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Columnista - 20 septiembre, 2017

Nimia Esther, dos años de impunidad

En el mes de septiembre, cuando irónicamente se celebra el mes de amor y la amistad, es justamente la muerte quien afrenta y se mofa de esta celebración; en este mes justo cuando el amor debe aflorar nos entristece saber qué hace un tiempo, para esta época, le pusieron fin a una sonrisa y truncaron la […]

En el mes de septiembre, cuando irónicamente se celebra el mes de amor y la amistad, es justamente la muerte quien afrenta y se mofa de esta celebración; en este mes justo cuando el amor debe aflorar nos entristece saber qué hace un tiempo, para esta época, le pusieron fin a una sonrisa y truncaron la promesa de una gran profesional. La sonrisa fresca y cautivante de una joven periodista fue ultimada por un bandido, de esos que abundan hoy por hoy en nuestra tierra, que segó la vida de la periodista Nimia Esther Peña Pedroza; ella quien llegó a Valledupar a dar lo mejor de sí, pues veía en esta tierra un escenario importante para desarrollar un futuro promisorio. Se esmeraba para ello, de manera muy activa se entregaba a su trabajo y dejaba siempre una huella de su profesionalismo.

Tuve la oportunidad de tenerla en mi equipo de trabajo en la ACR con un operador comunitario en un trabajo desarrollado en La Jagua de Ibirico, allí me di cuenta de sus calidades profesionales, dejo constancia de esto. Dos años después de haber segado su sonrisa, la impunidad sigue de fiesta. Y no se entiende cómo capturado su presunto asesino, este haya salido más listo que el fiscal y el juez juntos y toda la comitiva de investigadores que vendrían de Bogotá a investigar la muerte de esta joven; con todo esto, que sonó al momento de su muerte, que no se haya podido hacer el juicio es grave, como también que se haya dado al traste en ocho oportunidades las audiencias contra el sindicado y peor aún, a punto de salir libre, por vencimiento de términos, nefasta situación. Esto dice mucho de la objetiva y transparente gestión de la justicia.

Varias cosas nos motivan a pensar así, el señor abogado defensor del incriminado no asiste por ejemplo; esta y otras razones han dejado en el limbo el proceso. Y uno se pregunta ¿qué pasa con la ley y quiénes la manejan en nuestro país? ¿Por qué se dilata tanto un proceso para actuar en justicia? Termina uno convencido que en este tipo de ejercicios “quien más harina traga es quien más saliva tenga”. Las leyes para ajusticiar a los más débiles; y la muerte que ronda convencida de su negra acción, se escuda en actos corruptos que difaman la acción legal en nuestro país, se actúa de manera soterrada y muchas veces deja sin castigo a quien lo merece. ¿Será esto lo que está sucediendo en el caso de Nimia? Señores periodistas hay que pronunciarse; señor juez, nos preguntamos con preocupación: ¿qué sucede con este caso? ¿Hasta dónde hay que llegar o qué hay que esperar? Se hace necesario un pronunciamiento de las partes incluidas, para que los ciudadanos del común no empecemos a especular en este sentido. Todos queremos que la muerte de Nimia Esther no quede impune. Así como tampoco queden impunes todas las muertes perpetradas por manos criminales que actúan bajo esquemas oscuros y con el consentimiento de quienes manejan la ley de manera infame. Hemos perdido la credibilidad en los entes de justicia, desde luego de quienes la manejan. Volver a creer no es fácil. Sólo Eso.

Por Eduardo Santos Ortega Vergara

 

Columnista
20 septiembre, 2017

Nimia Esther, dos años de impunidad

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

En el mes de septiembre, cuando irónicamente se celebra el mes de amor y la amistad, es justamente la muerte quien afrenta y se mofa de esta celebración; en este mes justo cuando el amor debe aflorar nos entristece saber qué hace un tiempo, para esta época, le pusieron fin a una sonrisa y truncaron la […]


En el mes de septiembre, cuando irónicamente se celebra el mes de amor y la amistad, es justamente la muerte quien afrenta y se mofa de esta celebración; en este mes justo cuando el amor debe aflorar nos entristece saber qué hace un tiempo, para esta época, le pusieron fin a una sonrisa y truncaron la promesa de una gran profesional. La sonrisa fresca y cautivante de una joven periodista fue ultimada por un bandido, de esos que abundan hoy por hoy en nuestra tierra, que segó la vida de la periodista Nimia Esther Peña Pedroza; ella quien llegó a Valledupar a dar lo mejor de sí, pues veía en esta tierra un escenario importante para desarrollar un futuro promisorio. Se esmeraba para ello, de manera muy activa se entregaba a su trabajo y dejaba siempre una huella de su profesionalismo.

Tuve la oportunidad de tenerla en mi equipo de trabajo en la ACR con un operador comunitario en un trabajo desarrollado en La Jagua de Ibirico, allí me di cuenta de sus calidades profesionales, dejo constancia de esto. Dos años después de haber segado su sonrisa, la impunidad sigue de fiesta. Y no se entiende cómo capturado su presunto asesino, este haya salido más listo que el fiscal y el juez juntos y toda la comitiva de investigadores que vendrían de Bogotá a investigar la muerte de esta joven; con todo esto, que sonó al momento de su muerte, que no se haya podido hacer el juicio es grave, como también que se haya dado al traste en ocho oportunidades las audiencias contra el sindicado y peor aún, a punto de salir libre, por vencimiento de términos, nefasta situación. Esto dice mucho de la objetiva y transparente gestión de la justicia.

Varias cosas nos motivan a pensar así, el señor abogado defensor del incriminado no asiste por ejemplo; esta y otras razones han dejado en el limbo el proceso. Y uno se pregunta ¿qué pasa con la ley y quiénes la manejan en nuestro país? ¿Por qué se dilata tanto un proceso para actuar en justicia? Termina uno convencido que en este tipo de ejercicios “quien más harina traga es quien más saliva tenga”. Las leyes para ajusticiar a los más débiles; y la muerte que ronda convencida de su negra acción, se escuda en actos corruptos que difaman la acción legal en nuestro país, se actúa de manera soterrada y muchas veces deja sin castigo a quien lo merece. ¿Será esto lo que está sucediendo en el caso de Nimia? Señores periodistas hay que pronunciarse; señor juez, nos preguntamos con preocupación: ¿qué sucede con este caso? ¿Hasta dónde hay que llegar o qué hay que esperar? Se hace necesario un pronunciamiento de las partes incluidas, para que los ciudadanos del común no empecemos a especular en este sentido. Todos queremos que la muerte de Nimia Esther no quede impune. Así como tampoco queden impunes todas las muertes perpetradas por manos criminales que actúan bajo esquemas oscuros y con el consentimiento de quienes manejan la ley de manera infame. Hemos perdido la credibilidad en los entes de justicia, desde luego de quienes la manejan. Volver a creer no es fácil. Sólo Eso.

Por Eduardo Santos Ortega Vergara