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Columnista - 23 abril, 2018

Un nudo gordiano

Ya sabemos que el nudo gordiano es difícil de desatar. Viene de la leyenda de Frigia, región hoy de Turquía, allí necesitaban un rey que los gobernara, los habitantes consultaron al oráculo sobre quién sería el mejor, y él dijo que pronto llegaría el que iba a ser rey. Más tarde llegó un hombre llamado […]

Ya sabemos que el nudo gordiano es difícil de desatar. Viene de la leyenda de Frigia, región hoy de Turquía, allí necesitaban un rey que los gobernara, los habitantes consultaron al oráculo sobre quién sería el mejor, y él dijo que pronto llegaría el que iba a ser rey. Más tarde llegó un hombre llamado Gordias y lo proclamaron rey, fundó la ciudad de Gordión; allí dejó su carreta atada con un nudo que tenía todos los cabos escondidos y nació la leyenda: ‘quien lo desate se apoderará de Asia’.

Alejandro Magno lo cortó con su espada al tiempo que decía: “Tanto monta desatarlo como cortarlo”, frase que tomó el rey Fernando II de Aragón para su escudo. Colombia está ante el nudo gordiano más intrincado de su historia: necesita a alguien que lo corte para que pueda arreglarle la vida, pero ¿será que alguno de los espadachines que se presentan sí es capaz de, no solo cortarlo, sino de apoderarse de los males del país, de sus enredos, y vencerlos?

Los aspirantes hablan de arreglos, y han estudiado y armado sus programas de gobierno, pero se necesita la fuerza y claridad que indique cómo se va a destronar, aunque sea un poco, al monstruo de mil cabezas que es la corrupción; cómo se va a restaurar un proceso de paz que se está volviendo añicos; cómo se va a luchar contra el tráfico de drogas malditas; cómo se va a sanar el grave estado del servicio de salud, con uno de estos ítem que tome por su cuenta y lo arregle, habrá valido la pena escogerlo como gobernante.
Uno de mis alumnos, me dijo, cuando tratamos ese tema, “Vea profe, el que acabe la corrupción, soluciona todo”, eso lo sabemos y esa es la Hidra de Lerna que hay que vencer. Aunque uno tenga su candidato, el que cree que tiene mejores propuestas, es difícil creer que salgamos de este maremágnum en que está inmerso el país, difícil; ya no hay más Hércules que se atrevan a cortar cabezas monstruosas ni Alejandros que corten nudos.

Pensemos en Colombia, no es salir corriendo detrás de un candidato a gritar consignas demenciales, no es aglutinar gente, no es permitir que la masa informe e irracional nos absorba; no es volver las redes sociales plataformas de odios y ofensas; es ayudar a pensar con ecuanimidad en quién, por lo menos, aliviará al país de sus males, quién nos llevará a la tranquilidad de una nación que merece la sanidad de su gente y de su historia. Hagamos el intento y que no quede de nuestra parte que nos vayamos al abismo.

NOTICA: Esta columna no saldrá en tres semanas por vacaciones de la autora.

Columnista
23 abril, 2018

Un nudo gordiano

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mary Daza Orozco

Ya sabemos que el nudo gordiano es difícil de desatar. Viene de la leyenda de Frigia, región hoy de Turquía, allí necesitaban un rey que los gobernara, los habitantes consultaron al oráculo sobre quién sería el mejor, y él dijo que pronto llegaría el que iba a ser rey. Más tarde llegó un hombre llamado […]


Ya sabemos que el nudo gordiano es difícil de desatar. Viene de la leyenda de Frigia, región hoy de Turquía, allí necesitaban un rey que los gobernara, los habitantes consultaron al oráculo sobre quién sería el mejor, y él dijo que pronto llegaría el que iba a ser rey. Más tarde llegó un hombre llamado Gordias y lo proclamaron rey, fundó la ciudad de Gordión; allí dejó su carreta atada con un nudo que tenía todos los cabos escondidos y nació la leyenda: ‘quien lo desate se apoderará de Asia’.

Alejandro Magno lo cortó con su espada al tiempo que decía: “Tanto monta desatarlo como cortarlo”, frase que tomó el rey Fernando II de Aragón para su escudo. Colombia está ante el nudo gordiano más intrincado de su historia: necesita a alguien que lo corte para que pueda arreglarle la vida, pero ¿será que alguno de los espadachines que se presentan sí es capaz de, no solo cortarlo, sino de apoderarse de los males del país, de sus enredos, y vencerlos?

Los aspirantes hablan de arreglos, y han estudiado y armado sus programas de gobierno, pero se necesita la fuerza y claridad que indique cómo se va a destronar, aunque sea un poco, al monstruo de mil cabezas que es la corrupción; cómo se va a restaurar un proceso de paz que se está volviendo añicos; cómo se va a luchar contra el tráfico de drogas malditas; cómo se va a sanar el grave estado del servicio de salud, con uno de estos ítem que tome por su cuenta y lo arregle, habrá valido la pena escogerlo como gobernante.
Uno de mis alumnos, me dijo, cuando tratamos ese tema, “Vea profe, el que acabe la corrupción, soluciona todo”, eso lo sabemos y esa es la Hidra de Lerna que hay que vencer. Aunque uno tenga su candidato, el que cree que tiene mejores propuestas, es difícil creer que salgamos de este maremágnum en que está inmerso el país, difícil; ya no hay más Hércules que se atrevan a cortar cabezas monstruosas ni Alejandros que corten nudos.

Pensemos en Colombia, no es salir corriendo detrás de un candidato a gritar consignas demenciales, no es aglutinar gente, no es permitir que la masa informe e irracional nos absorba; no es volver las redes sociales plataformas de odios y ofensas; es ayudar a pensar con ecuanimidad en quién, por lo menos, aliviará al país de sus males, quién nos llevará a la tranquilidad de una nación que merece la sanidad de su gente y de su historia. Hagamos el intento y que no quede de nuestra parte que nos vayamos al abismo.

NOTICA: Esta columna no saldrá en tres semanas por vacaciones de la autora.