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Columnista - 10 mayo, 2017

Se subestimó al enemigo en el crimen del Comandante del Gaula

El jueves 4 de mayo (2017) fue asesinado de un tiro de revolver en la cabeza, en Valledupar, el Comandante del Gaula del Cesar, mayor Carlos Augusto Correa. Se repite la tragedia en la Policía Nacional, organismo con hombres y mujeres proactivos que lucha contra la delincuencia en el país. “La Dirección Antisecuestro y Antiextorsión […]

El jueves 4 de mayo (2017) fue asesinado de un tiro de revolver en la cabeza, en Valledupar, el Comandante del Gaula del Cesar, mayor Carlos Augusto Correa. Se repite la tragedia en la Policía Nacional, organismo con hombres y mujeres proactivos que lucha contra la delincuencia en el país.

“La Dirección Antisecuestro y Antiextorsión de la Policía Nacional tiene como misión desarrollar acciones integrales y efectivas para prevenir, investigar, contrarrestar y reducir los delitos de secuestro y extorsión, contribuyendo eficazmente al logro de la seguridad ciudadana”, tomado de la Revista virtual de la Policía.

Entre sus 12 principales funciones, el Gaula de Colombia, en otras palabras, es una fuerza de choque contra la delincuencia organizada. Es una fuerza especializada que tiene hombres y mujeres preparados táctica e intelectualmente para esos menesteres. Están instruidos para desarrollar procedimientos técnicos y tácticos, con un margen de error muy ínfimo.

Mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan estuvieron investigando sobre el crimen contra el mayor Correa, de 36 años, oriundo de Pereira. Fue uno de esos policías integral, transparente y cumplidor de su misión policial.

Muchos lo tildaban de muy ortodoxo y a la vez extremadamente osado. Su esposa, Marta Liliana García Puerta, es también Mayor y Jefe de Planeación de la Policía del Cesar. Quedan tres hijos: Julián Andrés, Ana Sofía y Miguel Ángel, quienes son las nuevas víctimas de este insulso país, que ha creado la clase política.

Según la institución, el criminal fue Ángel Horacio Torres, también muerto, conocido como ‘Chango’ u ‘Otto’ y quien tenía un prontuario delincuencial; pero como pasa en Colombia: ‘estaba libre como el viento’ o como cualquier ciudadano de bien, gracias a la inoperancia y flexibilidad de la justicia de este país que se mueve entre las tramoyas, la corrupción institucional y la vergüenza política por poder.

Pero, ¿qué pasó? Asesinar al Comandante del Gaula fue tan sencillo y escueto. ¿Qué hay detrás de este crimen que perturba no solo a la ciudadanía, también al Comandante de la Policía, a los oficiales y a todos?

Pero por qué no se ha dicho lo que verdaderamente sucedió, cuando hay versiones de la Fiscalía que señalan que faltó táctica y planeación en el manejo del operativo, para capturar al extorsionista.

Mis consejeros periodísticos afirman que al procedimiento le faltó rigor policial, porque solo viajaron cuatro miembros del Gaula (incluido el Mayor) y conducía la camioneta el ganadero a quien extorsionaban, quien supuestamente entregaría el dinero.

Se afirma que la camioneta, doble cabina, con vidrios polarizados ingresó a una pequeña trocha cerca de la población de Río Seco, con el propósito de hacer la ‘entrega controlada’. Inclusive, el extorsionista estaba en la trocha y lo sobrepasaron. El carro se detuvo metros después, pero el extorsionista le gritó al extorsionado que abriera las puertas del carro. Es aquí donde se cae todo el operativo. El plan había fracasado.

Los del Gaula reaccionaron al atisbar que el extorsionista se había dado cuenta de la trampa. Hubo confusión por segundos adentro del carro y sonaron varios balazos hechos por el extorsionista y uno de ellos ingresó por el vidrio de atrás del carro y le cayó al Mayor quien viajaba en el centro de la segunda cabina.

Uno de los policías, quien iba de copiloto, se bajó del carro y abrió fuego contra el delincuente y lo mató, pero quedó inmolado el mayor Correa, posiblemente porque el procedimiento se hizo a lo ‘corajudo’ y se subestimó al enemigo, lo que no puede volver a suceder. Hasta la próxima semana.

Por Aquilino Cotes Zuleta

[email protected]
@tiochiro

Columnista
10 mayo, 2017

Se subestimó al enemigo en el crimen del Comandante del Gaula

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Aquilino Cotes Zuleta

El jueves 4 de mayo (2017) fue asesinado de un tiro de revolver en la cabeza, en Valledupar, el Comandante del Gaula del Cesar, mayor Carlos Augusto Correa. Se repite la tragedia en la Policía Nacional, organismo con hombres y mujeres proactivos que lucha contra la delincuencia en el país. “La Dirección Antisecuestro y Antiextorsión […]


El jueves 4 de mayo (2017) fue asesinado de un tiro de revolver en la cabeza, en Valledupar, el Comandante del Gaula del Cesar, mayor Carlos Augusto Correa. Se repite la tragedia en la Policía Nacional, organismo con hombres y mujeres proactivos que lucha contra la delincuencia en el país.

“La Dirección Antisecuestro y Antiextorsión de la Policía Nacional tiene como misión desarrollar acciones integrales y efectivas para prevenir, investigar, contrarrestar y reducir los delitos de secuestro y extorsión, contribuyendo eficazmente al logro de la seguridad ciudadana”, tomado de la Revista virtual de la Policía.

Entre sus 12 principales funciones, el Gaula de Colombia, en otras palabras, es una fuerza de choque contra la delincuencia organizada. Es una fuerza especializada que tiene hombres y mujeres preparados táctica e intelectualmente para esos menesteres. Están instruidos para desarrollar procedimientos técnicos y tácticos, con un margen de error muy ínfimo.

Mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan estuvieron investigando sobre el crimen contra el mayor Correa, de 36 años, oriundo de Pereira. Fue uno de esos policías integral, transparente y cumplidor de su misión policial.

Muchos lo tildaban de muy ortodoxo y a la vez extremadamente osado. Su esposa, Marta Liliana García Puerta, es también Mayor y Jefe de Planeación de la Policía del Cesar. Quedan tres hijos: Julián Andrés, Ana Sofía y Miguel Ángel, quienes son las nuevas víctimas de este insulso país, que ha creado la clase política.

Según la institución, el criminal fue Ángel Horacio Torres, también muerto, conocido como ‘Chango’ u ‘Otto’ y quien tenía un prontuario delincuencial; pero como pasa en Colombia: ‘estaba libre como el viento’ o como cualquier ciudadano de bien, gracias a la inoperancia y flexibilidad de la justicia de este país que se mueve entre las tramoyas, la corrupción institucional y la vergüenza política por poder.

Pero, ¿qué pasó? Asesinar al Comandante del Gaula fue tan sencillo y escueto. ¿Qué hay detrás de este crimen que perturba no solo a la ciudadanía, también al Comandante de la Policía, a los oficiales y a todos?

Pero por qué no se ha dicho lo que verdaderamente sucedió, cuando hay versiones de la Fiscalía que señalan que faltó táctica y planeación en el manejo del operativo, para capturar al extorsionista.

Mis consejeros periodísticos afirman que al procedimiento le faltó rigor policial, porque solo viajaron cuatro miembros del Gaula (incluido el Mayor) y conducía la camioneta el ganadero a quien extorsionaban, quien supuestamente entregaría el dinero.

Se afirma que la camioneta, doble cabina, con vidrios polarizados ingresó a una pequeña trocha cerca de la población de Río Seco, con el propósito de hacer la ‘entrega controlada’. Inclusive, el extorsionista estaba en la trocha y lo sobrepasaron. El carro se detuvo metros después, pero el extorsionista le gritó al extorsionado que abriera las puertas del carro. Es aquí donde se cae todo el operativo. El plan había fracasado.

Los del Gaula reaccionaron al atisbar que el extorsionista se había dado cuenta de la trampa. Hubo confusión por segundos adentro del carro y sonaron varios balazos hechos por el extorsionista y uno de ellos ingresó por el vidrio de atrás del carro y le cayó al Mayor quien viajaba en el centro de la segunda cabina.

Uno de los policías, quien iba de copiloto, se bajó del carro y abrió fuego contra el delincuente y lo mató, pero quedó inmolado el mayor Correa, posiblemente porque el procedimiento se hizo a lo ‘corajudo’ y se subestimó al enemigo, lo que no puede volver a suceder. Hasta la próxima semana.

Por Aquilino Cotes Zuleta

[email protected]
@tiochiro