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Columnista - 24 agosto, 2018

Los milagros existen

Las enfermedades malignas e incurables cuando se atajan en su nacimiento son curables, cuando se han extendido o hacen metástasis como el cáncer su curación es larga y a veces infructuosas y no se pueden curar de un solo tajo, sino mediante largos y costosos procesos. Eso pasa con la corrupción, de quien hace muchos […]

Las enfermedades malignas e incurables cuando se atajan en su nacimiento son curables, cuando se han extendido o hacen metástasis como el cáncer su curación es larga y a veces infructuosas y no se pueden curar de un solo tajo, sino mediante largos y costosos procesos. Eso pasa con la corrupción, de quien hace muchos años el expresidente Julio César Turbay Ayala, no sé si con sabiduría o por experiencia, dijo que había que reducirla a sus justas proporciones, pero se burlaron de él y en vez de oírlo lo ignoraron y el mal creció como la verdolaga o el cultivo de la coca; ahora quieren que la torta, pudin o ponqué que tanto repartieron en épocas anteriores pero especialmente el que terminó que lo cubrió con la famosa mermelada, el Presidente Duque la acabe de un solo machetazo y eso no es posible, se debe actuar con mano dura pero gradualmente y de pronto llevarla a sus justas proporciones tal como aconteció en México.

Hacerlo aquí no es fácil, cómo hacer para que el un congresista que recibe del Estado a través de los nefastos auxilios parlamentarios cien mil millones de pesos, no doy para escribir tantos ceros, que a su vez se lo lleva a un alcalde de su preferencia y le dice: toma el contratista es éste y el 25%, es para mí y el alcalde a su vez le dice al contratista, aquí está esta plata pero tienes que darme el 20% y ya van 45, casi la mitad de la plata, pues falta el tesorero, el jefe de presupuesto y contabilidad y los gastos fiscales con el resultado vergonzoso que se ve en todas partes de obras sin terminar o cayéndose ante el primer huracán o leve brisa, ya que la plata no alcanzó, los materiales utilizados fueron de pésima calidad o insuficientes. ¡Ah! Me faltaban las ganancias del contratista que por lo menos deben de ser otro 20% y cuando venimos a ver solamente queda para la obra la pírrica suma de treinta mil millones y como resultado funcionarios públicos metidos en líos y contratistas en quiebra y en la cárcel. El congresista no lo tocan porque no aparece por parte alguna. Ese mal no se puede erradicar de un día para otro ni es labor de uno solo, es de equipo con Fiscalía, Procuraduría, Contraloría, Policía y Ejército al frente, Duque tiene las mejores intenciones pero si las Cortes no ayudan, no le quedará fácil porque la corrupción no solo hizo metástasis a un órgano, “es un árbol que tiene raíces muy profundas” y no hay quimio o radio que valga, pero casos se han visto y los milagros existen, listo Calixto.
—————-
Señor Alcalde no descanso, no descansaré ahí están los árboles de la 11 mutilados y sin curación y los huecos de la 9ª, 7ª y 17, “crecen como crecen las sombras cuando el sol declina”.

Por José Aponte Martínez

Columnista
24 agosto, 2018

Los milagros existen

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Las enfermedades malignas e incurables cuando se atajan en su nacimiento son curables, cuando se han extendido o hacen metástasis como el cáncer su curación es larga y a veces infructuosas y no se pueden curar de un solo tajo, sino mediante largos y costosos procesos. Eso pasa con la corrupción, de quien hace muchos […]


Las enfermedades malignas e incurables cuando se atajan en su nacimiento son curables, cuando se han extendido o hacen metástasis como el cáncer su curación es larga y a veces infructuosas y no se pueden curar de un solo tajo, sino mediante largos y costosos procesos. Eso pasa con la corrupción, de quien hace muchos años el expresidente Julio César Turbay Ayala, no sé si con sabiduría o por experiencia, dijo que había que reducirla a sus justas proporciones, pero se burlaron de él y en vez de oírlo lo ignoraron y el mal creció como la verdolaga o el cultivo de la coca; ahora quieren que la torta, pudin o ponqué que tanto repartieron en épocas anteriores pero especialmente el que terminó que lo cubrió con la famosa mermelada, el Presidente Duque la acabe de un solo machetazo y eso no es posible, se debe actuar con mano dura pero gradualmente y de pronto llevarla a sus justas proporciones tal como aconteció en México.

Hacerlo aquí no es fácil, cómo hacer para que el un congresista que recibe del Estado a través de los nefastos auxilios parlamentarios cien mil millones de pesos, no doy para escribir tantos ceros, que a su vez se lo lleva a un alcalde de su preferencia y le dice: toma el contratista es éste y el 25%, es para mí y el alcalde a su vez le dice al contratista, aquí está esta plata pero tienes que darme el 20% y ya van 45, casi la mitad de la plata, pues falta el tesorero, el jefe de presupuesto y contabilidad y los gastos fiscales con el resultado vergonzoso que se ve en todas partes de obras sin terminar o cayéndose ante el primer huracán o leve brisa, ya que la plata no alcanzó, los materiales utilizados fueron de pésima calidad o insuficientes. ¡Ah! Me faltaban las ganancias del contratista que por lo menos deben de ser otro 20% y cuando venimos a ver solamente queda para la obra la pírrica suma de treinta mil millones y como resultado funcionarios públicos metidos en líos y contratistas en quiebra y en la cárcel. El congresista no lo tocan porque no aparece por parte alguna. Ese mal no se puede erradicar de un día para otro ni es labor de uno solo, es de equipo con Fiscalía, Procuraduría, Contraloría, Policía y Ejército al frente, Duque tiene las mejores intenciones pero si las Cortes no ayudan, no le quedará fácil porque la corrupción no solo hizo metástasis a un órgano, “es un árbol que tiene raíces muy profundas” y no hay quimio o radio que valga, pero casos se han visto y los milagros existen, listo Calixto.
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Señor Alcalde no descanso, no descansaré ahí están los árboles de la 11 mutilados y sin curación y los huecos de la 9ª, 7ª y 17, “crecen como crecen las sombras cuando el sol declina”.

Por José Aponte Martínez