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Judicial - 9 mayo, 2013

“Participé en el secuestro y me arrepiento”

“A mí me engañaron, porque me dijeron que me pagaban tres millones de pesos, pero por otra vuelta. Estuve a punto de volarme y dejar sola a la secuestrada, porque no estaba de acuerdo con eso”

Yamint Quintero Pacheco, un joven de 23 años, quien fracasó en su primer intento de actuar al margen de la ley en el secuestro de una mujer,  propietaria de una finca en la jurisdicción del municipio de Pelaya, al sur del Cesar, se confesó de manera exclusiva ante los periodistas de EL PILON confirmando su participación en el plagio, aunque prácticamente lo hizo obligado porque un individuo, a quien poco conocía, le dijo que se iba a ganar tres millones de pesos en un trabajo sin forzarse y en poco tiempo.

“Lo confieso señor periodista: yo me ganaba la vida trabajando diario en Aguachica, en lo que saliera, pero nunca me imaginé que me iban a engañar de esa manera. Uno de ellos al que le dicen 'El Flaco' me llamó al celular para que me trasladara urgentemente a Pelaya, porque había un trabajito extra y rápido con una muy buena remuneración y que no tenía que poner nada, porque todo me lo suministraban ellos.

Le insistí antes de acudir al llamado para que me dijera de qué se trataba el trabajito; pero nunca me informó que era para participar en un secuestro y luego convertirme en el cuidandero de la víctima. Cuando estuve metido en el cuento, ya era tarde y no había nada qué hacer.

Sin embargo, a los dos días de estar custodiando a Alba Gladys Ángel Orozco, estuve a punto de volarme y dejarla sola, pero mi compañero me advirtió que cuidadito se torcía de la vuelta, porque no respondía por la vida de ella, o alguien de su familia.

Por esa amenaza, yo me quedé, pero estoy totalmente arrepentido de lo que hice; por mi mente jamás me había pasado realizar una acción como esta, en el que la vida de un ser humano se pone en riesgo e inclusive y más la de uno, quien es el que tiene que poner el pecho en caso que las cosas no salgan como se tenía planeado.

Precisamente, eso me ocurrió a mí y fui el más perjudicado, porque casi me matan en el rescate que realizó el Gaula de la Policía, al recibir un balazo en el hombro izquierdo con fractura de hueso, al recibir un balazo, cuando los uniformados llegaron al sitio donde manteníamos secuestrada a la mujer.

“Yo no disparé, fue mi compañero” 

Quintero Pacheco, quien se encuentra en una de las camillas del hospital 'Rosario Pumarejo de López' a la espera de ser intervenido quirúrgicamente por los médicos especialistas,  manifestó que él no fue el que disparó contra la Policía.

Quien lo hizo fue Devinson Luqueta López, de 19 años, quien era el que portaba la pistola; yo solo llevaba un maletín con mis pertenencias particulares y cuando la Policía llegó, traté de salir corriendo y una bala me alcanzó. Recuerdo que caí al suelo y me fui desmayando lentamente.

Los uniformados me auxiliaron y me trasladaron hasta el hospital de Pelaya, donde recibí las primeras atenciones médicas y luego me remitieron a Valledupar. Ellos me dieron buen trato, fueron muy humanitarios conmigo, porque una vez me hirieron no me hicieron más nada.

“A ella le dimos buen trato”

En ningún momento, la amarramos, ni la golpeamos, ni algo por el estilo, siempre fuimos amables con ella y le ofrecíamos todo lo que ella nos pedía, dentro de las condiciones económicas que nosotros teníamos.

La comida que le dimos durante los días de cautiverio fue enlatado, pan, galletas, pasteles, yogurt, gaseosas, agua en bolsa y otros productos de tienda, los que eran comprados en Pelaya y los demás compañeros los llevaban en motocicleta.

Ella, nos imploraba mucho, que no la fuéramos a matar, que la dejáramos en libertad, pero nosotros le manifestábamos que estuviera tranquila, que no le íbamos a hacer nada, pero que estaban a la espera de que el esposo entregara los 100 millones de pesos que los compañeros les exigían para dejarla en libertad.

La teníamos oculta en el rastrojo de una finca cercana al municipio de Pelaya, sobre la carretera troncal de oriente, donde le teníamos un pequeño cambuche para protegerla del agua.

 

Judicial
9 mayo, 2013

“Participé en el secuestro y me arrepiento”

“A mí me engañaron, porque me dijeron que me pagaban tres millones de pesos, pero por otra vuelta. Estuve a punto de volarme y dejar sola a la secuestrada, porque no estaba de acuerdo con eso”


Yamint Quintero Pacheco, un joven de 23 años, quien fracasó en su primer intento de actuar al margen de la ley en el secuestro de una mujer,  propietaria de una finca en la jurisdicción del municipio de Pelaya, al sur del Cesar, se confesó de manera exclusiva ante los periodistas de EL PILON confirmando su participación en el plagio, aunque prácticamente lo hizo obligado porque un individuo, a quien poco conocía, le dijo que se iba a ganar tres millones de pesos en un trabajo sin forzarse y en poco tiempo.

“Lo confieso señor periodista: yo me ganaba la vida trabajando diario en Aguachica, en lo que saliera, pero nunca me imaginé que me iban a engañar de esa manera. Uno de ellos al que le dicen 'El Flaco' me llamó al celular para que me trasladara urgentemente a Pelaya, porque había un trabajito extra y rápido con una muy buena remuneración y que no tenía que poner nada, porque todo me lo suministraban ellos.

Le insistí antes de acudir al llamado para que me dijera de qué se trataba el trabajito; pero nunca me informó que era para participar en un secuestro y luego convertirme en el cuidandero de la víctima. Cuando estuve metido en el cuento, ya era tarde y no había nada qué hacer.

Sin embargo, a los dos días de estar custodiando a Alba Gladys Ángel Orozco, estuve a punto de volarme y dejarla sola, pero mi compañero me advirtió que cuidadito se torcía de la vuelta, porque no respondía por la vida de ella, o alguien de su familia.

Por esa amenaza, yo me quedé, pero estoy totalmente arrepentido de lo que hice; por mi mente jamás me había pasado realizar una acción como esta, en el que la vida de un ser humano se pone en riesgo e inclusive y más la de uno, quien es el que tiene que poner el pecho en caso que las cosas no salgan como se tenía planeado.

Precisamente, eso me ocurrió a mí y fui el más perjudicado, porque casi me matan en el rescate que realizó el Gaula de la Policía, al recibir un balazo en el hombro izquierdo con fractura de hueso, al recibir un balazo, cuando los uniformados llegaron al sitio donde manteníamos secuestrada a la mujer.

“Yo no disparé, fue mi compañero” 

Quintero Pacheco, quien se encuentra en una de las camillas del hospital 'Rosario Pumarejo de López' a la espera de ser intervenido quirúrgicamente por los médicos especialistas,  manifestó que él no fue el que disparó contra la Policía.

Quien lo hizo fue Devinson Luqueta López, de 19 años, quien era el que portaba la pistola; yo solo llevaba un maletín con mis pertenencias particulares y cuando la Policía llegó, traté de salir corriendo y una bala me alcanzó. Recuerdo que caí al suelo y me fui desmayando lentamente.

Los uniformados me auxiliaron y me trasladaron hasta el hospital de Pelaya, donde recibí las primeras atenciones médicas y luego me remitieron a Valledupar. Ellos me dieron buen trato, fueron muy humanitarios conmigo, porque una vez me hirieron no me hicieron más nada.

“A ella le dimos buen trato”

En ningún momento, la amarramos, ni la golpeamos, ni algo por el estilo, siempre fuimos amables con ella y le ofrecíamos todo lo que ella nos pedía, dentro de las condiciones económicas que nosotros teníamos.

La comida que le dimos durante los días de cautiverio fue enlatado, pan, galletas, pasteles, yogurt, gaseosas, agua en bolsa y otros productos de tienda, los que eran comprados en Pelaya y los demás compañeros los llevaban en motocicleta.

Ella, nos imploraba mucho, que no la fuéramos a matar, que la dejáramos en libertad, pero nosotros le manifestábamos que estuviera tranquila, que no le íbamos a hacer nada, pero que estaban a la espera de que el esposo entregara los 100 millones de pesos que los compañeros les exigían para dejarla en libertad.

La teníamos oculta en el rastrojo de una finca cercana al municipio de Pelaya, sobre la carretera troncal de oriente, donde le teníamos un pequeño cambuche para protegerla del agua.