compasión por el sufrimiento que experimentaban los niños. Por el contrario, se jactaba de cada crimen cometido. Así lo confesó a las autoridades.
Presenta además una notoria ausencia de miedo; esto significa que aunque su conducta haya sido castigada, puede repetirla, mostrando poca angustia y ansiedad. De igual manera hay en él ausencia de remordimiento, lo que significa que sus declaraciones de arrepentimiento pueden ser simples salidas del momento para resolver el apuro en el que se encontraba.
Garavito muestra una cognición deshumanizada de la víctima, es decir, no se conduele ante nada. Él mismo lo reconoció ante los investigadores. “Empezaba por atar a los niños y luego los desnudaba mientras les pasaba sus manos por sus cuerpos. Los niños gemían y lloraban y él, para sentirse más fuerte, se refugiaba en el alcohol, borracho, los acuchillaba, los violaba y los degollaba, esta macabra acción la repitió 140 veces”.
Estos factores, sumados a su egocentrismo, impulsividad y Locus de control externo, hacen que asesinos como éste culpen a factores externos de haber influido en su conducta, argumentando que en la infancia fueron maltratados y abusados sexualmente.
Todo indica que este psicópata volverá a repetir sus acciones, si la justicia colombiana no se esfuerza por investigar y probar con celeridad los más de treinta casos de niños asesinados por los que no fue condenado y que podrían tenerlo unos años más en prisión lejos de nuestros niños.
De nada sirve el repudio que todos los colombianos expresamos en las redes sociales, ni las preocupaciones de la senadora Gilma Jiménez y su grupo promotor del referendo que propone prisión perpetua para violadores y agresores de niños, si la justicia, antes de que esto se pueda concretar, permite que un engendro del mal vuelva a tomar fuerza y los cientos de crímenes de niños queden en la impunidad.
Se necesita una mayor presión que venga de todas la instancias gubernamentales y sociales para que nuestro sistema de justicia se vuelva robusto y severo frente a delitos atroces como los que Garavito cometió y seguirá cometiendo mientras, las penas sean irrisorias para estos crímenes execrables en cualquier parte del planeta.
Sería una vergüenza mundial, mostrar tanta debilidad en nuestro sistema penal. Una burla a las familias de los niños, si se permite que una persona como ésta pueda quedar en libertad y lista para volver a sembrar el terror en este patria en la que hace algunas décadas una comisión de sabios concluyó que para sacarla del atraso había que ponerla al alcance de los niños. Un argumento irónico frente a lo que hoy vemos con impotencia que puede ser todo lo contrario si Garavito, la bestia, llega a quedar libre.
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