Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 27 marzo, 2017

“Ya vienen los venezolanos”

Por fin se hizo bulla. Han sido tantas y tantas las incursiones de la guardia venezolana a territorio colombiano que ya ni se les prestaba atención. Desde hace muchísimos años, cuando pasábamos la niñez en Manaure, comenzamos a oír sobre la llegada, por las trochas abundantes de la Serranía de Perijá, de los venezolanos; hasta […]

Por fin se hizo bulla. Han sido tantas y tantas las incursiones de la guardia venezolana a territorio colombiano que ya ni se les prestaba atención.

Desde hace muchísimos años, cuando pasábamos la niñez en Manaure, comenzamos a oír sobre la llegada, por las trochas abundantes de la Serranía de Perijá, de los venezolanos; hasta llegaron a infundirnos miedo: “Pórtense bien, porque ya vienen los venezolanos y se los van a llevar”. Nunca bajaron al pueblo, pero los serranos que venían de sus fincas contaban historias de como los hombres armados llegaban y pasaban días en sus parcelas y exigían, al estilo guerrillero, se les proporcionara alimento, agua y sitio para descansar.

Los rumores se confirmaron muchos años después, cuando ya periodista cubrí para El Espectador la cruenta invasión venezolana, en lo alto de la Serranía de Perijá, en la finca del señor Lenin Muegues, mataron al señor Paternina y lo semienterraron en un arroyo y bajaron hasta el Cerro del Avión, en donde dañaron una antena de Inravisión y se llevaron a tres secuestrados, entre ellos al amigo Carlos Perpiñán, ya fallecido.

Era gobernador del Cesar, Mauricio Pimiento, quien informó al Gobierno Nacional lo sucedido, en fin, todo se limitó a una reunión en el Batallón La Popa, entre los cancilleres de ambos países, y nada más. Allá se quedaron largo tiempo, en una cárcel, los secuestrados, acusados de ser ellos los invasores del territorio venezolano. La Guardia repetía: ‘Toda esta Sierra es de Venezuela’.

(Leer la historia completa en mi libro Entre la Verdad y la Muerte, Periodismo de Provincia)

Ahora se hizo la bulla desde Arauca: cincuenta hombres armados acamparon en las Bocas de Jujú, arrasaron cultivos de plátano, según cuentan los habitantes de esa región. Pueda ser que no se quede en eso, en pura bulla.

Venezuela ha hecho con Colombia lo que ha querido, no podemos olvidar lo más reciente: la ignominia de ver a nuestros connacionales con sus colchones, puertas, enseres en las espaldas en una patética estampida que no se nos borrará de la memoria. ¿Y qué pasó? Nada. No estoy clamando por un enfrentamiento o guerra para decirlo más claro, pero sí luchar por el respeto a nuestro territorio. Venezuela, Nicaragua y sus adláteres no saben de diplomacia, la diplomacia de ellos es el insulto y las ofensas.; la diplomacia nuestra es débil, siempre ha parecido una mezcla de exagerado respeto y elegancia santafereña con cierta cobardía; por eso hemos perdido tanto. Sí, parecería además, que se le tiene un miedo reverencial a Venezuela.

Ya es hora de ir a instancias internacionales; ya es hora de buscar una solución definitiva, ya es hora de que Colombia se haga sentir, defienda lo suyo y no siga solo enfrascada en los problemas endógenos, que ya conocernos cuales son. Es el momento de apoyar al gobierno, de rodearlo, de dejar a un lado, aunque sea por estas circunstancias, las divisiones y los pleitos y pensemos en el país; y el gobierno que actúe, somos muchos los que lo seguiremos en su lucha, si la emprende, para lograr el respeto del mal vecino, pésimo vecino que es Venezuela.

Por Mary Daza Orozco

Columnista
27 marzo, 2017

“Ya vienen los venezolanos”

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mary Daza Orozco

Por fin se hizo bulla. Han sido tantas y tantas las incursiones de la guardia venezolana a territorio colombiano que ya ni se les prestaba atención. Desde hace muchísimos años, cuando pasábamos la niñez en Manaure, comenzamos a oír sobre la llegada, por las trochas abundantes de la Serranía de Perijá, de los venezolanos; hasta […]


Por fin se hizo bulla. Han sido tantas y tantas las incursiones de la guardia venezolana a territorio colombiano que ya ni se les prestaba atención.

Desde hace muchísimos años, cuando pasábamos la niñez en Manaure, comenzamos a oír sobre la llegada, por las trochas abundantes de la Serranía de Perijá, de los venezolanos; hasta llegaron a infundirnos miedo: “Pórtense bien, porque ya vienen los venezolanos y se los van a llevar”. Nunca bajaron al pueblo, pero los serranos que venían de sus fincas contaban historias de como los hombres armados llegaban y pasaban días en sus parcelas y exigían, al estilo guerrillero, se les proporcionara alimento, agua y sitio para descansar.

Los rumores se confirmaron muchos años después, cuando ya periodista cubrí para El Espectador la cruenta invasión venezolana, en lo alto de la Serranía de Perijá, en la finca del señor Lenin Muegues, mataron al señor Paternina y lo semienterraron en un arroyo y bajaron hasta el Cerro del Avión, en donde dañaron una antena de Inravisión y se llevaron a tres secuestrados, entre ellos al amigo Carlos Perpiñán, ya fallecido.

Era gobernador del Cesar, Mauricio Pimiento, quien informó al Gobierno Nacional lo sucedido, en fin, todo se limitó a una reunión en el Batallón La Popa, entre los cancilleres de ambos países, y nada más. Allá se quedaron largo tiempo, en una cárcel, los secuestrados, acusados de ser ellos los invasores del territorio venezolano. La Guardia repetía: ‘Toda esta Sierra es de Venezuela’.

(Leer la historia completa en mi libro Entre la Verdad y la Muerte, Periodismo de Provincia)

Ahora se hizo la bulla desde Arauca: cincuenta hombres armados acamparon en las Bocas de Jujú, arrasaron cultivos de plátano, según cuentan los habitantes de esa región. Pueda ser que no se quede en eso, en pura bulla.

Venezuela ha hecho con Colombia lo que ha querido, no podemos olvidar lo más reciente: la ignominia de ver a nuestros connacionales con sus colchones, puertas, enseres en las espaldas en una patética estampida que no se nos borrará de la memoria. ¿Y qué pasó? Nada. No estoy clamando por un enfrentamiento o guerra para decirlo más claro, pero sí luchar por el respeto a nuestro territorio. Venezuela, Nicaragua y sus adláteres no saben de diplomacia, la diplomacia de ellos es el insulto y las ofensas.; la diplomacia nuestra es débil, siempre ha parecido una mezcla de exagerado respeto y elegancia santafereña con cierta cobardía; por eso hemos perdido tanto. Sí, parecería además, que se le tiene un miedo reverencial a Venezuela.

Ya es hora de ir a instancias internacionales; ya es hora de buscar una solución definitiva, ya es hora de que Colombia se haga sentir, defienda lo suyo y no siga solo enfrascada en los problemas endógenos, que ya conocernos cuales son. Es el momento de apoyar al gobierno, de rodearlo, de dejar a un lado, aunque sea por estas circunstancias, las divisiones y los pleitos y pensemos en el país; y el gobierno que actúe, somos muchos los que lo seguiremos en su lucha, si la emprende, para lograr el respeto del mal vecino, pésimo vecino que es Venezuela.

Por Mary Daza Orozco