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Columnista - 11 septiembre, 2017

Una temporada en el paraíso

A propósito de mi corta permanencia en la dirección de la Oficina de Cultura de Valledupar, llega a la memoria el poema del francés Arthur Rimbaud (1854-1891), ‘Una temporada en el infierno’, escrito en su primera estancia en Londres, donde narra sus confesiones personales y profundiza acerca de sus vanas esperanzas y su postura ideológica […]

A propósito de mi corta permanencia en la dirección de la Oficina de Cultura de Valledupar, llega a la memoria el poema del francés Arthur Rimbaud (1854-1891), ‘Una temporada en el infierno’, escrito en su primera estancia en Londres, donde narra sus confesiones personales y profundiza acerca de sus vanas esperanzas y su postura ideológica frente al fenómeno poético. En contraste con este gran escritor francés, sinceramente digo que la estancia en la sectorial de cultura fue para mi vida laboral una temporada en el paraíso.

Una maravillosa experiencia que permitió sentir el apoyo y el respeto de todo el equipo de gobierno, y además una bella oportunidad de reencuentro con varios de mis estudiantes de bachillerato que hoy son profesionales, y también conocí muchas personas que hoy están muy cerca de mis afectos, y como dice el Papa Francisco: “Son personas que brindan el bálsamo de la amistad, la afabilidad de las palabras y la eficiencia para colaborar en el trabajo”.  Los amigos no te roban la sonrisa ni la alegría.

De la administración municipal, también es importante resaltar las actividades lúdicas y deportivas para oxigenar la dinámica del trabajo. Y otro detalle significativo es la presencia de un gran número de mujeres que con responsabilidad e idoneidad ejercen sus labores; pero además de su belleza física y espiritual, muestran la disposición para seguirles el ritmo a los caballeros en bicicleta, en maratón, en brigadas de los barrios y corregimientos, mercados campesinos y hasta en el baile de la tetera.

Le reitero al señor alcalde Augusto Daniel Ramírez Uhía, mi respeto, mi amistad y la infinita gratitud por el honor de nombrarme director de la Oficina de Cultura. En esta corta temporada, gracias al apoyo de toda la administración y la colaboración de escritores, artistas, docentes, estudiantes, periodistas, FFLV, Fundación Aviva, Comfacesar y la Cámara de Comercio, logramos hacer actividades exitosas, entre ellas, la más relevante con reconocimiento nacional: Valledupar amanece leyendo (11 de agosto de 2017). También iniciamos el programa ‘Los Corregimientos avanzan leyendo’. Y en cada Consejo de Gobierno la propuesta de leer un poema.  Los Festivales de los pueblos los proyectamos para que se transformen en Festivales de las Artes, y además de los concursos de música, se realicen conversatorios, exposiciones de pinturas y artesanías, presentaciones de danzas, teatro, recitales de poesía y feria gastronómica.

Ahora regreso a mi media jornada de labores en el colegio Instpecam y a trabajar en dos proyectos de edición: uno personal y el otro con la Investigadora Marina Quintero, profesora de la Universidad de Antioquia en las Facultades de Educación y de Artes,  directora y realizadora del programa radial ‘Una voz y un acordeón’ que emite una emisora cultural en Medellín desde 1982, y es profesora titular de la cátedra Música de acordeón del Caribe colombiano de la Facultad de Artes de la misma Universidad. Una verdadera epopeya que esta ocañera de corazón vallenato, embajadora de nuestra música, haya creado una cátedra, que no existe en la Universidad Popular del Cesar ni en ningún colegio de Valledupar.

Columnista
11 septiembre, 2017

Una temporada en el paraíso

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Atuesta Mindiola

A propósito de mi corta permanencia en la dirección de la Oficina de Cultura de Valledupar, llega a la memoria el poema del francés Arthur Rimbaud (1854-1891), ‘Una temporada en el infierno’, escrito en su primera estancia en Londres, donde narra sus confesiones personales y profundiza acerca de sus vanas esperanzas y su postura ideológica […]


A propósito de mi corta permanencia en la dirección de la Oficina de Cultura de Valledupar, llega a la memoria el poema del francés Arthur Rimbaud (1854-1891), ‘Una temporada en el infierno’, escrito en su primera estancia en Londres, donde narra sus confesiones personales y profundiza acerca de sus vanas esperanzas y su postura ideológica frente al fenómeno poético. En contraste con este gran escritor francés, sinceramente digo que la estancia en la sectorial de cultura fue para mi vida laboral una temporada en el paraíso.

Una maravillosa experiencia que permitió sentir el apoyo y el respeto de todo el equipo de gobierno, y además una bella oportunidad de reencuentro con varios de mis estudiantes de bachillerato que hoy son profesionales, y también conocí muchas personas que hoy están muy cerca de mis afectos, y como dice el Papa Francisco: “Son personas que brindan el bálsamo de la amistad, la afabilidad de las palabras y la eficiencia para colaborar en el trabajo”.  Los amigos no te roban la sonrisa ni la alegría.

De la administración municipal, también es importante resaltar las actividades lúdicas y deportivas para oxigenar la dinámica del trabajo. Y otro detalle significativo es la presencia de un gran número de mujeres que con responsabilidad e idoneidad ejercen sus labores; pero además de su belleza física y espiritual, muestran la disposición para seguirles el ritmo a los caballeros en bicicleta, en maratón, en brigadas de los barrios y corregimientos, mercados campesinos y hasta en el baile de la tetera.

Le reitero al señor alcalde Augusto Daniel Ramírez Uhía, mi respeto, mi amistad y la infinita gratitud por el honor de nombrarme director de la Oficina de Cultura. En esta corta temporada, gracias al apoyo de toda la administración y la colaboración de escritores, artistas, docentes, estudiantes, periodistas, FFLV, Fundación Aviva, Comfacesar y la Cámara de Comercio, logramos hacer actividades exitosas, entre ellas, la más relevante con reconocimiento nacional: Valledupar amanece leyendo (11 de agosto de 2017). También iniciamos el programa ‘Los Corregimientos avanzan leyendo’. Y en cada Consejo de Gobierno la propuesta de leer un poema.  Los Festivales de los pueblos los proyectamos para que se transformen en Festivales de las Artes, y además de los concursos de música, se realicen conversatorios, exposiciones de pinturas y artesanías, presentaciones de danzas, teatro, recitales de poesía y feria gastronómica.

Ahora regreso a mi media jornada de labores en el colegio Instpecam y a trabajar en dos proyectos de edición: uno personal y el otro con la Investigadora Marina Quintero, profesora de la Universidad de Antioquia en las Facultades de Educación y de Artes,  directora y realizadora del programa radial ‘Una voz y un acordeón’ que emite una emisora cultural en Medellín desde 1982, y es profesora titular de la cátedra Música de acordeón del Caribe colombiano de la Facultad de Artes de la misma Universidad. Una verdadera epopeya que esta ocañera de corazón vallenato, embajadora de nuestra música, haya creado una cátedra, que no existe en la Universidad Popular del Cesar ni en ningún colegio de Valledupar.