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Columnista - 14 julio, 2016

No firmo declaración colegas constituyentes

Nada hubiera sido más grato, para quien tuvo el honor de ser miembro de la Asamblea Nacional Constituyente, que suscribir una declaración de consenso con sus colegas, cuando se cumplen 25 años de la promulgación de la carta fundamental. Infortunadamente, no fue posible conseguir lo que sí se logró en el 91, gracias al pluralismo […]

Nada hubiera sido más grato, para quien tuvo el honor de ser miembro de la Asamblea Nacional Constituyente, que suscribir una declaración de consenso con sus colegas, cuando se cumplen 25 años de la promulgación de la carta fundamental.

Infortunadamente, no fue posible conseguir lo que sí se logró en el 91, gracias al pluralismo y espíritu de acuerdo que inspiró los trabajos históricos de esa asamblea.

Como estamos atravesando un momento coyuntural de gran significado para el país, y éste coincide con la celebración del cuarto de siglo de la Constitución, es necesario hacer claridad sobre las razones por las cuales no estará la firma del autor de estas líneas en el documento de los constituyentes.

En general, ellas obedecen a que no se tiene en cuenta el impacto de los acuerdos, que se conocen hasta ahora, sobre las bases esenciales de la “norma de normas”.

Una cosa es respaldar la búsqueda de la paz, propósito con el que coincide la inmensa mayoría de los colombianos, y otra, bien distinta por lo demás, aceptar que ese entusiasmo le cierre las puertas al análisis de los efectos de los documentos que se firmen sobre nuestra arquitectura constitucional.

¿Será que la creación, en la práctica, de un nuevo congreso, así sea transitorio, sin iniciativa sobre tantas materias como traten los acuerdos, sustituye la constitución?

Si el equilibrio de poderes es de la esencia de la institucionalidad colombiana, ¿otorgarle facultades extraordinarias imprecisas al Presidente lo altera de manera grave?

Eso de darle, artificialmente, carácter de “acuerdo especial humanitario” a lo que convengan el Presidente Santos y el jefe de las Farc, con el exclusivo propósito de incorporar dichas coincidencias al bloque de constitucionalidad, ¿respeta la Constitución o invita a su funeral?

Resultaría aceptable, si es que tal exabrupto llega a nacer formalmente, ¿que en lo sucesivo todas las normas constitucionales y legales que se expidan tengan que mirarse a la luz de esos acuerdos, para efectos de analizar su conformidad con la carta?

¿Y se va a admitir, por parte de los constituyentes, que el plebiscito es el mecanismo idóneo de refrendación de lo acordado, sin siquiera discutirlo en toda su complejidad?

Como estoy en la orilla de los que creen que se está sustituyendo la Constitución, que lo que firmen el jefe del Estado y la cabeza de las Farc no es un acuerdo especial, que su contenido no puede incorporarse al bloque de constitucionalidad, y que el mecanismo idóneo para que el pueblo se pronuncie en este caso no es el plebiscito, me abstengo de suscribir la declaración que firmarán varios de mis colegas.

Ojalá no se pierda la oportunidad, que se presenta con las celebraciones de estos días, para poner en marcha unas jornadas académicas muy serias.

Ellas deberían dedicarse a auscultar qué le sucederá a la Constitución de 1991, si es que, en mala hora para la nación, triunfa la peculiar idea de incorporar todo lo que digan los papeles de La Habana a su texto, mediante el bloque de constitucionalidad.

Por Carlos Holmes Trujillo

 

Columnista
14 julio, 2016

No firmo declaración colegas constituyentes

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
El Pilón

Nada hubiera sido más grato, para quien tuvo el honor de ser miembro de la Asamblea Nacional Constituyente, que suscribir una declaración de consenso con sus colegas, cuando se cumplen 25 años de la promulgación de la carta fundamental. Infortunadamente, no fue posible conseguir lo que sí se logró en el 91, gracias al pluralismo […]


Nada hubiera sido más grato, para quien tuvo el honor de ser miembro de la Asamblea Nacional Constituyente, que suscribir una declaración de consenso con sus colegas, cuando se cumplen 25 años de la promulgación de la carta fundamental.

Infortunadamente, no fue posible conseguir lo que sí se logró en el 91, gracias al pluralismo y espíritu de acuerdo que inspiró los trabajos históricos de esa asamblea.

Como estamos atravesando un momento coyuntural de gran significado para el país, y éste coincide con la celebración del cuarto de siglo de la Constitución, es necesario hacer claridad sobre las razones por las cuales no estará la firma del autor de estas líneas en el documento de los constituyentes.

En general, ellas obedecen a que no se tiene en cuenta el impacto de los acuerdos, que se conocen hasta ahora, sobre las bases esenciales de la “norma de normas”.

Una cosa es respaldar la búsqueda de la paz, propósito con el que coincide la inmensa mayoría de los colombianos, y otra, bien distinta por lo demás, aceptar que ese entusiasmo le cierre las puertas al análisis de los efectos de los documentos que se firmen sobre nuestra arquitectura constitucional.

¿Será que la creación, en la práctica, de un nuevo congreso, así sea transitorio, sin iniciativa sobre tantas materias como traten los acuerdos, sustituye la constitución?

Si el equilibrio de poderes es de la esencia de la institucionalidad colombiana, ¿otorgarle facultades extraordinarias imprecisas al Presidente lo altera de manera grave?

Eso de darle, artificialmente, carácter de “acuerdo especial humanitario” a lo que convengan el Presidente Santos y el jefe de las Farc, con el exclusivo propósito de incorporar dichas coincidencias al bloque de constitucionalidad, ¿respeta la Constitución o invita a su funeral?

Resultaría aceptable, si es que tal exabrupto llega a nacer formalmente, ¿que en lo sucesivo todas las normas constitucionales y legales que se expidan tengan que mirarse a la luz de esos acuerdos, para efectos de analizar su conformidad con la carta?

¿Y se va a admitir, por parte de los constituyentes, que el plebiscito es el mecanismo idóneo de refrendación de lo acordado, sin siquiera discutirlo en toda su complejidad?

Como estoy en la orilla de los que creen que se está sustituyendo la Constitución, que lo que firmen el jefe del Estado y la cabeza de las Farc no es un acuerdo especial, que su contenido no puede incorporarse al bloque de constitucionalidad, y que el mecanismo idóneo para que el pueblo se pronuncie en este caso no es el plebiscito, me abstengo de suscribir la declaración que firmarán varios de mis colegas.

Ojalá no se pierda la oportunidad, que se presenta con las celebraciones de estos días, para poner en marcha unas jornadas académicas muy serias.

Ellas deberían dedicarse a auscultar qué le sucederá a la Constitución de 1991, si es que, en mala hora para la nación, triunfa la peculiar idea de incorporar todo lo que digan los papeles de La Habana a su texto, mediante el bloque de constitucionalidad.

Por Carlos Holmes Trujillo