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Columnista - 13 junio, 2017

Los egos de todos

Inadmisible (pero ocurre en todas partes del universo) que los egocentrismos gobiernen nuestros actos y actitudes. Colombia pervive en un enfrentamiento visceral de Uribe hacia Santos y viceversa. El primero hace parte de la aun denominada clase alta de la provincia y el segundo de la aristocracia citadina. Aunque el país no sea de prosapia. […]

Inadmisible (pero ocurre en todas partes del universo) que los egocentrismos gobiernen nuestros actos y actitudes. Colombia pervive en un enfrentamiento visceral de Uribe hacia Santos y viceversa. El primero hace parte de la aun denominada clase alta de la provincia y el segundo de la aristocracia citadina. Aunque el país no sea de prosapia. Prepotentes.

A los dos, les siguen gentes de unos y otros extremos de la sociedad. Y se contaminan de sus odios originados en su propia vanidad personal. El uno cuchara de palo y el otro cuchara de oro. Ambos con bienes de fortuna. El escenario anterior se replica en las ciudades y en la provincia, con especímenes de igual talante.

Los dos se han utilizado y necesitados. Uribe se combinó por ejemplo para gobernar con un Santos (Francisco, Pacho) y mantuvo por largo rato en su administración a otro Santos (Juan Manual) como su ministro. Este último utilizó a aquel para hacerse presidente. Y cuando lo logró, no permitió ser utilizado por Uribe para cogobernar.

El presidente Santos asumió el reto de hacer dialogo con la Farc, para concluir con un acuerdo eufemísticamente de paz. El expresidente Uribe que continuó en un inusitado activismo político, ahora como senador, asumió envalentonado la oposición al gobierno de su antiguo subalterno. Hombres de derecha, se enfrentan enconadamente con sus vanidades intrínsecas. Y nos arrastran a todos, como seguidilla de borregos.

Ahí se asoma, como integrante de esa derecha hirsuta el exvicepresidente Vargas Lleras, el de los coscorrones a sus subalternos. Arrogante y endiosado.

La izquierda, bien gracias. Las pugnas de estos, son igualmente viscerales. Igual o peor a la de aquellos. Todos hombres autarticos, como los de derecha. Petro inútilmente soberbio. Autoritario. Perverso. Robledo, presuntuoso y jactancioso. Autosuficiente. Se cree puro. Clara López, una mujer, también cuchara de oro, camufladita siempre en la izquierda. Claudia López, una mujer hirsuta. Mediática.

Todos despedazan al país. Siguiendo el hilo conductor de las soberbias, individuales y colectivas, trasunto exacto de las perspectivas de todos ellos es la justicia transicional para paramilitares y guerrilleros, necesaria pero sustancialmente caótica. Desordenada e improvisada. Redactada a machetazos. Muchos intereses contrapuestos. Su operancia por décadas va a ser problemática, compleja. Pero mejor que continuar echándonos, unos y otros, “bala ventiada”.

Los miembros de la cúpula de la Farc, como los de la cúpula de los paras. Extremos. Tiranos. Altaneros. Iracundos. Insoportables, pero mejor ocuparlos en la porfía de imperfecta democracia participativa que auspiciar el eviterno enfrentamientos bélicos. Son hombres ensombrecidos por la maldad. Malas gentes. Desafiantes. Irónicos.

La situación actual y futura de la patria requiere una buena dosis de reconciliación, pero sincera, respetando unos y otros nuestras opiniones y desacuerdos razonables. El dialogo inicial no nos debe ubicar entre malos y buenos, sino en que aun pensando diferentes, podemos encontrar soluciones a nuestras diferencias intrínsecas y extrínsecas. Eso es todo.

El país dividido, en dos mitades, exactamente iguales de extremos, mostrándonos los colmillos. El nuevo partido de las Farc, integrada por insolentes, una izquierda en desbandada y una derecha confrontada, requiere de un liderazgo despojado de los egos que los circundan. Ojalá se desarmen los espíritus y el lenguaje procaz y desafiante. Los medios deben dejar de ser panfletarios y cínicos, al tomar partida. Auspician casi siempre los linchamientos mediáticos.

Por Hugo Mendoza Guerra

 

 

 

 

 

Columnista
13 junio, 2017

Los egos de todos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hugo Mendoza

Inadmisible (pero ocurre en todas partes del universo) que los egocentrismos gobiernen nuestros actos y actitudes. Colombia pervive en un enfrentamiento visceral de Uribe hacia Santos y viceversa. El primero hace parte de la aun denominada clase alta de la provincia y el segundo de la aristocracia citadina. Aunque el país no sea de prosapia. […]


Inadmisible (pero ocurre en todas partes del universo) que los egocentrismos gobiernen nuestros actos y actitudes. Colombia pervive en un enfrentamiento visceral de Uribe hacia Santos y viceversa. El primero hace parte de la aun denominada clase alta de la provincia y el segundo de la aristocracia citadina. Aunque el país no sea de prosapia. Prepotentes.

A los dos, les siguen gentes de unos y otros extremos de la sociedad. Y se contaminan de sus odios originados en su propia vanidad personal. El uno cuchara de palo y el otro cuchara de oro. Ambos con bienes de fortuna. El escenario anterior se replica en las ciudades y en la provincia, con especímenes de igual talante.

Los dos se han utilizado y necesitados. Uribe se combinó por ejemplo para gobernar con un Santos (Francisco, Pacho) y mantuvo por largo rato en su administración a otro Santos (Juan Manual) como su ministro. Este último utilizó a aquel para hacerse presidente. Y cuando lo logró, no permitió ser utilizado por Uribe para cogobernar.

El presidente Santos asumió el reto de hacer dialogo con la Farc, para concluir con un acuerdo eufemísticamente de paz. El expresidente Uribe que continuó en un inusitado activismo político, ahora como senador, asumió envalentonado la oposición al gobierno de su antiguo subalterno. Hombres de derecha, se enfrentan enconadamente con sus vanidades intrínsecas. Y nos arrastran a todos, como seguidilla de borregos.

Ahí se asoma, como integrante de esa derecha hirsuta el exvicepresidente Vargas Lleras, el de los coscorrones a sus subalternos. Arrogante y endiosado.

La izquierda, bien gracias. Las pugnas de estos, son igualmente viscerales. Igual o peor a la de aquellos. Todos hombres autarticos, como los de derecha. Petro inútilmente soberbio. Autoritario. Perverso. Robledo, presuntuoso y jactancioso. Autosuficiente. Se cree puro. Clara López, una mujer, también cuchara de oro, camufladita siempre en la izquierda. Claudia López, una mujer hirsuta. Mediática.

Todos despedazan al país. Siguiendo el hilo conductor de las soberbias, individuales y colectivas, trasunto exacto de las perspectivas de todos ellos es la justicia transicional para paramilitares y guerrilleros, necesaria pero sustancialmente caótica. Desordenada e improvisada. Redactada a machetazos. Muchos intereses contrapuestos. Su operancia por décadas va a ser problemática, compleja. Pero mejor que continuar echándonos, unos y otros, “bala ventiada”.

Los miembros de la cúpula de la Farc, como los de la cúpula de los paras. Extremos. Tiranos. Altaneros. Iracundos. Insoportables, pero mejor ocuparlos en la porfía de imperfecta democracia participativa que auspiciar el eviterno enfrentamientos bélicos. Son hombres ensombrecidos por la maldad. Malas gentes. Desafiantes. Irónicos.

La situación actual y futura de la patria requiere una buena dosis de reconciliación, pero sincera, respetando unos y otros nuestras opiniones y desacuerdos razonables. El dialogo inicial no nos debe ubicar entre malos y buenos, sino en que aun pensando diferentes, podemos encontrar soluciones a nuestras diferencias intrínsecas y extrínsecas. Eso es todo.

El país dividido, en dos mitades, exactamente iguales de extremos, mostrándonos los colmillos. El nuevo partido de las Farc, integrada por insolentes, una izquierda en desbandada y una derecha confrontada, requiere de un liderazgo despojado de los egos que los circundan. Ojalá se desarmen los espíritus y el lenguaje procaz y desafiante. Los medios deben dejar de ser panfletarios y cínicos, al tomar partida. Auspician casi siempre los linchamientos mediáticos.

Por Hugo Mendoza Guerra