MEDIO AMBIENTE Por: Hernán Maestre Martínez Valledupar, Ciudad Ecológica de Colombia. Recuperemos y Conservemos las Cuencas de los Ríos Guatapurí y Cesar. Una de las más altas consecuciones del intelecto humano, ha sido la supeditación del comportamiento a pautas convenidas y explícitamente codificadas, es decir, la invención del derecho. El derecho, o sea las reglas […]
MEDIO AMBIENTE
Por: Hernán Maestre Martínez
Valledupar, Ciudad Ecológica de Colombia. Recuperemos y Conservemos las Cuencas de los Ríos Guatapurí y Cesar.
Una de las más altas consecuciones del intelecto humano, ha sido la supeditación del comportamiento a pautas convenidas y explícitamente codificadas, es decir, la invención del derecho. El derecho, o sea las reglas del juego social, limita en la práctica, la impredictibilidad, de los actos de nosotros los humanos, de manera que nos hace individualmente menos libres, pero sistemáticamente más eficaces, porque introduce factores de tranquilidad y de confianza colectivas.
Gracias al derecho, la máquina social responde a un metabolismo menos divertido, pero mucho más funcional. Los humanos, autodotados de ordenación jurídica, decimos que alcanzamos plenamente la civilización. El derecho, y el estado superior de civilización que lleva parejo, induce a los humanos a una moderación o racionalización de las relaciones de la especie humana con su entorno.
El derecho, en la medida que representa un producto avanzado del proceso intelectivo humano, se ve impelido, en efecto, a regular las actuaciones ECOLÓGICAS de los humanos, justamente porque amenazamos con ser antihumanos. Los humanos civilizados, por ello, nos redescubrimos como humanos ambientalmente regulados por vía jurídica, que es la manera humana de entender la cibernética ecológica, la reconciliación poética con nuestro entorno del androide sublevado en pleno temporal de prosa. Humanos civilizados que por vez primera en su historia como especie, conocemos nuestro origen zoológico, por vez primera podemos comprender por qué somos como somos y por qué actuamos de la manera que actuamos.
Por lo expuesto, parece conveniente avanzar en la definición de una NUEVA MORAL SOCIOECOLÓGICA que sea una ética de las relaciones entre los humanos y la naturaleza, y también una ética de la circulación de los bienes naturales entre los propios humanos. Por las razones anteriormente aducidas, semejante nuevo código moral debería tener bien presente, tanto los conocimientos sobre antropología actualmente al alcance como toda la información científico – técnica de que se dispone a propósito del medio ambiente.
La moral colectiva, en efecto, se ha visto tradicionalmente regulada por la religión o por aquello que la substituya. Pero por lo menos en occidente, ni las religiones ni los movimientos sociales laicos, jamás han postulado principios de ética ambiental.
El nuevo código moral socioecológico, la emergente nueva ética ambiental están obligados a desencadenar, en suma, una subversión de los valores actualmente vigentes, suponiendo que todavía queda alguno. En tal sentido, agregamos a este escrito como justificación del mismo, por ejemplo, que es un hecho que la izquierda occidental se encuentra administrando un equivoco histórico de primera magnitud. Hasta hace poco, el progresismo consistía en contribuir al avance de la justicia social, o sea, a tratar de conseguir la distribución equitativa de una riqueza que el progreso generaba a costa de la explotación de sus actores sociales. Un objetivo honorable, pero insuficiente. Hay que expresar también, que la justicia social es bastante más que la mejoría de las condiciones salariales. Tal vez lo que fue en buena medida en otros tiempos, pero no hoy en día. Actualmente los abusos se perpetran más que nada sobre el AMBIENTE e inciden de manera especial sobre los países tercermundistas.
Sin embargo, el respeto por la naturaleza y por los recursos naturales no forman parte de las preocupaciones sindicales, tal vez porque el propio sindicalismo como a casi toda actividad política de la izquierda convencional, le ocurre lo mismo que a las iglesias: con tanta liturgia han ido descuidando la fe.
No se nos puede escapar mencionar el papel benéfico que vienen cumpliendo en este sentido en el mundo algunos de los Partidos Verde en defensa de los recursos naturales, y decimos algunos, porque los hay dedicados sólo a la posición electoral, y claro, “para ser verde hay que estar maduro”.
NOTAS BREVES: Se avecina nuestra máxima fiesta del Festival Vallenato y con ello, llegan atraídos muchos visitantes; unos como turistas y otros como vendedores ambulantes, ladronzuelos, estafadores y prepagos. Ojo, que tanto a las autoridades les compete responsabilidades en este cuidado como a cada uno de nosotros, por tanto, debemos convertirnos en policías en potencia para coadyuvar que la ciudad se muestre segura, limpia y amable a propios y extraños. ¿Quién controla el ataque de comejenes a que está sometida la vegetación en Valledupar?.
MEDIO AMBIENTE Por: Hernán Maestre Martínez Valledupar, Ciudad Ecológica de Colombia. Recuperemos y Conservemos las Cuencas de los Ríos Guatapurí y Cesar. Una de las más altas consecuciones del intelecto humano, ha sido la supeditación del comportamiento a pautas convenidas y explícitamente codificadas, es decir, la invención del derecho. El derecho, o sea las reglas […]
MEDIO AMBIENTE
Por: Hernán Maestre Martínez
Valledupar, Ciudad Ecológica de Colombia. Recuperemos y Conservemos las Cuencas de los Ríos Guatapurí y Cesar.
Una de las más altas consecuciones del intelecto humano, ha sido la supeditación del comportamiento a pautas convenidas y explícitamente codificadas, es decir, la invención del derecho. El derecho, o sea las reglas del juego social, limita en la práctica, la impredictibilidad, de los actos de nosotros los humanos, de manera que nos hace individualmente menos libres, pero sistemáticamente más eficaces, porque introduce factores de tranquilidad y de confianza colectivas.
Gracias al derecho, la máquina social responde a un metabolismo menos divertido, pero mucho más funcional. Los humanos, autodotados de ordenación jurídica, decimos que alcanzamos plenamente la civilización. El derecho, y el estado superior de civilización que lleva parejo, induce a los humanos a una moderación o racionalización de las relaciones de la especie humana con su entorno.
El derecho, en la medida que representa un producto avanzado del proceso intelectivo humano, se ve impelido, en efecto, a regular las actuaciones ECOLÓGICAS de los humanos, justamente porque amenazamos con ser antihumanos. Los humanos civilizados, por ello, nos redescubrimos como humanos ambientalmente regulados por vía jurídica, que es la manera humana de entender la cibernética ecológica, la reconciliación poética con nuestro entorno del androide sublevado en pleno temporal de prosa. Humanos civilizados que por vez primera en su historia como especie, conocemos nuestro origen zoológico, por vez primera podemos comprender por qué somos como somos y por qué actuamos de la manera que actuamos.
Por lo expuesto, parece conveniente avanzar en la definición de una NUEVA MORAL SOCIOECOLÓGICA que sea una ética de las relaciones entre los humanos y la naturaleza, y también una ética de la circulación de los bienes naturales entre los propios humanos. Por las razones anteriormente aducidas, semejante nuevo código moral debería tener bien presente, tanto los conocimientos sobre antropología actualmente al alcance como toda la información científico – técnica de que se dispone a propósito del medio ambiente.
La moral colectiva, en efecto, se ha visto tradicionalmente regulada por la religión o por aquello que la substituya. Pero por lo menos en occidente, ni las religiones ni los movimientos sociales laicos, jamás han postulado principios de ética ambiental.
El nuevo código moral socioecológico, la emergente nueva ética ambiental están obligados a desencadenar, en suma, una subversión de los valores actualmente vigentes, suponiendo que todavía queda alguno. En tal sentido, agregamos a este escrito como justificación del mismo, por ejemplo, que es un hecho que la izquierda occidental se encuentra administrando un equivoco histórico de primera magnitud. Hasta hace poco, el progresismo consistía en contribuir al avance de la justicia social, o sea, a tratar de conseguir la distribución equitativa de una riqueza que el progreso generaba a costa de la explotación de sus actores sociales. Un objetivo honorable, pero insuficiente. Hay que expresar también, que la justicia social es bastante más que la mejoría de las condiciones salariales. Tal vez lo que fue en buena medida en otros tiempos, pero no hoy en día. Actualmente los abusos se perpetran más que nada sobre el AMBIENTE e inciden de manera especial sobre los países tercermundistas.
Sin embargo, el respeto por la naturaleza y por los recursos naturales no forman parte de las preocupaciones sindicales, tal vez porque el propio sindicalismo como a casi toda actividad política de la izquierda convencional, le ocurre lo mismo que a las iglesias: con tanta liturgia han ido descuidando la fe.
No se nos puede escapar mencionar el papel benéfico que vienen cumpliendo en este sentido en el mundo algunos de los Partidos Verde en defensa de los recursos naturales, y decimos algunos, porque los hay dedicados sólo a la posición electoral, y claro, “para ser verde hay que estar maduro”.
NOTAS BREVES: Se avecina nuestra máxima fiesta del Festival Vallenato y con ello, llegan atraídos muchos visitantes; unos como turistas y otros como vendedores ambulantes, ladronzuelos, estafadores y prepagos. Ojo, que tanto a las autoridades les compete responsabilidades en este cuidado como a cada uno de nosotros, por tanto, debemos convertirnos en policías en potencia para coadyuvar que la ciudad se muestre segura, limpia y amable a propios y extraños. ¿Quién controla el ataque de comejenes a que está sometida la vegetación en Valledupar?.