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Columnista - 15 junio, 2017

De Trotsky a Ortega Díaz

La lucha más intensa que se está viviendo en Venezuela no la está dando la oposición, la está liderando la fiscal Luisa Marvelia Ortega Díaz, reconocida militante del chavismo que por sus posturas recientes frente a la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, su posición sobre la constituyente misma, su enfrentamiento contra el Tribunal Supremo […]

La lucha más intensa que se está viviendo en Venezuela no la está dando la oposición, la está liderando la fiscal Luisa Marvelia Ortega Díaz, reconocida militante del chavismo que por sus posturas recientes frente a la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, su posición sobre la constituyente misma, su enfrentamiento contra el Tribunal Supremo de Justicia, sus declaraciones refiriéndose a la ruptura del orden constitucional en la República Bolivariana, la convirtieron de la noche a la mañana en la enemiga más temible del gobierno de Nicolás Maduro; las intervenciones y actuaciones de esta valerosa mujer ha generado un temblor institucional mucho mayor que las provocadas por la oposición con sus marchas o por la cruzada de Lilian Tintori en distintos Estados para hablar de lo que está sucediendo en su país.

La reciente rivalidad entre estas versiones del chavismo tiene cierta similitud a la que nació en la Unión Soviética en el interior del partido Bolchevique después de la muerte de su máximo líder Vladímir Ilich Uliánov, mejor conocido como ‘Lenin’; en aquella época la intriga, la ambición, los desacuerdos también hicieron parte de una enemistad histórica surgida entre seguidores de una misma corriente ideológica protagonizada por Jose Stalin y León Trotsky. Las diferencias entre estos dos personajes se originaron por la visión que cada uno tenía en la forma como debía consolidarse la “revolución”; en esa sangrienta trama soviética Stalin una vez toma el poder empieza una campaña de persecución y desprestigio contra Trotsky, quien fue considerado la mano derecha de Lenin. Calumniado y acusado de ser agente del gobierno norteamericano y del imperialismo mundial Trotsky buscó refugio en varios países, siendo aceptado finalmente por México, pero el odio de Stalin no dio tregua y hasta allá envió a escuadrones de la muerte y manipuló al partido comunista azteca para alcanzar su objetivo, matar a quien consideraba su más cercano opositor y potencial reemplazo, León Trotsky.

Guardando las proporciones, en Venezuela el chavismo tiene en el interior de sus filas una fuerte contradictora, no es parte de la oposición porque la fiscal Ortega aún reconoce ser fiel a los postulados más profundos del fallecido Hugo Chavez, pero no ha tolerado los abusos del dictador Maduro con la complicidad del Tribunal Supremo, apoyados por los legisladores adeptos al oficialismo en cabeza del líder del cartel de los soles Diosdado Cabello, este último en sus declaraciones califica a la señora Ortega como una traidora hasta el punto de sugerir la separación del cargo de la fiscal.

La respuesta de aquellos que no comparten los pronunciamientos de la fiscal Luisa Marvelia Ortega no se hizo esperar y ya enviaron amenazas contra la funcionaria y su familia, las condiciones para que sea blanco de atentados están dadas por el ambiente violento en el que está Venezuela y por la arremetida verbal de los más reconocidos líderes del gobierno actual, sin olvidar las patrullas de los llamados colectivos armados que recorren las calles venezolanas disparando contra todo aquel que participe de las protestas organizadas por la oposición.

Por último la Fiscal General impugnó la elección de los 33 magistrados del Tribunal Supremo, institución que por su abierta inclinación al régimen provocó la ofensiva popular contra el gobierno, por el intento de esa Corte de asumir las competencias de la asamblea de diputados generando una verdadera crisis en la que se desconocía la división tripartita del poder público, dando un verdadero golpe de estado en el que se abolía de facto el poder legislativo y de paso las voces de la oposición allí instalada, elegida por el pueblo, convirtiéndose el TSJ “en un obstáculo para la paz del país” como lo afirmó la fiscal que hoy puede considerarse la Trotsky de los chavistas.

Columnista
15 junio, 2017

De Trotsky a Ortega Díaz

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Andrés Añez Maestre

La lucha más intensa que se está viviendo en Venezuela no la está dando la oposición, la está liderando la fiscal Luisa Marvelia Ortega Díaz, reconocida militante del chavismo que por sus posturas recientes frente a la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, su posición sobre la constituyente misma, su enfrentamiento contra el Tribunal Supremo […]


La lucha más intensa que se está viviendo en Venezuela no la está dando la oposición, la está liderando la fiscal Luisa Marvelia Ortega Díaz, reconocida militante del chavismo que por sus posturas recientes frente a la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, su posición sobre la constituyente misma, su enfrentamiento contra el Tribunal Supremo de Justicia, sus declaraciones refiriéndose a la ruptura del orden constitucional en la República Bolivariana, la convirtieron de la noche a la mañana en la enemiga más temible del gobierno de Nicolás Maduro; las intervenciones y actuaciones de esta valerosa mujer ha generado un temblor institucional mucho mayor que las provocadas por la oposición con sus marchas o por la cruzada de Lilian Tintori en distintos Estados para hablar de lo que está sucediendo en su país.

La reciente rivalidad entre estas versiones del chavismo tiene cierta similitud a la que nació en la Unión Soviética en el interior del partido Bolchevique después de la muerte de su máximo líder Vladímir Ilich Uliánov, mejor conocido como ‘Lenin’; en aquella época la intriga, la ambición, los desacuerdos también hicieron parte de una enemistad histórica surgida entre seguidores de una misma corriente ideológica protagonizada por Jose Stalin y León Trotsky. Las diferencias entre estos dos personajes se originaron por la visión que cada uno tenía en la forma como debía consolidarse la “revolución”; en esa sangrienta trama soviética Stalin una vez toma el poder empieza una campaña de persecución y desprestigio contra Trotsky, quien fue considerado la mano derecha de Lenin. Calumniado y acusado de ser agente del gobierno norteamericano y del imperialismo mundial Trotsky buscó refugio en varios países, siendo aceptado finalmente por México, pero el odio de Stalin no dio tregua y hasta allá envió a escuadrones de la muerte y manipuló al partido comunista azteca para alcanzar su objetivo, matar a quien consideraba su más cercano opositor y potencial reemplazo, León Trotsky.

Guardando las proporciones, en Venezuela el chavismo tiene en el interior de sus filas una fuerte contradictora, no es parte de la oposición porque la fiscal Ortega aún reconoce ser fiel a los postulados más profundos del fallecido Hugo Chavez, pero no ha tolerado los abusos del dictador Maduro con la complicidad del Tribunal Supremo, apoyados por los legisladores adeptos al oficialismo en cabeza del líder del cartel de los soles Diosdado Cabello, este último en sus declaraciones califica a la señora Ortega como una traidora hasta el punto de sugerir la separación del cargo de la fiscal.

La respuesta de aquellos que no comparten los pronunciamientos de la fiscal Luisa Marvelia Ortega no se hizo esperar y ya enviaron amenazas contra la funcionaria y su familia, las condiciones para que sea blanco de atentados están dadas por el ambiente violento en el que está Venezuela y por la arremetida verbal de los más reconocidos líderes del gobierno actual, sin olvidar las patrullas de los llamados colectivos armados que recorren las calles venezolanas disparando contra todo aquel que participe de las protestas organizadas por la oposición.

Por último la Fiscal General impugnó la elección de los 33 magistrados del Tribunal Supremo, institución que por su abierta inclinación al régimen provocó la ofensiva popular contra el gobierno, por el intento de esa Corte de asumir las competencias de la asamblea de diputados generando una verdadera crisis en la que se desconocía la división tripartita del poder público, dando un verdadero golpe de estado en el que se abolía de facto el poder legislativo y de paso las voces de la oposición allí instalada, elegida por el pueblo, convirtiéndose el TSJ “en un obstáculo para la paz del país” como lo afirmó la fiscal que hoy puede considerarse la Trotsky de los chavistas.