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Columnista - 1 diciembre, 2016

Mensaje al niño Dios

Querido niño Dios: por ser propicia la fecha debo escribirte como lo he venido haciendo en otros años, porque estoy sabido que la situación que vivimos aquí en la Tierra no se podría solucionar si tú no metes tus manos. Ya tú lo habrás notado a través de esta columna semanal donde empato un problema […]

Querido niño Dios: por ser propicia la fecha debo escribirte como lo he venido haciendo en otros años, porque estoy sabido que la situación que vivimos aquí en la Tierra no se podría solucionar si tú no metes tus manos. Ya tú lo habrás notado a través de esta columna semanal donde empato un problema ambiental con otro y estoy convencido que ello obedece a mi propósito de hacer pedagogía a través de mensajes sensibles de las vivencias ambientales, porque no veo ni escucho soluciones sobre esta preocupante situación de destrucción que está sufriendo el producto de tu creación, la madre Tierra y deseamos que nos llegue el conocimiento de lo que la naturaleza significa para que se vuelva de sentido común, o sea, la lucha por su recuperación y conservación.

Te confieso que hay veces en que siento una frustración tan honda como lo huecos callejeros de la ciudad de Valledupar porque parece que nadáramos en las aguas turbias del otrora limpio rio Cesar, notamos que la gente se interesa más por cosas banales antes que lo importante; por eso, vivimos llorando y sollozando semanalmente en este valle de lágrimas, porque además vemos cómo se va destruyendo un rosario de recursos, a veces sin inmutarnos con una propiedad inaudita.

Te pido querido Niño que estos días que faltan para que no se pierdan en las nebulosas del recuerdo o para que no se vuelva a presentar en nuestro País un año tan caloroso y contaminador con la toma de conciencia de sus habitantes. Tú bien sabes lo que ha sucedido con el agua torrencial que arrasa casas, cosechas, animales, seres humanos, destruye calles y anega pueblos enteros como sucedió con el paso del fenómeno de la Niña 2010-2011 y todo, no tanto por el agua de las lluvias si no por el despoblamiento vegetal de orillas de la fuente de aguas.
Te suplico que: erradiques de nuestro País el año que llega, las siete plagas de Egipto con que nos abrumaste con este que se fuga: violencia, miseria, corrupción, pillos de cuello blanco con muy pocos en buen recaudo, desempleo, politiquería e indisciplina social y ambiental, claro que hemos vivido más de las enumeradas, solo que si las mencionamos todo el espacio disponible no alcanzaría.

Aterrizando especialmente en nuestra parroquia, oh niño Dios: Te pido que le des unos lentes de aumento al Gerente de Emdupar y al Alcalde de Valledupar para que puedan ver más de cerca la porquería circundante en varios establecimientos de la administración municipal, por lo menos así lo comentamos con varios amigos cuando saboreamos un tinto, y no son precisamente chismes.

Ayúdanos hijo del Padre a darle un vuelco positivo a toda la administración de Colombia ya que más vale tarde que nunca. Decirte que ojalá metas tus manitos para que este año concluya con la anhelada paz, en el entendido que la deletérea guerra nos ha dejado mucha sangre derramada.

Otro magnifico aguinaldo no solo para el departamento del Cesar si no para la Costa Atlántica es que contribuyas a borrar de nuestro territorio la prestación del mal servicio de energía eléctrica que presta Electricaribe con el platilleo a los usuarios, al cobrarles con amenaza de cortarle el mal servicio prestado.

Antes de terminar te pido que le des una dosis de celeridad al señor Gobernador del Cesar para que se vean los resultados de su administración.

También te pido que le des más luces al señor Alcalde de Valledupar para que vea el desbarajuste de la movilidad, especialmente en el control del desordenado transporte en motos.

Finalmente, te pido para mí, para mi familia así como para mis apreciados lectores, salud y paz para el año venidero. Con esta confesión, siento como si me hubiera desahogado.

Columnista
1 diciembre, 2016

Mensaje al niño Dios

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hernán Maestre Martínez

Querido niño Dios: por ser propicia la fecha debo escribirte como lo he venido haciendo en otros años, porque estoy sabido que la situación que vivimos aquí en la Tierra no se podría solucionar si tú no metes tus manos. Ya tú lo habrás notado a través de esta columna semanal donde empato un problema […]


Querido niño Dios: por ser propicia la fecha debo escribirte como lo he venido haciendo en otros años, porque estoy sabido que la situación que vivimos aquí en la Tierra no se podría solucionar si tú no metes tus manos. Ya tú lo habrás notado a través de esta columna semanal donde empato un problema ambiental con otro y estoy convencido que ello obedece a mi propósito de hacer pedagogía a través de mensajes sensibles de las vivencias ambientales, porque no veo ni escucho soluciones sobre esta preocupante situación de destrucción que está sufriendo el producto de tu creación, la madre Tierra y deseamos que nos llegue el conocimiento de lo que la naturaleza significa para que se vuelva de sentido común, o sea, la lucha por su recuperación y conservación.

Te confieso que hay veces en que siento una frustración tan honda como lo huecos callejeros de la ciudad de Valledupar porque parece que nadáramos en las aguas turbias del otrora limpio rio Cesar, notamos que la gente se interesa más por cosas banales antes que lo importante; por eso, vivimos llorando y sollozando semanalmente en este valle de lágrimas, porque además vemos cómo se va destruyendo un rosario de recursos, a veces sin inmutarnos con una propiedad inaudita.

Te pido querido Niño que estos días que faltan para que no se pierdan en las nebulosas del recuerdo o para que no se vuelva a presentar en nuestro País un año tan caloroso y contaminador con la toma de conciencia de sus habitantes. Tú bien sabes lo que ha sucedido con el agua torrencial que arrasa casas, cosechas, animales, seres humanos, destruye calles y anega pueblos enteros como sucedió con el paso del fenómeno de la Niña 2010-2011 y todo, no tanto por el agua de las lluvias si no por el despoblamiento vegetal de orillas de la fuente de aguas.
Te suplico que: erradiques de nuestro País el año que llega, las siete plagas de Egipto con que nos abrumaste con este que se fuga: violencia, miseria, corrupción, pillos de cuello blanco con muy pocos en buen recaudo, desempleo, politiquería e indisciplina social y ambiental, claro que hemos vivido más de las enumeradas, solo que si las mencionamos todo el espacio disponible no alcanzaría.

Aterrizando especialmente en nuestra parroquia, oh niño Dios: Te pido que le des unos lentes de aumento al Gerente de Emdupar y al Alcalde de Valledupar para que puedan ver más de cerca la porquería circundante en varios establecimientos de la administración municipal, por lo menos así lo comentamos con varios amigos cuando saboreamos un tinto, y no son precisamente chismes.

Ayúdanos hijo del Padre a darle un vuelco positivo a toda la administración de Colombia ya que más vale tarde que nunca. Decirte que ojalá metas tus manitos para que este año concluya con la anhelada paz, en el entendido que la deletérea guerra nos ha dejado mucha sangre derramada.

Otro magnifico aguinaldo no solo para el departamento del Cesar si no para la Costa Atlántica es que contribuyas a borrar de nuestro territorio la prestación del mal servicio de energía eléctrica que presta Electricaribe con el platilleo a los usuarios, al cobrarles con amenaza de cortarle el mal servicio prestado.

Antes de terminar te pido que le des una dosis de celeridad al señor Gobernador del Cesar para que se vean los resultados de su administración.

También te pido que le des más luces al señor Alcalde de Valledupar para que vea el desbarajuste de la movilidad, especialmente en el control del desordenado transporte en motos.

Finalmente, te pido para mí, para mi familia así como para mis apreciados lectores, salud y paz para el año venidero. Con esta confesión, siento como si me hubiera desahogado.