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Columnista - 1 junio, 2015

Verdad y Justicia

“El sustento de la antidemocracia es la ignorancia, y el olvido es parte de la ignorancia”: Carlos Gaviria. Los tropiezos y dificultades en el proceso de búsqueda de paz y reconciliación son muchos, la guerra misma es el mayor obstáculo, pero la persistencia es el único camino; nada debe frenar la confianza en el propósito […]

“El sustento de la antidemocracia es la ignorancia, y el olvido es parte de la ignorancia”: Carlos Gaviria.
Los tropiezos y dificultades en el proceso de búsqueda de paz y reconciliación son muchos, la guerra misma es el mayor obstáculo, pero la persistencia es el único camino; nada debe frenar la confianza en el propósito inmediato que es el fin de la confrontación.

Superar décadas de conflicto bélico y de violencia política no es fácil, requiere de voluntad de las partes que conversan y de disposición de todos los actores de la guerra a aceptar los acuerdos que se firmen; parece que en este campo hay dificultades; algunos actores del conflicto se resisten a asumir el compromiso ineludible de la Verdad, entendida como esclarecimiento de los hechos y reconocimiento de responsabilidades, sin lo cual no puede haber justicia ni reconciliación. La cuestión no se reduce a enterrar el pasado y continuar como si nada hubiera ocurrido. Las víctimas necesitan identificar al victimario para saber con quién es la reconciliación y juntos trabajar por la construcción de paz. El país debe conocer la verdad de lo ocurrido; todos los actores de la guerra deben exponer su versión de los hechos relacionados con los cientos de miles de víctimas ¿Qué pasó, cómo fue, cuándo, dónde?

La verdad le atañe no sólo a los grupos guerrilleros sino a todos los victimarios, al Estado mismo con sus fuerzas armadas y servicios de inteligencia, a los paramilitares de todo tipo y a empresarios financiadores de la guerra.
Imposible esperar una verdad completa, tampoco habrá una única verdad que nos complazca a todos, pero de la pluralidad de relatos/versiones sobre unos mismos hechos quizás podamos extraer elementos comunes, entender el porqué de tanta violencia, dimensionar el sufrimiento de las víctimas, encontrar caminos de justicia y facilitar la reconciliación. No hay soluciones perfectas. En términos de verdades hay que disponerse a “perder” un poco, aunque también haya que renunciar a un poco de justicia. La cuestión es cuánto hay que “perder” para ganar en paz y convivencia. Una analista española describe esta situación en términos gastronómicos para decir que las dosis de verdad y de justicia equivalen a los condimentos de cualquier plato; siempre habrá quienes piensan que le falta un poco más de sal o le sobran condimentos.

El problema es que algunos actores se resisten a hacerle este aporte a la paz. Validos de su poder prefieren la impunidad que siempre los ha protegido y a través de más hechos de guerra presionan para evadir la exigencia. Quizás sea esta la explicación a la escalada guerrerista de los últimos días.
La paz no es sólo un asunto de combatientes, de “yo te perdono y tú me perdonas”. Eso es impunidad, ya se ha hecho en Colombia y no fue un buen precedente. Por eso, hay que insistir en la verdad.

Columnista
1 junio, 2015

Verdad y Justicia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Imelda Daza Cotes

“El sustento de la antidemocracia es la ignorancia, y el olvido es parte de la ignorancia”: Carlos Gaviria. Los tropiezos y dificultades en el proceso de búsqueda de paz y reconciliación son muchos, la guerra misma es el mayor obstáculo, pero la persistencia es el único camino; nada debe frenar la confianza en el propósito […]


“El sustento de la antidemocracia es la ignorancia, y el olvido es parte de la ignorancia”: Carlos Gaviria.
Los tropiezos y dificultades en el proceso de búsqueda de paz y reconciliación son muchos, la guerra misma es el mayor obstáculo, pero la persistencia es el único camino; nada debe frenar la confianza en el propósito inmediato que es el fin de la confrontación.

Superar décadas de conflicto bélico y de violencia política no es fácil, requiere de voluntad de las partes que conversan y de disposición de todos los actores de la guerra a aceptar los acuerdos que se firmen; parece que en este campo hay dificultades; algunos actores del conflicto se resisten a asumir el compromiso ineludible de la Verdad, entendida como esclarecimiento de los hechos y reconocimiento de responsabilidades, sin lo cual no puede haber justicia ni reconciliación. La cuestión no se reduce a enterrar el pasado y continuar como si nada hubiera ocurrido. Las víctimas necesitan identificar al victimario para saber con quién es la reconciliación y juntos trabajar por la construcción de paz. El país debe conocer la verdad de lo ocurrido; todos los actores de la guerra deben exponer su versión de los hechos relacionados con los cientos de miles de víctimas ¿Qué pasó, cómo fue, cuándo, dónde?

La verdad le atañe no sólo a los grupos guerrilleros sino a todos los victimarios, al Estado mismo con sus fuerzas armadas y servicios de inteligencia, a los paramilitares de todo tipo y a empresarios financiadores de la guerra.
Imposible esperar una verdad completa, tampoco habrá una única verdad que nos complazca a todos, pero de la pluralidad de relatos/versiones sobre unos mismos hechos quizás podamos extraer elementos comunes, entender el porqué de tanta violencia, dimensionar el sufrimiento de las víctimas, encontrar caminos de justicia y facilitar la reconciliación. No hay soluciones perfectas. En términos de verdades hay que disponerse a “perder” un poco, aunque también haya que renunciar a un poco de justicia. La cuestión es cuánto hay que “perder” para ganar en paz y convivencia. Una analista española describe esta situación en términos gastronómicos para decir que las dosis de verdad y de justicia equivalen a los condimentos de cualquier plato; siempre habrá quienes piensan que le falta un poco más de sal o le sobran condimentos.

El problema es que algunos actores se resisten a hacerle este aporte a la paz. Validos de su poder prefieren la impunidad que siempre los ha protegido y a través de más hechos de guerra presionan para evadir la exigencia. Quizás sea esta la explicación a la escalada guerrerista de los últimos días.
La paz no es sólo un asunto de combatientes, de “yo te perdono y tú me perdonas”. Eso es impunidad, ya se ha hecho en Colombia y no fue un buen precedente. Por eso, hay que insistir en la verdad.