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Editorial - 9 mayo, 2017

¿Qué nos pasa?

La muerte del niño Jhon Alexander Rodríguez, de cuatro años, no ha generado la solidaridad, ni el asombro o rechazo que en estos casos se da, como sucedió con la muerte en Bogotá de Yuliana Samboni en diciembre pasado o ‘Sarita’ en hechos ocurridos en el mes de abril en el municipio de Armero de […]

La muerte del niño Jhon Alexander Rodríguez, de cuatro años, no ha generado la solidaridad, ni el asombro o rechazo que en estos casos se da, como sucedió con la muerte en Bogotá de Yuliana Samboni en diciembre pasado o ‘Sarita’ en hechos ocurridos en el mes de abril en el municipio de Armero de Gayabal, en Tolima.

La muerte de Jhon Alexander sucedió en el centro del departamento del Cesar, en el municipio de Curumaní, el pasado domingo y no ha pasado de ser una muerte más. Algunos habitantes hicieron una marcha la misma noche del domingo, pero hasta ahí se ha quedado la tragedia.

El niño apareció muerto, maltratado, asfixiado y, aunque no se ha comprobado, al parecer abusado. Incluso algunos medios de comunicación se refieren a Jhon Alexandre como “el niño de cuatro” años y se abstienen de decir su nombre para, supuestamente, protegerlo y no victimizarlo más. Ya está muerto y no lo protegieron cuando estaba con vida.

Ahora lo que corresponde es alzar la voz para que no haya un niño más abusado, maltratado ni asesinado. Las autoridades aún no han entregado un reporte de los detalles de su muerte y no habría que esperarlo para que los representantes de las entidades e instituciones se hubieran movilizado de inmediato a repudiar el hecho y a ponerse al frente. ¡Qué frialdad existe en el Cesar con este tema!

Solo hoy martes sesionará en Curumaní el Comité Intersectorial Consultivo Departamental para la Prevención de Violencia Sexual y Atención Integral de Niños, Niñas y Adolescentes. La capacidad de reacción frente a un suceso como este debe ser mejor. A la Secretaría de Salud Departamental que preside este comité, con la secretaría técnica del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar le falta más proactividad. La muerte violenta de un niño no ocurre todos los días, deberían actuar más rápido.

En el Cesar ya han ocurrido otros asesinatos de niños, que primero son abusados por parte de sus victimarios. En agosto de 2012 en el municipio de La Jagua de Ibirico se vivió una tragedia muy similar, Keyla Johana Nieto, de 7 años, fue recogida en la Escuela Mixta Número 1, por un mototaxista diciendo que su mamá lo había mandado a buscarla. Su cuerpo fue encontrado tres días después semidesnudo, con indicios de violación. En agosto de 2014 el niño Martín Camilo Martínez Ávila, de 9 años, desapareció y a los nueve días hallaron su cuerpo en estado de descomposición, también fue abusado sexualmente. En enero de 2013 en el municipio de Codazzi se registró la violación y asesinato de la niña Milagros Romero, de 10 años, quien fue escondida por su victimario en una letrina de la casa familiar.

Todos estos hechos no pueden borrarse de la memoria colectiva de los cesarenses, la violencia contra los niños es una realidad y se debe enfrentar con mayor ahínco, no con paños de agua tibia. Qué se sienta el rechazo por la muerte de Jhon Alexander.

Editorial
9 mayo, 2017

¿Qué nos pasa?

La muerte del niño Jhon Alexander Rodríguez, de cuatro años, no ha generado la solidaridad, ni el asombro o rechazo que en estos casos se da, como sucedió con la muerte en Bogotá de Yuliana Samboni en diciembre pasado o ‘Sarita’ en hechos ocurridos en el mes de abril en el municipio de Armero de […]


La muerte del niño Jhon Alexander Rodríguez, de cuatro años, no ha generado la solidaridad, ni el asombro o rechazo que en estos casos se da, como sucedió con la muerte en Bogotá de Yuliana Samboni en diciembre pasado o ‘Sarita’ en hechos ocurridos en el mes de abril en el municipio de Armero de Gayabal, en Tolima.

La muerte de Jhon Alexander sucedió en el centro del departamento del Cesar, en el municipio de Curumaní, el pasado domingo y no ha pasado de ser una muerte más. Algunos habitantes hicieron una marcha la misma noche del domingo, pero hasta ahí se ha quedado la tragedia.

El niño apareció muerto, maltratado, asfixiado y, aunque no se ha comprobado, al parecer abusado. Incluso algunos medios de comunicación se refieren a Jhon Alexandre como “el niño de cuatro” años y se abstienen de decir su nombre para, supuestamente, protegerlo y no victimizarlo más. Ya está muerto y no lo protegieron cuando estaba con vida.

Ahora lo que corresponde es alzar la voz para que no haya un niño más abusado, maltratado ni asesinado. Las autoridades aún no han entregado un reporte de los detalles de su muerte y no habría que esperarlo para que los representantes de las entidades e instituciones se hubieran movilizado de inmediato a repudiar el hecho y a ponerse al frente. ¡Qué frialdad existe en el Cesar con este tema!

Solo hoy martes sesionará en Curumaní el Comité Intersectorial Consultivo Departamental para la Prevención de Violencia Sexual y Atención Integral de Niños, Niñas y Adolescentes. La capacidad de reacción frente a un suceso como este debe ser mejor. A la Secretaría de Salud Departamental que preside este comité, con la secretaría técnica del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar le falta más proactividad. La muerte violenta de un niño no ocurre todos los días, deberían actuar más rápido.

En el Cesar ya han ocurrido otros asesinatos de niños, que primero son abusados por parte de sus victimarios. En agosto de 2012 en el municipio de La Jagua de Ibirico se vivió una tragedia muy similar, Keyla Johana Nieto, de 7 años, fue recogida en la Escuela Mixta Número 1, por un mototaxista diciendo que su mamá lo había mandado a buscarla. Su cuerpo fue encontrado tres días después semidesnudo, con indicios de violación. En agosto de 2014 el niño Martín Camilo Martínez Ávila, de 9 años, desapareció y a los nueve días hallaron su cuerpo en estado de descomposición, también fue abusado sexualmente. En enero de 2013 en el municipio de Codazzi se registró la violación y asesinato de la niña Milagros Romero, de 10 años, quien fue escondida por su victimario en una letrina de la casa familiar.

Todos estos hechos no pueden borrarse de la memoria colectiva de los cesarenses, la violencia contra los niños es una realidad y se debe enfrentar con mayor ahínco, no con paños de agua tibia. Qué se sienta el rechazo por la muerte de Jhon Alexander.