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Editorial - 24 octubre, 2016

No acaben con la Zapatosa

Esta semana EL PILÓN se trasladará al municipio de Chimichagua para terminar allí nuestra campaña ‘Salvemos el río Cesar’, que desde hace cuatro meses iniciamos con una visita a su nacimiento en la Sierra Nevada de Santa Marta, exactamente en El Limoncillo, comunidad wiwa. La experiencia periodística ha sido interesante, hacer el recorrido del río […]

Esta semana EL PILÓN se trasladará al municipio de Chimichagua para terminar allí nuestra campaña ‘Salvemos el río Cesar’, que desde hace cuatro meses iniciamos con una visita a su nacimiento en la Sierra Nevada de Santa Marta, exactamente en El Limoncillo, comunidad wiwa. La experiencia periodística ha sido interesante, hacer el recorrido del río hasta desembocar en la exuberante ciénaga de Zapatosa nos da elementos suficientes para pedir por la recuperación de este afluente y más para solicitar que no se acabe la Zapatosa.

Este complejo cenagoso de más de 40 mil hectáreas, que alberga más de mil millones de metros cúbicos de agua e incontables especies de fauna y flora, está igual o peor que el río Cesar no solo porque le cae la contaminación que arrastra su principal afluente después de recorrer más de 250 kilómetros, sino porque la mano devastadora del hombre lo está acabando.

La Corporación Autónoma Regional del Cesar (Corporcesar) tiene suficientes estudios diagnósticos de su situación realizados en las últimas dos décadas, la Gobernación del Cesar hace dos meses lideró una comisión con la presencia de una embajadora de la Unión Europea para contarle las necesidades de preservación y sostenibilidad de la ciénaga de Zapatosa, pero también las potencialidades para su explotación pesquera y turística.

Todas son buenas intenciones que se necesita que aterricen ya, que se hagan ya. Hay que parar la devastación de la Zapatosa y más cuando ahora a la Corporación Regional Autónoma recibe la denuncia de la comunidad de Sempegua de la deforestación que realizan los propietarios de predios aledaños a este complejo cenagoso que es nada más y nada menos que el vaso alimentador y regulador del río Magdalena.

Hay nombres de fincas, de dueños y una cantidad incalculable de hectáreas deforestadas, donde había bosque nativo sembrado de la tradicional uvita de lata (corozo), palo prieto, cienaguero, mangle, entre otras especies. La Policía Nacional y funcionarios de Corpocesar ya visitaron la zona y constataron la crueldad de la acción contra el medio ambiente, hay medidas cautelares, pero qué garantiza que sí se cumpla. Se requiere que las acciones para detener esta depredación del espejo de agua más grande del país, sean permanentes e implacables, no pueden permitir que siga esta catástrofe.

Entre la sedimentación, la extinción de la fauna y ahora la tala de la flora para sacar madera y traficarla de manera ilegal, acabarán con la Zapatosa. Es apocalíptica la afirmación, pero es lo más cercano a la realidad si no se hacen todos los esfuerzos para detener las acciones negativas de parte de las personas que son sus vecinas.

Son 40 mil hectáreas, un terreno extenso, pero tampoco imposible de recorrer y controlar. Las alcaldías de Chimichagua, Curumaní, Tamalameque y El Banco (Magdalena), así como la Gobernación del Cesar, deben unirse para crear un frente común, junto con la Policía Nacional y por supuesto con Corpocesar, que es la autoridad ambiental.

Editorial
24 octubre, 2016

No acaben con la Zapatosa

Esta semana EL PILÓN se trasladará al municipio de Chimichagua para terminar allí nuestra campaña ‘Salvemos el río Cesar’, que desde hace cuatro meses iniciamos con una visita a su nacimiento en la Sierra Nevada de Santa Marta, exactamente en El Limoncillo, comunidad wiwa. La experiencia periodística ha sido interesante, hacer el recorrido del río […]


Esta semana EL PILÓN se trasladará al municipio de Chimichagua para terminar allí nuestra campaña ‘Salvemos el río Cesar’, que desde hace cuatro meses iniciamos con una visita a su nacimiento en la Sierra Nevada de Santa Marta, exactamente en El Limoncillo, comunidad wiwa. La experiencia periodística ha sido interesante, hacer el recorrido del río hasta desembocar en la exuberante ciénaga de Zapatosa nos da elementos suficientes para pedir por la recuperación de este afluente y más para solicitar que no se acabe la Zapatosa.

Este complejo cenagoso de más de 40 mil hectáreas, que alberga más de mil millones de metros cúbicos de agua e incontables especies de fauna y flora, está igual o peor que el río Cesar no solo porque le cae la contaminación que arrastra su principal afluente después de recorrer más de 250 kilómetros, sino porque la mano devastadora del hombre lo está acabando.

La Corporación Autónoma Regional del Cesar (Corporcesar) tiene suficientes estudios diagnósticos de su situación realizados en las últimas dos décadas, la Gobernación del Cesar hace dos meses lideró una comisión con la presencia de una embajadora de la Unión Europea para contarle las necesidades de preservación y sostenibilidad de la ciénaga de Zapatosa, pero también las potencialidades para su explotación pesquera y turística.

Todas son buenas intenciones que se necesita que aterricen ya, que se hagan ya. Hay que parar la devastación de la Zapatosa y más cuando ahora a la Corporación Regional Autónoma recibe la denuncia de la comunidad de Sempegua de la deforestación que realizan los propietarios de predios aledaños a este complejo cenagoso que es nada más y nada menos que el vaso alimentador y regulador del río Magdalena.

Hay nombres de fincas, de dueños y una cantidad incalculable de hectáreas deforestadas, donde había bosque nativo sembrado de la tradicional uvita de lata (corozo), palo prieto, cienaguero, mangle, entre otras especies. La Policía Nacional y funcionarios de Corpocesar ya visitaron la zona y constataron la crueldad de la acción contra el medio ambiente, hay medidas cautelares, pero qué garantiza que sí se cumpla. Se requiere que las acciones para detener esta depredación del espejo de agua más grande del país, sean permanentes e implacables, no pueden permitir que siga esta catástrofe.

Entre la sedimentación, la extinción de la fauna y ahora la tala de la flora para sacar madera y traficarla de manera ilegal, acabarán con la Zapatosa. Es apocalíptica la afirmación, pero es lo más cercano a la realidad si no se hacen todos los esfuerzos para detener las acciones negativas de parte de las personas que son sus vecinas.

Son 40 mil hectáreas, un terreno extenso, pero tampoco imposible de recorrer y controlar. Las alcaldías de Chimichagua, Curumaní, Tamalameque y El Banco (Magdalena), así como la Gobernación del Cesar, deben unirse para crear un frente común, junto con la Policía Nacional y por supuesto con Corpocesar, que es la autoridad ambiental.