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Columnista - 20 enero, 2015

Mototaxismo y Estado

Todo es cuestión de método. En democracia los conflictos deben solucionarse con acuerdos. Suelen ser mejores las medidas graduales y consensuadas que las autoritarias. La ley debe ser el último recurso. El mototaxismo no es un invento de la delincuencia. Es la respuesta a un transporte público ineficaz. Una reacción económicamente racional frente a una […]

Todo es cuestión de método. En democracia los conflictos deben solucionarse con acuerdos. Suelen ser mejores las medidas graduales y consensuadas que las autoritarias. La ley debe ser el último recurso.

El mototaxismo no es un invento de la delincuencia. Es la respuesta a un transporte público ineficaz. Una reacción económicamente racional frente a una oportunidad de negocio. Miles de pobres -61% nacidos en Valledupar-, trabajando más de nueve horas diarias, han construido una economía popular que presta un servicio social importante a la ciudad: ¡Cerca del 80% de los vallenatos se moviliza en motos!

Las mototaxis son un transporte barato, ágil, flexible e insostenible. ¿Qué es lo más irritante de ellas? ¡La forma como las usan! Si respetaran las normas de tránsito y las medidas de seguridad a nadie molestarían y sería irrelevante saber si el parrillero viaja gratis o no.

Aquí lo que se percibe es falta de autoridad, ausencia de Estado, de instituciones fuertes capaces de hacer cumplir las normas, no solo a los motociclistas sino también a los carros particulares y taxis. ¿Son suficientes los pocos policías de tránsito? ¿Hacen respetar la ley? ¿La cumplen ellos? ¿Hay rigor en la entrega de licencias de conducción? No. ¿Cómo piensan, entonces, hacer cumplir el nuevo decreto?

Señor Alcalde, con respeto le sugiero firmar con los motociclistas un primer acuerdo de obediencia a las actuales normas de tránsito. Para garantizar su cumplimiento incremente significativamente el número de policías de tránsito y capacítelos; mejore la señalización vial y estimule la autorregulación a través de campañas educativas que promuevan la cultura de la legalidad. Otorgue un plazo razonable para que cumplan y si no aplíqueles con firmeza las medidas coercitivas.

Nadie, por ejemplo, debe llevar más de un pasajero, sea familiar o no. Nada de zigzagueos, conducir en contravía, adelantar por la derecha, irrespetar semáforos, parquear en andenes, ir sin casco, etc. Le aseguro que, sin estas audacias, las mototaxis pierden gran parte de su encanto.

Hay que ofrecer, de inmediato, una alternativa de transporte al mototaxismo. Atractiva, cómoda, climatizada, con pasajes baratos, amplia cobertura y frecuencia, para que los usuarios voluntariamente la utilicen. Un sistema de buses para todos: ricos, acomodados y pobres, que se convierta en un espacio democrático en donde los ciudadanos concurran en condiciones de igualdad.

Aun así, el mototaxismo seguirá, gústenos o no, porque no es posible que el SETP llegue a todos los lugares. Antes que prohibirlo es mejor restringirlo gradualmente a medida que ingresen nuevos buses y rutas; convertirlo en un transporte complementario, formalizado, para algunos barrios periféricos, hasta que el mercado y no el Estado lo erradique.
[email protected]

Columnista
20 enero, 2015

Mototaxismo y Estado

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodolfo Quintero Romero

Todo es cuestión de método. En democracia los conflictos deben solucionarse con acuerdos. Suelen ser mejores las medidas graduales y consensuadas que las autoritarias. La ley debe ser el último recurso. El mototaxismo no es un invento de la delincuencia. Es la respuesta a un transporte público ineficaz. Una reacción económicamente racional frente a una […]


Todo es cuestión de método. En democracia los conflictos deben solucionarse con acuerdos. Suelen ser mejores las medidas graduales y consensuadas que las autoritarias. La ley debe ser el último recurso.

El mototaxismo no es un invento de la delincuencia. Es la respuesta a un transporte público ineficaz. Una reacción económicamente racional frente a una oportunidad de negocio. Miles de pobres -61% nacidos en Valledupar-, trabajando más de nueve horas diarias, han construido una economía popular que presta un servicio social importante a la ciudad: ¡Cerca del 80% de los vallenatos se moviliza en motos!

Las mototaxis son un transporte barato, ágil, flexible e insostenible. ¿Qué es lo más irritante de ellas? ¡La forma como las usan! Si respetaran las normas de tránsito y las medidas de seguridad a nadie molestarían y sería irrelevante saber si el parrillero viaja gratis o no.

Aquí lo que se percibe es falta de autoridad, ausencia de Estado, de instituciones fuertes capaces de hacer cumplir las normas, no solo a los motociclistas sino también a los carros particulares y taxis. ¿Son suficientes los pocos policías de tránsito? ¿Hacen respetar la ley? ¿La cumplen ellos? ¿Hay rigor en la entrega de licencias de conducción? No. ¿Cómo piensan, entonces, hacer cumplir el nuevo decreto?

Señor Alcalde, con respeto le sugiero firmar con los motociclistas un primer acuerdo de obediencia a las actuales normas de tránsito. Para garantizar su cumplimiento incremente significativamente el número de policías de tránsito y capacítelos; mejore la señalización vial y estimule la autorregulación a través de campañas educativas que promuevan la cultura de la legalidad. Otorgue un plazo razonable para que cumplan y si no aplíqueles con firmeza las medidas coercitivas.

Nadie, por ejemplo, debe llevar más de un pasajero, sea familiar o no. Nada de zigzagueos, conducir en contravía, adelantar por la derecha, irrespetar semáforos, parquear en andenes, ir sin casco, etc. Le aseguro que, sin estas audacias, las mototaxis pierden gran parte de su encanto.

Hay que ofrecer, de inmediato, una alternativa de transporte al mototaxismo. Atractiva, cómoda, climatizada, con pasajes baratos, amplia cobertura y frecuencia, para que los usuarios voluntariamente la utilicen. Un sistema de buses para todos: ricos, acomodados y pobres, que se convierta en un espacio democrático en donde los ciudadanos concurran en condiciones de igualdad.

Aun así, el mototaxismo seguirá, gústenos o no, porque no es posible que el SETP llegue a todos los lugares. Antes que prohibirlo es mejor restringirlo gradualmente a medida que ingresen nuevos buses y rutas; convertirlo en un transporte complementario, formalizado, para algunos barrios periféricos, hasta que el mercado y no el Estado lo erradique.
[email protected]