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General - 1 marzo, 2015

San Diego, el pueblo descontaminado del Cesar

Tranquilidad, armonía, paz, de la mano de una fuerte pero exquisita brisa, son componentes que hacen especial a este pueblo, al que llaman el jardín del Cesar.

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Caminar por su calles, es como caminar por el paraíso. Al menos así lo comentan sus residentes, aquellos que no cambian su pueblo por nada, que lo aman tanto que no permiten que haya contaminación alguna.

Para los habitantes de San Diego, este es el mejor pueblo del mundo, lo dicen porque, según ellos, no existe vandalismo, inseguridad, y pese a quedar a 10 minutos del municipio de La Paz, sus calles están limpias de combustible ilegal; por el contrario, se nota tranquilidad, paz, y reina la amabilidad.
Los sandieganos afirman que hace, aproximadamente, nueve años esta población no sufre por muertes trágicas, sino que los últimos fallecimientos han sido por muertes naturales, en especial de cáncer.

¿Cuál es entonces esa esencia de San Diego, que lo convierte en diferente a otros municipios de este departamento? Según José Alberto Padilla, presidente de los Sayones de la comunidad de Nazareth, es el modo de pensar del pueblo, que no se ha dejado contaminar de la avaricia. Él dice que hay sensatez y, sobretodo, unión en la comunidad.

“Aquí todo el que llega se convierte en sandiegano. Gracias a Dios no hay personas que atracan y los que lo intentan son agarrados por la comunidad o denunciados. Ellos no aguantan la presión de nuestra gente”, dijo.
Por su parte, Ángel Francisco Vega Vega, exalcalde y exconcejal del municipio, caracteriza la familiaridad como el punto esencial de la riqueza de esta población.

Distinto a la capital del Cesar u otros municipios, caminar por San Diego a las 3:00 de la mañana o cualquier otra hora, es un placer, porque según los residentes lo único que se puede encontrar es gente sana, dedicada al trabajo, a sus fincas, a la venta de bollo de mazorca, queso, suero, yuca, patilla, entre otros productos, que se convierten en uno de los principales recursos de ingreso, al igual que la venta de chance o boletas.

Las calles de esta población, de más de 16 mil habitantes, permanecen limpias, pero no porque haya contrato de personas que se dediquen a este oficio, o las llamadas ‘escobitas’, si no porque cada mañana los residentes las barren, así como a sus parques.

“Esto en la mañana es un espectáculo, ver cómo las personas se aglomeran con sus escobas a dejar limpio el pueblo”, dijo uno de los residentes que caminaba por la plaza Francisco Becerra.
Por esos y otros motivos, las personas dicen no cambiarlo, como el señor Ángel, quien a pesar de ser de San Juan del Cesar, La Guajira, dice “aquí me encuentro sabroso”, así como lo está desde hace 74 años, cuando llegó al lugar, al que le denominaron el ‘Jardín del Cesar’, pero no por tener cantidad de jardines, sino por sus características parecidas a la de uno de ellos: de extrema tranquilidad.

La historia de San Diego
San Diego inició como una finca, donde, según el señor Ángel Francisco Vega, vivía un señor que se llamó Diego y que tenía una pierna más grande que la otra, de ahí surgió el nombre Diego Pata, que con su muerte, fue transformado a San Diego.

La finca se convirtió, en el año 1893 en el centro de retiro de personas de municipios como Valledupar y Villanueva, lo que formó un caserío, con viviendas de bahareque y techos de palmas, agrupadas alrededor de una plaza sin iglesia.

La primera iglesia fue construida en 1898. El padre Ángel Cortés fue el encargado de bendecirla, la cual fue dedicada a la Santa María Virgen en su advocación del Perpetuo Socorro. Es así como el pueblo se convirtió en especial, en atractivo, tal cual lo es ahora.
Media Luna, Tocaimo, El Rincón, Los Tupes, Las Pitillas, Los Brasiles y Nuevas Flores, hacen parte de este llamado ‘paraíso terrenal’.

No quieren gasolina ilegal
Una de las principales características de las carreteras del Cesar es la venta de hidrocarburo ilegal. Al menos es lo primero que se observa en el paso por las mismas, sin embargo, San Diego es uno de los pocos pueblos que hace la diferencia, ¿por qué?

José Alberto Padilla afirmó que nadie quiere ‘contaminarse’ con esa problemática social, aunque hubo unos cuantos casos de venta de gasolina venezolana, se han extinguido gracias a que los pobladores prefieren estar a metros de este negocio que ha acaparado a la región, sobre todo a La Paz, donde existe una bomba de tiempo a vista de todos.

“Aquí la gente busca otro modo de sobrevivir, se van a las carreteras a vender arepas, bollos y otros productos”, recalcó Padilla.
La venta ilegal de gasolina para los sandieganos es generador de desorden y por ello no admiten este tipo de actividad, tanto que hacen ir a aquellas personas que quieran dedicarse a ello.

“Nosotros no permitimos ni que los carros se movilicen a alta velocidad, es decir que cualquiera lo puede manejar”, dijo el habitante Reinaldo Vega.

Semana Santa
Otro de los componentes principales de la descontaminación social que vive San Diego es atribuido a su constante fe. Este es uno de los pueblos más religiosos del departamento, que en época de Semana Santa es visitado por personas de todas partes del Caribe y Colombia para la celebración de esta fecha religiosa.

Buenos políticos
La corrupción es un común denominador en algunas poblaciones, donde las administraciones locales son, según la comunidad, utilizadas para la adquisición de poder y recursos destinados a particulares y no a la comunidad.
No obstante, en San Diego todo parece diferente. Según sus pobladores todos los que han estado al mandato han beneficiado a la población, tanto que poca es la necesidad que se visualiza en la comunidad. Tal vez por ello es que escasas son las calles sin pavimentar.
Contrario a esto, algunos dicen que poco es el accionar del actual alcalde Humberto Jurado, quien, al parecer, le hace falta sentido de pertenencia.
San Diego también se caracteriza por ser cuna de escritores importantes de la región que han tenido conocimientos internacionales.

¿Sabía usted qué…?
San Diego fue corregimiento de La Paz y es considerado un pueblo hermoso, rodeado de bendiciones.

PUNTOS DE VISTA
Andrés Barros, habitante
La vida aquí es tranquila, hermosa, de gente trabajadora. Somos diferentes porque somos nobles, nos dedicamos al comercio y no a las malas costumbres.

Rafael Maestre, habitante
Este es un pueblo tranquilo, sano, no existen conflictos y el 5 % de las personas que habitan se dedican a la venta de comida, bollos, arepas, yuca o patilla.

Jaime Guerra, habitante
Yo soy mototaxista y aquí no se ven problemas de esta índole, es sano, tranquilo, desde hace nueve años no se ve muerte por violencia o por accidente.

Wilson Ramos, habitante
Nosotros somos diferentes porque no hay ambición de riqueza, y aunque han llegado personas con esa intención, se han tenido que ir porque no nos gusta eso.

Por Merlin Duarte García/El Pilón
[email protected]

General
1 marzo, 2015

San Diego, el pueblo descontaminado del Cesar

Tranquilidad, armonía, paz, de la mano de una fuerte pero exquisita brisa, son componentes que hacen especial a este pueblo, al que llaman el jardín del Cesar.


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Caminar por su calles, es como caminar por el paraíso. Al menos así lo comentan sus residentes, aquellos que no cambian su pueblo por nada, que lo aman tanto que no permiten que haya contaminación alguna.

Para los habitantes de San Diego, este es el mejor pueblo del mundo, lo dicen porque, según ellos, no existe vandalismo, inseguridad, y pese a quedar a 10 minutos del municipio de La Paz, sus calles están limpias de combustible ilegal; por el contrario, se nota tranquilidad, paz, y reina la amabilidad.
Los sandieganos afirman que hace, aproximadamente, nueve años esta población no sufre por muertes trágicas, sino que los últimos fallecimientos han sido por muertes naturales, en especial de cáncer.

¿Cuál es entonces esa esencia de San Diego, que lo convierte en diferente a otros municipios de este departamento? Según José Alberto Padilla, presidente de los Sayones de la comunidad de Nazareth, es el modo de pensar del pueblo, que no se ha dejado contaminar de la avaricia. Él dice que hay sensatez y, sobretodo, unión en la comunidad.

“Aquí todo el que llega se convierte en sandiegano. Gracias a Dios no hay personas que atracan y los que lo intentan son agarrados por la comunidad o denunciados. Ellos no aguantan la presión de nuestra gente”, dijo.
Por su parte, Ángel Francisco Vega Vega, exalcalde y exconcejal del municipio, caracteriza la familiaridad como el punto esencial de la riqueza de esta población.

Distinto a la capital del Cesar u otros municipios, caminar por San Diego a las 3:00 de la mañana o cualquier otra hora, es un placer, porque según los residentes lo único que se puede encontrar es gente sana, dedicada al trabajo, a sus fincas, a la venta de bollo de mazorca, queso, suero, yuca, patilla, entre otros productos, que se convierten en uno de los principales recursos de ingreso, al igual que la venta de chance o boletas.

Las calles de esta población, de más de 16 mil habitantes, permanecen limpias, pero no porque haya contrato de personas que se dediquen a este oficio, o las llamadas ‘escobitas’, si no porque cada mañana los residentes las barren, así como a sus parques.

“Esto en la mañana es un espectáculo, ver cómo las personas se aglomeran con sus escobas a dejar limpio el pueblo”, dijo uno de los residentes que caminaba por la plaza Francisco Becerra.
Por esos y otros motivos, las personas dicen no cambiarlo, como el señor Ángel, quien a pesar de ser de San Juan del Cesar, La Guajira, dice “aquí me encuentro sabroso”, así como lo está desde hace 74 años, cuando llegó al lugar, al que le denominaron el ‘Jardín del Cesar’, pero no por tener cantidad de jardines, sino por sus características parecidas a la de uno de ellos: de extrema tranquilidad.

La historia de San Diego
San Diego inició como una finca, donde, según el señor Ángel Francisco Vega, vivía un señor que se llamó Diego y que tenía una pierna más grande que la otra, de ahí surgió el nombre Diego Pata, que con su muerte, fue transformado a San Diego.

La finca se convirtió, en el año 1893 en el centro de retiro de personas de municipios como Valledupar y Villanueva, lo que formó un caserío, con viviendas de bahareque y techos de palmas, agrupadas alrededor de una plaza sin iglesia.

La primera iglesia fue construida en 1898. El padre Ángel Cortés fue el encargado de bendecirla, la cual fue dedicada a la Santa María Virgen en su advocación del Perpetuo Socorro. Es así como el pueblo se convirtió en especial, en atractivo, tal cual lo es ahora.
Media Luna, Tocaimo, El Rincón, Los Tupes, Las Pitillas, Los Brasiles y Nuevas Flores, hacen parte de este llamado ‘paraíso terrenal’.

No quieren gasolina ilegal
Una de las principales características de las carreteras del Cesar es la venta de hidrocarburo ilegal. Al menos es lo primero que se observa en el paso por las mismas, sin embargo, San Diego es uno de los pocos pueblos que hace la diferencia, ¿por qué?

José Alberto Padilla afirmó que nadie quiere ‘contaminarse’ con esa problemática social, aunque hubo unos cuantos casos de venta de gasolina venezolana, se han extinguido gracias a que los pobladores prefieren estar a metros de este negocio que ha acaparado a la región, sobre todo a La Paz, donde existe una bomba de tiempo a vista de todos.

“Aquí la gente busca otro modo de sobrevivir, se van a las carreteras a vender arepas, bollos y otros productos”, recalcó Padilla.
La venta ilegal de gasolina para los sandieganos es generador de desorden y por ello no admiten este tipo de actividad, tanto que hacen ir a aquellas personas que quieran dedicarse a ello.

“Nosotros no permitimos ni que los carros se movilicen a alta velocidad, es decir que cualquiera lo puede manejar”, dijo el habitante Reinaldo Vega.

Semana Santa
Otro de los componentes principales de la descontaminación social que vive San Diego es atribuido a su constante fe. Este es uno de los pueblos más religiosos del departamento, que en época de Semana Santa es visitado por personas de todas partes del Caribe y Colombia para la celebración de esta fecha religiosa.

Buenos políticos
La corrupción es un común denominador en algunas poblaciones, donde las administraciones locales son, según la comunidad, utilizadas para la adquisición de poder y recursos destinados a particulares y no a la comunidad.
No obstante, en San Diego todo parece diferente. Según sus pobladores todos los que han estado al mandato han beneficiado a la población, tanto que poca es la necesidad que se visualiza en la comunidad. Tal vez por ello es que escasas son las calles sin pavimentar.
Contrario a esto, algunos dicen que poco es el accionar del actual alcalde Humberto Jurado, quien, al parecer, le hace falta sentido de pertenencia.
San Diego también se caracteriza por ser cuna de escritores importantes de la región que han tenido conocimientos internacionales.

¿Sabía usted qué…?
San Diego fue corregimiento de La Paz y es considerado un pueblo hermoso, rodeado de bendiciones.

PUNTOS DE VISTA
Andrés Barros, habitante
La vida aquí es tranquila, hermosa, de gente trabajadora. Somos diferentes porque somos nobles, nos dedicamos al comercio y no a las malas costumbres.

Rafael Maestre, habitante
Este es un pueblo tranquilo, sano, no existen conflictos y el 5 % de las personas que habitan se dedican a la venta de comida, bollos, arepas, yuca o patilla.

Jaime Guerra, habitante
Yo soy mototaxista y aquí no se ven problemas de esta índole, es sano, tranquilo, desde hace nueve años no se ve muerte por violencia o por accidente.

Wilson Ramos, habitante
Nosotros somos diferentes porque no hay ambición de riqueza, y aunque han llegado personas con esa intención, se han tenido que ir porque no nos gusta eso.

Por Merlin Duarte García/El Pilón
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