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Columnista - 9 abril, 2015

Más sobre educación ambiental

Los acuerdos de carácter universal, como ‘Cuidar la Tierra’ o los ‘Acuerdos de Tbilisi’ (ciudad de Georgia – Declaración sobre Educación Ambiental 1977), son positivos sobre todo para el educador, que se sabe parte de un proyecto común y no dogmático que puede compartir con profesionales del mundo entero. Es decir, que gracias a esos […]

Los acuerdos de carácter universal, como ‘Cuidar la Tierra’ o los ‘Acuerdos de Tbilisi’ (ciudad de Georgia – Declaración sobre Educación Ambiental 1977), son positivos sobre todo para el educador, que se sabe parte de un proyecto común y no dogmático que puede compartir con profesionales del mundo entero. Es decir, que gracias a esos acuerdos universales un educador o comunicador ambiental de Holanda, Bolivia, Burkina Faso o donde sea, está trabajando con miras a objetivos comunes. Y esto ofrece seguridad, significa tener los pies bien puestos sobre la tierra y una actitud sicológica positiva, pues lo que uno está haciendo ya no es responsabilidad únicamente de su habilidad personal, sino que participa en proyecto global común.

Por otro lado digamos que el problema de la educación y la comunicación ambiental debemos enmarcarlo en la aceptación de que estamos viviendo una crisis única en la historia, una crisis de supervivencia de la especie humana, una crisis del entorno que en el fondo no es más que una amenaza al proceso de evolución. Están en juego la especie humana y su entorno, está en juego todo el proceso evolutivo y, por lo tanto, el punto clave parece ser la toma de conciencia, la toma de conciencia de la gente.

Y a pesar de todo lo hecho en los últimos 20 o 30 años, es todavía una minoría la que ha tomado conciencia de este proceso de decaimiento y de deterioro. Es necesario enfocar las energías hacia el cambio de actitud de la gente, y esto ciertamente requiere información y educación. Insistimos que el punto clave es la toma de conciencia, el cambio de actitud irreversible.

Nos sorprende mucho que individuos tan dispares en sus actividades y sus visiones del mundo como la de un empresario norteamericano Douglas Tomkins, un escritor como Octavio Paz, un político como Mijail Gorbachov o un sacerdote como el brasileño Leonardo Boff coincidan en la preocupación por la crisis de la supervivencia. Estamos convencidos de que cuando un individuo toma conciencia de la problemática se produce en él un proceso irreversible a través del cual se compromete con la defensa del proceso de evolución, de la evolución del cosmos, de la vida y del hombre. Y de lo que se trata es de defender esos tres ángulos. Por lo tanto, la educación ambiental y la información científica deben dirigirse, fundamentalmente, a desencadenar esa conciencia. En tal sentido, es evidente que no se están haciendo efectivos los tratados de Estocolmo, que falta mucho por hacer si se quiere lograr esa conversión en el ser humano.

En el ámbito político, por ejemplo, esa toma de conciencia genera procesos diversos y de pronto vemos como individuos de diferentes clases sociales, nacionalidades, religiones, sexo e historias de vida se unen en defensa de la humanidad y del entorno.

Columnista
9 abril, 2015

Más sobre educación ambiental

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hernán Maestre Martínez

Los acuerdos de carácter universal, como ‘Cuidar la Tierra’ o los ‘Acuerdos de Tbilisi’ (ciudad de Georgia – Declaración sobre Educación Ambiental 1977), son positivos sobre todo para el educador, que se sabe parte de un proyecto común y no dogmático que puede compartir con profesionales del mundo entero. Es decir, que gracias a esos […]


Los acuerdos de carácter universal, como ‘Cuidar la Tierra’ o los ‘Acuerdos de Tbilisi’ (ciudad de Georgia – Declaración sobre Educación Ambiental 1977), son positivos sobre todo para el educador, que se sabe parte de un proyecto común y no dogmático que puede compartir con profesionales del mundo entero. Es decir, que gracias a esos acuerdos universales un educador o comunicador ambiental de Holanda, Bolivia, Burkina Faso o donde sea, está trabajando con miras a objetivos comunes. Y esto ofrece seguridad, significa tener los pies bien puestos sobre la tierra y una actitud sicológica positiva, pues lo que uno está haciendo ya no es responsabilidad únicamente de su habilidad personal, sino que participa en proyecto global común.

Por otro lado digamos que el problema de la educación y la comunicación ambiental debemos enmarcarlo en la aceptación de que estamos viviendo una crisis única en la historia, una crisis de supervivencia de la especie humana, una crisis del entorno que en el fondo no es más que una amenaza al proceso de evolución. Están en juego la especie humana y su entorno, está en juego todo el proceso evolutivo y, por lo tanto, el punto clave parece ser la toma de conciencia, la toma de conciencia de la gente.

Y a pesar de todo lo hecho en los últimos 20 o 30 años, es todavía una minoría la que ha tomado conciencia de este proceso de decaimiento y de deterioro. Es necesario enfocar las energías hacia el cambio de actitud de la gente, y esto ciertamente requiere información y educación. Insistimos que el punto clave es la toma de conciencia, el cambio de actitud irreversible.

Nos sorprende mucho que individuos tan dispares en sus actividades y sus visiones del mundo como la de un empresario norteamericano Douglas Tomkins, un escritor como Octavio Paz, un político como Mijail Gorbachov o un sacerdote como el brasileño Leonardo Boff coincidan en la preocupación por la crisis de la supervivencia. Estamos convencidos de que cuando un individuo toma conciencia de la problemática se produce en él un proceso irreversible a través del cual se compromete con la defensa del proceso de evolución, de la evolución del cosmos, de la vida y del hombre. Y de lo que se trata es de defender esos tres ángulos. Por lo tanto, la educación ambiental y la información científica deben dirigirse, fundamentalmente, a desencadenar esa conciencia. En tal sentido, es evidente que no se están haciendo efectivos los tratados de Estocolmo, que falta mucho por hacer si se quiere lograr esa conversión en el ser humano.

En el ámbito político, por ejemplo, esa toma de conciencia genera procesos diversos y de pronto vemos como individuos de diferentes clases sociales, nacionalidades, religiones, sexo e historias de vida se unen en defensa de la humanidad y del entorno.