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Columnista - 24 agosto, 2014

No Vivo Sin Ti

¡Maldito aquel que inventó el olvido! Lo sentía tan lejano como si procediera de algún recuerdo. Nada sabía de olvidos no conocía de engaños, su amor era limpio adornado por la caricia de un verso y la luz de una estrella. ¿En qué nave de mil mares se había escondido? ¿qué cielos nuevos recorría ahora […]

¡Maldito aquel que inventó el olvido!

Lo sentía tan lejano como si procediera de algún recuerdo. Nada sabía de olvidos no conocía de engaños, su amor era limpio adornado por la caricia de un verso y la luz de una estrella. ¿En qué nave de mil mares se había escondido? ¿qué cielos nuevos recorría ahora sin extrañarla si se amaban desde el primer suspiro?
No había respuestas solo silencios, por eso lo llamó: le preguntó con insistencia por qué había cambiado, por qué no la llamaba. El no tuvo explicaciones claras, le habló de un examen difícil que tenía para el día siguiente y se quedó en silencio al otro lado de la línea. Ella sintió un vacío descomunal suspiró profundo y quedó en tinieblas al otro lado de la luna.
En el colegio fueron los mejores amigos, se encontraban en todos los rincones sin ponerse de acuerdo, ella le guardaba sus libretas y él conseguía las meriendas de ella, también le gravaba los CDs que escuchaban y él le transcribía poemas hermosos. Las libretas estaban llenas de frases dulces del uno para el otro y sus nombres escritos tantas veces como flores en abril.
Allí se idolatraron entre alegrías y retozos del colegio, eran compinches, amigos y novios: las aulas, los pasillos y jardines los vieron amarse sin negarse nada. El amor era encontrarse de nuevo, ella flotaba en un hechizo juvenil y él, nervioso, bajaba la mirada para que no lo vieran sonrojarse. Durante esos años felices compartieron ilusiones y hasta soñaron con casarse y no separarse nunca jamás.
El último día de clases todos los de último año se dedicaron frases de despedida, él en la hoja final le escribió en letras de molde su única verdad cierta: “NO VIVO SIN TI” la decoró con nubes dispersas y dos corazones entrelazados, al final escribió Alejandro y Ángela.
En enero se fue a una ciudad lejana y extraña a iniciar su carrera universitaria, ella se quedó en su pueblo de trinitarias “que brilla bajo el cielo de la serranía, el corazón no puede soportar el profundo pesar que da tu lejanía”… – cantaba.
Le llegaban cartas profundas y sinceras, las llamadas eran permanentes pero meses después las cartas se fueron distanciando, y las llamadas escaseaban. Ella terminó por aceptar las excusas, su corazón ingenuo nunca desconfió hasta que llegaron las vacaciones de junio y el no regresó como había prometido.
En diciembre llegó de vacaciones, no vino solo, trajo a su nueva novia a conocer su pueblo de encantos. Todos lo vieron pasearse por las calles como si nada, parecía feliz pero a veces se le veía callado, pensativo y hasta confuso en sus palabras. Una tarde ella lo divisó a los lejos, siguió la línea de su mirada y quizás la de sus sentimientos, sintió que ya no era el mismo, había cambiado era otra persona. CONTINUARA…
[email protected]

Columnista
24 agosto, 2014

No Vivo Sin Ti

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Leonardo Maya Amaya

¡Maldito aquel que inventó el olvido! Lo sentía tan lejano como si procediera de algún recuerdo. Nada sabía de olvidos no conocía de engaños, su amor era limpio adornado por la caricia de un verso y la luz de una estrella. ¿En qué nave de mil mares se había escondido? ¿qué cielos nuevos recorría ahora […]


¡Maldito aquel que inventó el olvido!

Lo sentía tan lejano como si procediera de algún recuerdo. Nada sabía de olvidos no conocía de engaños, su amor era limpio adornado por la caricia de un verso y la luz de una estrella. ¿En qué nave de mil mares se había escondido? ¿qué cielos nuevos recorría ahora sin extrañarla si se amaban desde el primer suspiro?
No había respuestas solo silencios, por eso lo llamó: le preguntó con insistencia por qué había cambiado, por qué no la llamaba. El no tuvo explicaciones claras, le habló de un examen difícil que tenía para el día siguiente y se quedó en silencio al otro lado de la línea. Ella sintió un vacío descomunal suspiró profundo y quedó en tinieblas al otro lado de la luna.
En el colegio fueron los mejores amigos, se encontraban en todos los rincones sin ponerse de acuerdo, ella le guardaba sus libretas y él conseguía las meriendas de ella, también le gravaba los CDs que escuchaban y él le transcribía poemas hermosos. Las libretas estaban llenas de frases dulces del uno para el otro y sus nombres escritos tantas veces como flores en abril.
Allí se idolatraron entre alegrías y retozos del colegio, eran compinches, amigos y novios: las aulas, los pasillos y jardines los vieron amarse sin negarse nada. El amor era encontrarse de nuevo, ella flotaba en un hechizo juvenil y él, nervioso, bajaba la mirada para que no lo vieran sonrojarse. Durante esos años felices compartieron ilusiones y hasta soñaron con casarse y no separarse nunca jamás.
El último día de clases todos los de último año se dedicaron frases de despedida, él en la hoja final le escribió en letras de molde su única verdad cierta: “NO VIVO SIN TI” la decoró con nubes dispersas y dos corazones entrelazados, al final escribió Alejandro y Ángela.
En enero se fue a una ciudad lejana y extraña a iniciar su carrera universitaria, ella se quedó en su pueblo de trinitarias “que brilla bajo el cielo de la serranía, el corazón no puede soportar el profundo pesar que da tu lejanía”… – cantaba.
Le llegaban cartas profundas y sinceras, las llamadas eran permanentes pero meses después las cartas se fueron distanciando, y las llamadas escaseaban. Ella terminó por aceptar las excusas, su corazón ingenuo nunca desconfió hasta que llegaron las vacaciones de junio y el no regresó como había prometido.
En diciembre llegó de vacaciones, no vino solo, trajo a su nueva novia a conocer su pueblo de encantos. Todos lo vieron pasearse por las calles como si nada, parecía feliz pero a veces se le veía callado, pensativo y hasta confuso en sus palabras. Una tarde ella lo divisó a los lejos, siguió la línea de su mirada y quizás la de sus sentimientos, sintió que ya no era el mismo, había cambiado era otra persona. CONTINUARA…
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