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Columnista - 11 febrero, 2016

Pacto liberal

A instancias de la reciente visita del senador costeño Álvaro Ashton Giraldo, se reunieron los liberales cesarenses interesados en reagruparse y devolverle al partido los triunfos electorales que perecieron en el manzanillismo, la exclusión y las presiones que pasaron de ser armadas en su momento, a las de hoy, más parecidas a un mortal brebaje […]

A instancias de la reciente visita del senador costeño Álvaro Ashton Giraldo, se reunieron los liberales cesarenses interesados en reagruparse y devolverle al partido los triunfos electorales que perecieron en el manzanillismo, la exclusión y las presiones que pasaron de ser armadas en su momento, a las de hoy, más parecidas a un mortal brebaje compuesto por la capacidad de persuasión de la clientela oficial y la solvencia infinita de algunos bolsillos particulares.

Propuso el senador liberal el pacto Alfonso Araújo Cotes, en homenaje a este nonagenario patricio que con su inteligencia y energía derrota las limitaciones de la edad, cada vez que le toca irrigar de hidalguía y mística política, los postulados ideológicos que ancestralmente caracterizaron la colectividad. Invitó el congresista a una gran unión, donde cupieran las diferentes vertientes del liberalismo, sin enfrentamientos, deponiendo egoísmos, celos y resentimientos, remando todos en un mismo sentido, ahora que el Partido Liberal Colombiano está llamado a liderar el post conflicto, tal como lo ha hecho a través de su historia con las grandes transformaciones del país.

Ojalá la propuesta tenga aceptación y la madurez política sea superior a las bajas prácticas de anacrónicos personajes que disimulan con desacuerdos internos, el velado interés de venderse al mejor postor. Los ‘caballos de Troya’ también deben aceptar el pacto o retirarse a la colectividad política donde se sientan a gusto, porque nada hacemos con públicos actos de constricción o mediáticos ‘golpes de pecho’, cuando en nombre de la rebeldía seguimos votando por candidatos de otros partidos.

Descalificar copartidarios, categorizándolos caprichosamente como buenos o malos liberales por desconocimiento de la historia, tampoco debe ser el camino; a mí me pasó, un amigo me recusó porque según él yo no era liberal, le recordé que un tres de febrero de 1952 mi abuelo Julio Calderón enfrentó la policía conservadora de la época, defendiendo la tradición liberal del pueblo; por mi parte, a nombre del Partido Liberal puse a consideración mi nombre dos veces al Concejo y una a la Alcaldía del municipio de La Paz con resultados exitosos en las tres oportunidades, caso diferente al de él, que sin tradición liberal solo tuvo un fugaz paso por el alguna corporación pública, aparte de los fracasos electorales y señalamientos éticos que avergüenzan al partido.

Pero no se trata de propiciar enfrentamientos sino de tender puentes de entendimiento entre las diferentes fracciones liberales, incluso abriendo espacios para que lleguen aliados porque tal como lo dijo el doctor Horacio Serpa Uribe, las elecciones se ganan con votos y cada esfuerzo es importante en esta resurrección partidista.

Por esto el pacto Alfonso Araújo Cotes nos debe comprometer a mantenernos dentro del partido, aun cuando las decisiones de la Dirección Liberal o de las consultas populares no favorezcan nuestros intereses particulares o políticos, solo así estaremos haciendo el verdadero liberalismo que individualmente profesamos pero que no logramos cohesionar para obtener los triunfos. Un abrazo.

Columnista
11 febrero, 2016

Pacto liberal

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Antonio María Araujo

A instancias de la reciente visita del senador costeño Álvaro Ashton Giraldo, se reunieron los liberales cesarenses interesados en reagruparse y devolverle al partido los triunfos electorales que perecieron en el manzanillismo, la exclusión y las presiones que pasaron de ser armadas en su momento, a las de hoy, más parecidas a un mortal brebaje […]


A instancias de la reciente visita del senador costeño Álvaro Ashton Giraldo, se reunieron los liberales cesarenses interesados en reagruparse y devolverle al partido los triunfos electorales que perecieron en el manzanillismo, la exclusión y las presiones que pasaron de ser armadas en su momento, a las de hoy, más parecidas a un mortal brebaje compuesto por la capacidad de persuasión de la clientela oficial y la solvencia infinita de algunos bolsillos particulares.

Propuso el senador liberal el pacto Alfonso Araújo Cotes, en homenaje a este nonagenario patricio que con su inteligencia y energía derrota las limitaciones de la edad, cada vez que le toca irrigar de hidalguía y mística política, los postulados ideológicos que ancestralmente caracterizaron la colectividad. Invitó el congresista a una gran unión, donde cupieran las diferentes vertientes del liberalismo, sin enfrentamientos, deponiendo egoísmos, celos y resentimientos, remando todos en un mismo sentido, ahora que el Partido Liberal Colombiano está llamado a liderar el post conflicto, tal como lo ha hecho a través de su historia con las grandes transformaciones del país.

Ojalá la propuesta tenga aceptación y la madurez política sea superior a las bajas prácticas de anacrónicos personajes que disimulan con desacuerdos internos, el velado interés de venderse al mejor postor. Los ‘caballos de Troya’ también deben aceptar el pacto o retirarse a la colectividad política donde se sientan a gusto, porque nada hacemos con públicos actos de constricción o mediáticos ‘golpes de pecho’, cuando en nombre de la rebeldía seguimos votando por candidatos de otros partidos.

Descalificar copartidarios, categorizándolos caprichosamente como buenos o malos liberales por desconocimiento de la historia, tampoco debe ser el camino; a mí me pasó, un amigo me recusó porque según él yo no era liberal, le recordé que un tres de febrero de 1952 mi abuelo Julio Calderón enfrentó la policía conservadora de la época, defendiendo la tradición liberal del pueblo; por mi parte, a nombre del Partido Liberal puse a consideración mi nombre dos veces al Concejo y una a la Alcaldía del municipio de La Paz con resultados exitosos en las tres oportunidades, caso diferente al de él, que sin tradición liberal solo tuvo un fugaz paso por el alguna corporación pública, aparte de los fracasos electorales y señalamientos éticos que avergüenzan al partido.

Pero no se trata de propiciar enfrentamientos sino de tender puentes de entendimiento entre las diferentes fracciones liberales, incluso abriendo espacios para que lleguen aliados porque tal como lo dijo el doctor Horacio Serpa Uribe, las elecciones se ganan con votos y cada esfuerzo es importante en esta resurrección partidista.

Por esto el pacto Alfonso Araújo Cotes nos debe comprometer a mantenernos dentro del partido, aun cuando las decisiones de la Dirección Liberal o de las consultas populares no favorezcan nuestros intereses particulares o políticos, solo así estaremos haciendo el verdadero liberalismo que individualmente profesamos pero que no logramos cohesionar para obtener los triunfos. Un abrazo.