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Columnista - 30 septiembre, 2016

¡No más muertos, no más guerras!

El 9/26 es un día sin precedentes en Colombia porque marca el fin de una guerra entre hermanos de más de 50 años que nos dejó desolación, cientos de miles de muertos, millones de víctimas, desplazados y muchas heridas abiertas para sanar. Tenemos que eliminar las dudas que vamos hacia una forma de hacer política […]

El 9/26 es un día sin precedentes en Colombia porque marca el fin de una guerra entre hermanos de más de 50 años que nos dejó desolación, cientos de miles de muertos, millones de víctimas, desplazados y muchas heridas abiertas para sanar. Tenemos que eliminar las dudas que vamos hacia una forma de hacer política sin armas y sin balas, al mismo tiempo que nos preparamos para desarmar las mentes y limpiar los corazones en el desarrollo de este proceso complejo que vamos a protagonizar en donde todos seremos actores, garantes y auditores para que las partes comprometidas cumplan con lo acordado.

Además, tenemos que hacer el esfuerzo de creer en la sinceridad del perdón pedido por las Farc a todas las víctimas del conflicto por todo el dolor y muerte que causaron en esta guerra cruel, inútil y sin sentido. El presidente Núñez nos estará observando con mirada inquisidora para decirnos repetidamente al oído que “cesó la horrible noche” para dejarle espacio a la esperanza, a la no repetición y a las segundas oportunidades construyendo así una nueva democracia incluyente donde quepamos todos sin empujones, sin raspones ni caídas dolorosas.

Todos tenemos el enorme desafío de transformar al país, especialmente en sus regiones más remotas y olvidadas. Por esa razón, se esperan resultados rápidos y efectivos para empezar a construir confianza. Nos complace que ya se activó por parte de la Misión de la ONU el protocolo para el monitoreo del cese al fuego y la dejación de las armas. Ya empezamos a pasar la página hacia un futuro en paz.

Igualmente, reconforta el apoyo mundial para la financiación del acuerdo como es la línea de crédito por 11.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional, a la cual se suma el paquete de ayudas de la Unión Europea que incluye 600 millones de euros. Según la afirmación de Christine Lagarde, “en Colombia, la paz es pagable” basado en la confianza de los mercados internacionales en el manejo macroeconómico del país.

Estamos cansados de la guerra y solo queremos que nuestras vidas y la de las próximas generaciones tengan la oportunidad de crecer en una sociedad normal sin matarnos ni excluirnos. Solo deseamos estar y disfrutar de una paz sin partidos y sin dueños como personas civilizadas y coherentes. ¿Eso es mucho pedir?

El camino hacia una paz verdadera apenas comienza y no será nada fácil, pero todos tenemos derecho a soñar respetando al pluralismo y a la forma de pensar diferente. No esperemos las condiciones ideales, nunca se darán. Tengamos presente que el perdón libera el alma y elimina el miedo. Por eso es una herramienta tan poderosa.

Columnista
30 septiembre, 2016

¡No más muertos, no más guerras!

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Gustavo Cotez Medina

El 9/26 es un día sin precedentes en Colombia porque marca el fin de una guerra entre hermanos de más de 50 años que nos dejó desolación, cientos de miles de muertos, millones de víctimas, desplazados y muchas heridas abiertas para sanar. Tenemos que eliminar las dudas que vamos hacia una forma de hacer política […]


El 9/26 es un día sin precedentes en Colombia porque marca el fin de una guerra entre hermanos de más de 50 años que nos dejó desolación, cientos de miles de muertos, millones de víctimas, desplazados y muchas heridas abiertas para sanar. Tenemos que eliminar las dudas que vamos hacia una forma de hacer política sin armas y sin balas, al mismo tiempo que nos preparamos para desarmar las mentes y limpiar los corazones en el desarrollo de este proceso complejo que vamos a protagonizar en donde todos seremos actores, garantes y auditores para que las partes comprometidas cumplan con lo acordado.

Además, tenemos que hacer el esfuerzo de creer en la sinceridad del perdón pedido por las Farc a todas las víctimas del conflicto por todo el dolor y muerte que causaron en esta guerra cruel, inútil y sin sentido. El presidente Núñez nos estará observando con mirada inquisidora para decirnos repetidamente al oído que “cesó la horrible noche” para dejarle espacio a la esperanza, a la no repetición y a las segundas oportunidades construyendo así una nueva democracia incluyente donde quepamos todos sin empujones, sin raspones ni caídas dolorosas.

Todos tenemos el enorme desafío de transformar al país, especialmente en sus regiones más remotas y olvidadas. Por esa razón, se esperan resultados rápidos y efectivos para empezar a construir confianza. Nos complace que ya se activó por parte de la Misión de la ONU el protocolo para el monitoreo del cese al fuego y la dejación de las armas. Ya empezamos a pasar la página hacia un futuro en paz.

Igualmente, reconforta el apoyo mundial para la financiación del acuerdo como es la línea de crédito por 11.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional, a la cual se suma el paquete de ayudas de la Unión Europea que incluye 600 millones de euros. Según la afirmación de Christine Lagarde, “en Colombia, la paz es pagable” basado en la confianza de los mercados internacionales en el manejo macroeconómico del país.

Estamos cansados de la guerra y solo queremos que nuestras vidas y la de las próximas generaciones tengan la oportunidad de crecer en una sociedad normal sin matarnos ni excluirnos. Solo deseamos estar y disfrutar de una paz sin partidos y sin dueños como personas civilizadas y coherentes. ¿Eso es mucho pedir?

El camino hacia una paz verdadera apenas comienza y no será nada fácil, pero todos tenemos derecho a soñar respetando al pluralismo y a la forma de pensar diferente. No esperemos las condiciones ideales, nunca se darán. Tengamos presente que el perdón libera el alma y elimina el miedo. Por eso es una herramienta tan poderosa.