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Columnista - 18 junio, 2018

Recordando al maestro Germán Piedrahita

Los buenos docentes nunca dejan de ser estudiantes. Este epígrafe es pertinente para recordar al maestro y pintor, Germán Piedrahita, en el sexto aniversario de su muerte (14 de junio de 2012). Un amigo poeta pregunta ¿Dónde está el pintor Germán Piedrahita? Y un eco le contesta: es un ángel que se agita en la […]

Los buenos docentes nunca dejan de ser estudiantes. Este epígrafe es pertinente para recordar al maestro y pintor, Germán Piedrahita, en el sexto aniversario de su muerte (14 de junio de 2012).

Un amigo poeta pregunta ¿Dónde está el pintor Germán Piedrahita? Y un eco le contesta: es un ángel que se agita en la extensión infinita de celestes navegantes y las alas blancas de su espíritu flotan con la magia de los pinceles.

En el docente y pintor Germán Piedrahita convergían muchas virtudes. Empiezo por resaltar la grandeza de su sencillez y su concepción humanista. Nunca hizo alardes de sus conocimientos artísticos y pedagógicos; pero cuando se le requería, ahí estaba con el rigor de la puntualidad y la disposición responsable para disertar sobre diversos temas.

En los concursos de cuentos del departamento del Cesar obtuvo premios y varias menciones de honor. En las exposiciones, recitales poéticos o musicales, presentaciones de libros, obras de teatros y conferencias, siempre era uno de los primeros en llegar. Germán era una lámpara encendida para la cultura, la vida y la amistad.

Por espacio de diez años cautivó una amplia audiencia selecta con su programa dominical “Los grandes clásicos de la música” por la emisora Radio Guatapurí. Su columna semanal en el Diario El Pilón era una de las preferidas de los lectores. Se desempeñó en el cargo de director de la Casa de la Cultura de Valledupar, durante la administración de Rubén Carvajal Riveira (2008-2009). Además, fue profesor del Colegio La Sagrada Familia, de la Universidad del Atlántico en convenio con el Centro de Investigaciones Docentes del Cesar (CEID) y de la Universidad San Buenaventura, y estuvo de rector del colegio Manuela Beltrán de Valledupar.

Germán era nativo de Ibagué, y en sus años de juventud vivió en Cali, fue arquero de fútbol e imitaba al famoso jugador argentino Hugo Orlando Gatti. En Cali conoció al amor de su vida, Silvia Betancourt, escritora y poeta. Unidos en matrimonio, llegan a Valledupar en la década de 1980, atraídos por las leyendas y los encantos de La Nevada y del río Guatapurí. Aquí nació su única hija, Ángela. Amigos, artistas, periodistas y docentes, el 16 de junio de 2012, despidieron los restos del maestro y pintor, que desde entonces reposan en el vientre amoroso de la tierra vallenata; pero su legado de pintor, docente y humanista sigue en la memoria de sus estudiantes y de los que admiraron sus virtudes de pedagogo y artista.

Columnista
18 junio, 2018

Recordando al maestro Germán Piedrahita

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Atuesta Mindiola

Los buenos docentes nunca dejan de ser estudiantes. Este epígrafe es pertinente para recordar al maestro y pintor, Germán Piedrahita, en el sexto aniversario de su muerte (14 de junio de 2012). Un amigo poeta pregunta ¿Dónde está el pintor Germán Piedrahita? Y un eco le contesta: es un ángel que se agita en la […]


Los buenos docentes nunca dejan de ser estudiantes. Este epígrafe es pertinente para recordar al maestro y pintor, Germán Piedrahita, en el sexto aniversario de su muerte (14 de junio de 2012).

Un amigo poeta pregunta ¿Dónde está el pintor Germán Piedrahita? Y un eco le contesta: es un ángel que se agita en la extensión infinita de celestes navegantes y las alas blancas de su espíritu flotan con la magia de los pinceles.

En el docente y pintor Germán Piedrahita convergían muchas virtudes. Empiezo por resaltar la grandeza de su sencillez y su concepción humanista. Nunca hizo alardes de sus conocimientos artísticos y pedagógicos; pero cuando se le requería, ahí estaba con el rigor de la puntualidad y la disposición responsable para disertar sobre diversos temas.

En los concursos de cuentos del departamento del Cesar obtuvo premios y varias menciones de honor. En las exposiciones, recitales poéticos o musicales, presentaciones de libros, obras de teatros y conferencias, siempre era uno de los primeros en llegar. Germán era una lámpara encendida para la cultura, la vida y la amistad.

Por espacio de diez años cautivó una amplia audiencia selecta con su programa dominical “Los grandes clásicos de la música” por la emisora Radio Guatapurí. Su columna semanal en el Diario El Pilón era una de las preferidas de los lectores. Se desempeñó en el cargo de director de la Casa de la Cultura de Valledupar, durante la administración de Rubén Carvajal Riveira (2008-2009). Además, fue profesor del Colegio La Sagrada Familia, de la Universidad del Atlántico en convenio con el Centro de Investigaciones Docentes del Cesar (CEID) y de la Universidad San Buenaventura, y estuvo de rector del colegio Manuela Beltrán de Valledupar.

Germán era nativo de Ibagué, y en sus años de juventud vivió en Cali, fue arquero de fútbol e imitaba al famoso jugador argentino Hugo Orlando Gatti. En Cali conoció al amor de su vida, Silvia Betancourt, escritora y poeta. Unidos en matrimonio, llegan a Valledupar en la década de 1980, atraídos por las leyendas y los encantos de La Nevada y del río Guatapurí. Aquí nació su única hija, Ángela. Amigos, artistas, periodistas y docentes, el 16 de junio de 2012, despidieron los restos del maestro y pintor, que desde entonces reposan en el vientre amoroso de la tierra vallenata; pero su legado de pintor, docente y humanista sigue en la memoria de sus estudiantes y de los que admiraron sus virtudes de pedagogo y artista.