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Columnista - 20 febrero, 2017

Otra vez La Guajira a la deriva

“Por aquí no”, fue la frase de Wilmer González a su interlocutor cuando le decía que ya tenían 2.000 “barras” para la campaña y que los recibirían en Barranquilla, según una llamada interceptada por la Fiscalía, que hoy lo tiene tras las rejas y, nuevamente, al departamento a la deriva. Es el típico lenguaje de […]

“Por aquí no”, fue la frase de Wilmer González a su interlocutor cuando le decía que ya tenían 2.000 “barras” para la campaña y que los recibirían en Barranquilla, según una llamada interceptada por la Fiscalía, que hoy lo tiene tras las rejas y, nuevamente, al departamento a la deriva. Es el típico lenguaje de la cultura  mafiosa que ha permeado casi todas las capas sociales del país, cuando traquetos o corruptos pretenden camuflar algo. Pero más allá de la estupidez e irresponsabilidad del gobernador, lo que da es rabia con gran parte del electorado que sigue defendiendo a esa clase política, causante de toda esta miseria y en la cual aún sobreviven Alfredo de Luque y Antenor Durán, quien dicho sea de paso, quiere lanzar a la Cámara a su esposa, que ya es diputada, así o más “conchúo”.

Muchos en La Guajira aducen una tal persecución, desestimando pruebas irrefutables e inventando mitos de que los cachacos se quieren robar las riquezas, pese a que dejaron que se llevaran las regalías, ahora el cuento es que hay petróleo en el mar, argumentos que denotan una completa ignorancia. La semana pasada capturaron por corrupción a la alcaldesa de Ocaña y los secretarios de Gobierno y Movilidad ¿Y acaso Ocaña queda en La Guajira? pregunta para el diputado Poncho Medina. Lo más grave de un problema es no reconocerlo, como la droga o el alcoholismo y, en La Guajira, algunos aliados de los políticos corruptos, beneficiado con contratos y uno que otro puestico, insisten en defenderlos, hasta estudiantes de la Universidad de La Guajira han perdido el criterio y el carácter para debatir a cambio de un subsidio o una nota.

En este momento el departamento lo que necesita es gente que hable, que debata y, sin miedo, lo defienda de la plaga de alimañas que se tomó el poder público para institucionalizar un imperio del crimen.

Es increíble que toda una dirigencia política esté perseguida como repiten, primero Nando Deluque, preso; luego José Luis González “El Chinito”, preso; después don Jorge Pérez, preso; el ilustre Kiko Gómez, preso; ahora Wilmer González, preso (y eso que posa de evangélico) y no pasan 15 días para que capturen a Chemita Ballesteros y a Oneida Pinto, destituida; además de Fabio Velázquez, alcalde de Riohacha, también preso.

En La Guajira, solo faltaría que encarcelaran al Obispo; qué vergüenza. Lo más triste es que para defenderse siguen utilizando a la cultura wayúu, aunque la mayoría muera de hambre y sed, los ponen a gritar disparates en pleno juzgado en Bogotá y como si fuera poco, aseguran que comprar votos con chivos es una práctica cultural. El gobierno central anunció una intervención profunda, ellos también son responsables, ojalá sirva para ponerlos contra la pared, pero eso se hace es con liderazgo, dialogando, no gritando y menos matando. ¿Dónde están los jóvenes y profesionales para que renueven los partidos políticos? ¿De qué sirve el tal centro de pensamiento de Cerrejón? ¿Para pensar y no actuar? ¿Qué dicen los gremios? ¿Seguirán impávidos ante este desastre? ¿Qué dicen los medios de comunicación? ¿Seguirán arrodillados por la pauta? Ya Ñoño Elías y Alfredo Deluque, se están peleando la presa en la terna para nombrar sucesor y seguir en las mimas.

Amylkar Acosta tampoco es solución, acaba de salir por la puerta de atrás de la Federación de Departamentos y no es mucho lo que ha hecho por Monguí. Duele y bastante, lo que pasa en La Guajira donde todos somos familia y amigos, pero no por eso podemos convertirnos en cómplices de una desgracia que solo con el compromiso y la sensatez de todos podremos sacar adelante.

Columnista
20 febrero, 2017

Otra vez La Guajira a la deriva

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jacobo Solano Cerchiaro

“Por aquí no”, fue la frase de Wilmer González a su interlocutor cuando le decía que ya tenían 2.000 “barras” para la campaña y que los recibirían en Barranquilla, según una llamada interceptada por la Fiscalía, que hoy lo tiene tras las rejas y, nuevamente, al departamento a la deriva. Es el típico lenguaje de […]


“Por aquí no”, fue la frase de Wilmer González a su interlocutor cuando le decía que ya tenían 2.000 “barras” para la campaña y que los recibirían en Barranquilla, según una llamada interceptada por la Fiscalía, que hoy lo tiene tras las rejas y, nuevamente, al departamento a la deriva. Es el típico lenguaje de la cultura  mafiosa que ha permeado casi todas las capas sociales del país, cuando traquetos o corruptos pretenden camuflar algo. Pero más allá de la estupidez e irresponsabilidad del gobernador, lo que da es rabia con gran parte del electorado que sigue defendiendo a esa clase política, causante de toda esta miseria y en la cual aún sobreviven Alfredo de Luque y Antenor Durán, quien dicho sea de paso, quiere lanzar a la Cámara a su esposa, que ya es diputada, así o más “conchúo”.

Muchos en La Guajira aducen una tal persecución, desestimando pruebas irrefutables e inventando mitos de que los cachacos se quieren robar las riquezas, pese a que dejaron que se llevaran las regalías, ahora el cuento es que hay petróleo en el mar, argumentos que denotan una completa ignorancia. La semana pasada capturaron por corrupción a la alcaldesa de Ocaña y los secretarios de Gobierno y Movilidad ¿Y acaso Ocaña queda en La Guajira? pregunta para el diputado Poncho Medina. Lo más grave de un problema es no reconocerlo, como la droga o el alcoholismo y, en La Guajira, algunos aliados de los políticos corruptos, beneficiado con contratos y uno que otro puestico, insisten en defenderlos, hasta estudiantes de la Universidad de La Guajira han perdido el criterio y el carácter para debatir a cambio de un subsidio o una nota.

En este momento el departamento lo que necesita es gente que hable, que debata y, sin miedo, lo defienda de la plaga de alimañas que se tomó el poder público para institucionalizar un imperio del crimen.

Es increíble que toda una dirigencia política esté perseguida como repiten, primero Nando Deluque, preso; luego José Luis González “El Chinito”, preso; después don Jorge Pérez, preso; el ilustre Kiko Gómez, preso; ahora Wilmer González, preso (y eso que posa de evangélico) y no pasan 15 días para que capturen a Chemita Ballesteros y a Oneida Pinto, destituida; además de Fabio Velázquez, alcalde de Riohacha, también preso.

En La Guajira, solo faltaría que encarcelaran al Obispo; qué vergüenza. Lo más triste es que para defenderse siguen utilizando a la cultura wayúu, aunque la mayoría muera de hambre y sed, los ponen a gritar disparates en pleno juzgado en Bogotá y como si fuera poco, aseguran que comprar votos con chivos es una práctica cultural. El gobierno central anunció una intervención profunda, ellos también son responsables, ojalá sirva para ponerlos contra la pared, pero eso se hace es con liderazgo, dialogando, no gritando y menos matando. ¿Dónde están los jóvenes y profesionales para que renueven los partidos políticos? ¿De qué sirve el tal centro de pensamiento de Cerrejón? ¿Para pensar y no actuar? ¿Qué dicen los gremios? ¿Seguirán impávidos ante este desastre? ¿Qué dicen los medios de comunicación? ¿Seguirán arrodillados por la pauta? Ya Ñoño Elías y Alfredo Deluque, se están peleando la presa en la terna para nombrar sucesor y seguir en las mimas.

Amylkar Acosta tampoco es solución, acaba de salir por la puerta de atrás de la Federación de Departamentos y no es mucho lo que ha hecho por Monguí. Duele y bastante, lo que pasa en La Guajira donde todos somos familia y amigos, pero no por eso podemos convertirnos en cómplices de una desgracia que solo con el compromiso y la sensatez de todos podremos sacar adelante.