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Columnista - 22 abril, 2010

¿Cuál será el encanto de Mockus?

Por: Luis Napoleón de Armas P. Una preocupación que he tenido siempre es saber porqué votan los colombianos y no he podido descifrar el enigma. Ser preparado no le alcanza, ser honesto es insuficiente, estar en el gobierno no es una garantía y tampoco una chequera robusta; ser de la oposición y denunciar la corrupción […]

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Por: Luis Napoleón de Armas P.

Una preocupación que he tenido siempre es saber porqué votan los colombianos y no he podido descifrar el enigma. Ser preparado no le alcanza, ser honesto es insuficiente, estar en el gobierno no es una garantía y tampoco una chequera robusta; ser de la oposición y denunciar la corrupción produce emociones fugaces pero que no se traducen en votos. Si a la gente se le dice la verdad, la comprende pero este hecho no arrastra masas. Tampoco las propuestas, por buenas que sean, definen una elección. Manejar burocracia y contratos mueve mucha gente, pero no es una ley que quien las maneje tenga que ganar siempre. Tener un brazo armado da réditos, pero no es sostenible. En ocasiones, una conjunción de algunas de estas ventajas, extorsivas todas, no es garante del triunfo. ¿Darán votos las excentricidades de un candidato? Entonces, carajo, ¿cuál es el misterio? ¿Qué mueve al electorado a votar?  Faltaría preguntarse si las emociones de coyuntura, en forma gratuita y libre, pueden desencadenar un efecto dominó alrededor de un nombre. Pareciera que la intención del elector se comportara, a veces, como un ciclón, cuyo avance es imprevisto. ¿Por qué, por ejemplo, Gustavo Petro se rezaga siendo el único candidato diferente en contenido, formas y coherencia? ¿Será que el promedio del elector no sospecha que haría cada uno de los aspirantes con el poder?  Más didáctico que Petro, quizás no hay. Petro tiene claro hacia dónde va, plantea alternativas reales de cambio pero parece que a la gente la arrastra la inercia y no quiere cambiar. El hombre por naturaleza es conservador, es difícil producir variaciones en él. Es curioso, pero ese es el proceso natural de la vida. Bueno, ¿y que ve la gente en Mockus, que no tenga Petro. ¿Sus excentricidades? Eh ahí el quid del asunto.  Por su puesto, Mockus es un buen candidato, pero si lo ubicamos en una escuela económica, no se diferencia de de los gurúes del uribismo. Acepta los TLCs, aprobó la emergencia social de Uribe, es precursor de la privatización de la educación pública, comparte la instalación de bases militares gringas en el territorio colombiano; Mockus es un hombre del establecimiento pero con cinco aclamado en conducta y ética. Claro, algo va de JMS a Mockus; este es un neoliberal con principios y transparente que podría, al menos, garantizar el equilibrio entre los tres poderes públicos; no es un hombre de odios, está formado en las ciencias exactas y no en las especulativas. Confieso que entre Mockus y Petro, yo preferiría a este, por ser una alternativa de fondo.  Mas, Mockus serviría como placebo mientras viene el médico, haría una asepsia general y allanaría el camino para etapas superiores de la democracia plena;  es un abre caminos. Por supuesto, que hay que ser pragmático y algo  ecléctico; si él es el oponente de JMS, hay que votar por él desde ya; de dos males se escoge el menor. La verdad es que este país no está preparado, aún, para un Estado apoyado en tesis de izquierda. Los cambios no son fáciles y la izquierda tendrá que esperar un tiempo razonable porque ha sido satanizada. Aunque Mockus se equivocó al negar cualquier acercamiento con el Polo, creo que lo va a necesitar; aquí nadie está sobrado; jugar con tahúres en la segunda vuelta es peligroso. No solo de verde se alimenta un gobierno, el amarillo también es un buen color, así son el oro y el girasol.
PD. “El Nóbel del Amor”, leí en El Pilón. No se por qué no aprenden que esta palabra es aguda.

[email protected]

Columnista
22 abril, 2010

¿Cuál será el encanto de Mockus?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Por: Luis Napoleón de Armas P. Una preocupación que he tenido siempre es saber porqué votan los colombianos y no he podido descifrar el enigma. Ser preparado no le alcanza, ser honesto es insuficiente, estar en el gobierno no es una garantía y tampoco una chequera robusta; ser de la oposición y denunciar la corrupción […]


Por: Luis Napoleón de Armas P.

Una preocupación que he tenido siempre es saber porqué votan los colombianos y no he podido descifrar el enigma. Ser preparado no le alcanza, ser honesto es insuficiente, estar en el gobierno no es una garantía y tampoco una chequera robusta; ser de la oposición y denunciar la corrupción produce emociones fugaces pero que no se traducen en votos. Si a la gente se le dice la verdad, la comprende pero este hecho no arrastra masas. Tampoco las propuestas, por buenas que sean, definen una elección. Manejar burocracia y contratos mueve mucha gente, pero no es una ley que quien las maneje tenga que ganar siempre. Tener un brazo armado da réditos, pero no es sostenible. En ocasiones, una conjunción de algunas de estas ventajas, extorsivas todas, no es garante del triunfo. ¿Darán votos las excentricidades de un candidato? Entonces, carajo, ¿cuál es el misterio? ¿Qué mueve al electorado a votar?  Faltaría preguntarse si las emociones de coyuntura, en forma gratuita y libre, pueden desencadenar un efecto dominó alrededor de un nombre. Pareciera que la intención del elector se comportara, a veces, como un ciclón, cuyo avance es imprevisto. ¿Por qué, por ejemplo, Gustavo Petro se rezaga siendo el único candidato diferente en contenido, formas y coherencia? ¿Será que el promedio del elector no sospecha que haría cada uno de los aspirantes con el poder?  Más didáctico que Petro, quizás no hay. Petro tiene claro hacia dónde va, plantea alternativas reales de cambio pero parece que a la gente la arrastra la inercia y no quiere cambiar. El hombre por naturaleza es conservador, es difícil producir variaciones en él. Es curioso, pero ese es el proceso natural de la vida. Bueno, ¿y que ve la gente en Mockus, que no tenga Petro. ¿Sus excentricidades? Eh ahí el quid del asunto.  Por su puesto, Mockus es un buen candidato, pero si lo ubicamos en una escuela económica, no se diferencia de de los gurúes del uribismo. Acepta los TLCs, aprobó la emergencia social de Uribe, es precursor de la privatización de la educación pública, comparte la instalación de bases militares gringas en el territorio colombiano; Mockus es un hombre del establecimiento pero con cinco aclamado en conducta y ética. Claro, algo va de JMS a Mockus; este es un neoliberal con principios y transparente que podría, al menos, garantizar el equilibrio entre los tres poderes públicos; no es un hombre de odios, está formado en las ciencias exactas y no en las especulativas. Confieso que entre Mockus y Petro, yo preferiría a este, por ser una alternativa de fondo.  Mas, Mockus serviría como placebo mientras viene el médico, haría una asepsia general y allanaría el camino para etapas superiores de la democracia plena;  es un abre caminos. Por supuesto, que hay que ser pragmático y algo  ecléctico; si él es el oponente de JMS, hay que votar por él desde ya; de dos males se escoge el menor. La verdad es que este país no está preparado, aún, para un Estado apoyado en tesis de izquierda. Los cambios no son fáciles y la izquierda tendrá que esperar un tiempo razonable porque ha sido satanizada. Aunque Mockus se equivocó al negar cualquier acercamiento con el Polo, creo que lo va a necesitar; aquí nadie está sobrado; jugar con tahúres en la segunda vuelta es peligroso. No solo de verde se alimenta un gobierno, el amarillo también es un buen color, así son el oro y el girasol.
PD. “El Nóbel del Amor”, leí en El Pilón. No se por qué no aprenden que esta palabra es aguda.

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