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Columnista - 9 marzo, 2010

¿Por quién votar en el Cesar?

ESCALPELO Por: Dickson E. Quiroz Torres Por quién votar en el Cesar, pregunta con pertinencia el columnista José Atuesta. Oportuno el interrogante, ad portas a la elección de un nuevo Congreso de la República, pero al tiempo de los representantes y voceros del Cesar ante la instancia regional y nacional. La absolución a un interrogante […]

ESCALPELO

Por: Dickson E. Quiroz Torres

Por quién votar en el Cesar, pregunta con pertinencia el columnista José Atuesta. Oportuno el interrogante, ad portas a la elección de un nuevo Congreso de la República, pero al tiempo de los representantes y voceros del Cesar ante la instancia regional y nacional.

La absolución a un interrogante de ese jaez amerita una profunda reflexión, y más en las actuales circunstancias de Colombia y el Cesar. En su labor legislativa y de control político, se necesitan parlamentarios bien formados y caracterizados, no obsecuentes con los otros poderes públicos, para que el congreso sirva de contrapeso sobre todo del ejecutivo, proclive a la autocracia.

Seguramente los aspirantes cesarenses, bisoños, no den aún ese perfil; pero tampoco nos engañemos: son poquísimos  los candidatos foráneos que sobreaguarían de un examen someramente riguroso; ni siquiera aquellos curtidos por lustros en el Congreso, cuyo paso ha sido más vergüenza que gloria para al país, y de los cuales el Cesar no ha recibido nada absolutamente para recordarlos.

En los actuales y cruciales momentos, el Cesar debe tener una mirada de introspección para empezar a superar la crisis de liderazgo y vocería que padece, la mayor talanquera del territorio, a su vez ‘protagonista’ del atraso provocado por el menosprecio con que nos ‘distingue’ la instancia nacional, e inclusive la regional, que por no tener dolientes le escamotea al Cesar lo que debería merecer en proporción a sus aportes.

He ahí el almendrón. Los liderazgos cesarenses se han venido diluyendo, muchas veces por la antropofagia nuestra, que nos hace miopes y torpes para construir y madurar nuevos liderazgos, necesarios para la cimentación del desarrollo del territorio.

Los cesarenses, inconscientes y hasta irresponsables, se empeñan en hacerse el harakiri negándoles la oportunidad a paisanos nuestros de forjarse como líderes, para favorecer candidaturas foráneas, muchas peores, que nada le aportarán al Cesar.

No es xenofobia: con los brazos abiertos recibimos el proselitismo de los de afuera; pero los cesarenses deben  atender las conveniencias del territorio, no dejándose engañar por el ‘proselitismo de la chequera abundante’ que compra conciencia y atraso. Son los cesarenses los que deben fomentar liderazgos propios para evitar los prestados comprometidos y enajenados con sus propias regiones, pues nadie nos da lo que nosotros mismos no seamos capaces de conquistar.

Por supuesto, grande es la desilusión por la caterva de candidaturas propias improvisadas; los ciudadanos asistentes a los debates salen con dolor de pecho y de patria chica por tanta pobreza conceptual. Pocos se escapan a este juicio lapidario; pero en este debate electoral la regla general parece la mediocridad, de la cual tampoco se libran los candidatos foráneos.

Pero esos son nuestros candidatos, ese es el producto de nuestro territorio ante la apatía de muchos bien formados que no quieren o pueden participar. Y con los pocos buenos debe construirse futuro, apreciándose anodina la iniciativa del voto en blanco, y más cuando al tiempo se brega por una Región Caribe que necesita mucha representación para reivindicarse ante el centralismo cachaco, y luego mucha representación para también defendernos del centralismo costeño por venir.

Yo le apuesto al futuro del territorio y defiendo a los cesarenses que se lo merezcan. Para el senado, encuentro dos prospectos (Cuello – Valera) sin tachas de ninguna naturaleza, bien fundamentados y con buena capacidad oratoria. Están madurándose y bien merecen el voto de confianza de sus paisanos. Anuncio mi voto por Ape Cuello, además por pragmatismo al ser el de mayores posibilidades de elección. Sin duda, el mejor prospecto: pese a su corta edad, su paso por el congreso se ha sentido, dejando tras de sí un cúmulo de realizaciones en el acompañamiento y defensa de los intereses cesarenses, en especial en el campo agropecuario, tan caro y sensible a nuestra estabilidad social.

Para la cámara de representantes, ante 4 ó 5 candidaturas rescatables, me inclino decidido por Juanma Campo, el de mejor discurso, el de mejor formación, de buenos antecedentes y a quien no les son desconocidos los vericuetos palaciegos de la política bogotana; ya hizo el curso de la mano de su padre y luego como miembro juvenil del DNC. Va por el magíster.

Al momento de votar, recordemos: importa el Cesar. Pensemos en el Cesar. Votemos por el Cesar para no seguir renegando de nuestra orfandad.

[email protected]

Columnista
9 marzo, 2010

¿Por quién votar en el Cesar?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Dickson E. Quiroz Torres

ESCALPELO Por: Dickson E. Quiroz Torres Por quién votar en el Cesar, pregunta con pertinencia el columnista José Atuesta. Oportuno el interrogante, ad portas a la elección de un nuevo Congreso de la República, pero al tiempo de los representantes y voceros del Cesar ante la instancia regional y nacional. La absolución a un interrogante […]


ESCALPELO

Por: Dickson E. Quiroz Torres

Por quién votar en el Cesar, pregunta con pertinencia el columnista José Atuesta. Oportuno el interrogante, ad portas a la elección de un nuevo Congreso de la República, pero al tiempo de los representantes y voceros del Cesar ante la instancia regional y nacional.

La absolución a un interrogante de ese jaez amerita una profunda reflexión, y más en las actuales circunstancias de Colombia y el Cesar. En su labor legislativa y de control político, se necesitan parlamentarios bien formados y caracterizados, no obsecuentes con los otros poderes públicos, para que el congreso sirva de contrapeso sobre todo del ejecutivo, proclive a la autocracia.

Seguramente los aspirantes cesarenses, bisoños, no den aún ese perfil; pero tampoco nos engañemos: son poquísimos  los candidatos foráneos que sobreaguarían de un examen someramente riguroso; ni siquiera aquellos curtidos por lustros en el Congreso, cuyo paso ha sido más vergüenza que gloria para al país, y de los cuales el Cesar no ha recibido nada absolutamente para recordarlos.

En los actuales y cruciales momentos, el Cesar debe tener una mirada de introspección para empezar a superar la crisis de liderazgo y vocería que padece, la mayor talanquera del territorio, a su vez ‘protagonista’ del atraso provocado por el menosprecio con que nos ‘distingue’ la instancia nacional, e inclusive la regional, que por no tener dolientes le escamotea al Cesar lo que debería merecer en proporción a sus aportes.

He ahí el almendrón. Los liderazgos cesarenses se han venido diluyendo, muchas veces por la antropofagia nuestra, que nos hace miopes y torpes para construir y madurar nuevos liderazgos, necesarios para la cimentación del desarrollo del territorio.

Los cesarenses, inconscientes y hasta irresponsables, se empeñan en hacerse el harakiri negándoles la oportunidad a paisanos nuestros de forjarse como líderes, para favorecer candidaturas foráneas, muchas peores, que nada le aportarán al Cesar.

No es xenofobia: con los brazos abiertos recibimos el proselitismo de los de afuera; pero los cesarenses deben  atender las conveniencias del territorio, no dejándose engañar por el ‘proselitismo de la chequera abundante’ que compra conciencia y atraso. Son los cesarenses los que deben fomentar liderazgos propios para evitar los prestados comprometidos y enajenados con sus propias regiones, pues nadie nos da lo que nosotros mismos no seamos capaces de conquistar.

Por supuesto, grande es la desilusión por la caterva de candidaturas propias improvisadas; los ciudadanos asistentes a los debates salen con dolor de pecho y de patria chica por tanta pobreza conceptual. Pocos se escapan a este juicio lapidario; pero en este debate electoral la regla general parece la mediocridad, de la cual tampoco se libran los candidatos foráneos.

Pero esos son nuestros candidatos, ese es el producto de nuestro territorio ante la apatía de muchos bien formados que no quieren o pueden participar. Y con los pocos buenos debe construirse futuro, apreciándose anodina la iniciativa del voto en blanco, y más cuando al tiempo se brega por una Región Caribe que necesita mucha representación para reivindicarse ante el centralismo cachaco, y luego mucha representación para también defendernos del centralismo costeño por venir.

Yo le apuesto al futuro del territorio y defiendo a los cesarenses que se lo merezcan. Para el senado, encuentro dos prospectos (Cuello – Valera) sin tachas de ninguna naturaleza, bien fundamentados y con buena capacidad oratoria. Están madurándose y bien merecen el voto de confianza de sus paisanos. Anuncio mi voto por Ape Cuello, además por pragmatismo al ser el de mayores posibilidades de elección. Sin duda, el mejor prospecto: pese a su corta edad, su paso por el congreso se ha sentido, dejando tras de sí un cúmulo de realizaciones en el acompañamiento y defensa de los intereses cesarenses, en especial en el campo agropecuario, tan caro y sensible a nuestra estabilidad social.

Para la cámara de representantes, ante 4 ó 5 candidaturas rescatables, me inclino decidido por Juanma Campo, el de mejor discurso, el de mejor formación, de buenos antecedentes y a quien no les son desconocidos los vericuetos palaciegos de la política bogotana; ya hizo el curso de la mano de su padre y luego como miembro juvenil del DNC. Va por el magíster.

Al momento de votar, recordemos: importa el Cesar. Pensemos en el Cesar. Votemos por el Cesar para no seguir renegando de nuestra orfandad.

[email protected]