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Editorial - 13 julio, 2016

Que los buenos tiempos vuelvan a Chiriguaná

El municipio de Chiriguaná, en el centro del Cesar, ha sido epicentro de todo tipo de críticias y cuestionamientos por la comunidad, medios de comunicación y líderes políticos. Ahora todos creemos tener la razón al juzgar a una población que no pasa por su mejor momento administrativo, político y social. Lo ocurrido el lunes anterior, […]

El municipio de Chiriguaná, en el centro del Cesar, ha sido epicentro de todo tipo de críticias y cuestionamientos por la comunidad, medios de comunicación y líderes políticos. Ahora todos creemos tener la razón al juzgar a una población que no pasa por su mejor momento administrativo, político y social.

Lo ocurrido el lunes anterior, cuando un grupo de pobladores bloquearon la Troncal de Oriente, importante arteria vial para el desarrollo del país, no debe repetirse. El profesor Naimen Lara fue la víctima que dejó este lamentable hecho, producto del enfrentamiento entre comunidad y fuerza pública, aunque no está clara la situación en la que murió el docente del corregimiento de La Sierra.

Más allá de estos infaustos sucesos, que dejó un muerto y varios heridos, más las pérdidas económicas de los transportadores que quedaron atrapados en el bloqueo de la vía, está la comunidad que en el municipio de Chiriguaná sintió temor por sus vidas y miedo por la posibilidad de que pasara algo peor. Se rumoró que quemarían las sedes de entidades públicas, corrió la voz de que era mejor que se encerraran en sus casas y no salieron. Ayer nadie salió a sus sitios de trabajo, el comercio de manera tímida abrió sus puertas y los estudiantes no fueron a clases.

¿Es eso lo que mejorará la situación en Chiriguaná? ¿La violencia? La comunidad pedía a gritos ayer que volviera la calma, la tranquilidad, la que han vivido en los últimos años a pesar de la corrupción que campea en sus instituciones, en sus inversiones millonarias en grandes proyectos que buscaban (no lo han logrado) mejorar la calidad de vida de los chiriguaneros.

Ya el diagnóstico está hecho. No cuentan con servicios públicos eficientes, no tienen hospital, no tienen agua potable, no tienen fuente de empleo, entre otros males. Ahora sus gobernantes y sus líderes políticos y sociales deben trabajar para demostrar que pueden hacer algo diferente por su municipio. No pueden dejar al garete su municipio, a expensas de los avivatos que por años se lo han robado.

La calma debe volver, para que tomen el aire suficiente que les permita trabajar por Chiriguaná.

Tienen un acompañamiento importante desde Bogotá. El contralor general de la República, Edgardo Maya Villazón, solicitó al ministro de Salud y Protección Social, Alejandro Gaviria Uribe, tomar las medidas del caso, y al Superintendente Nacional de Salud, Norman Julio Muñoz, evaluar la intervención del Hospital Regional San Andrés de Chiriguaná.

Ahora falta que la alcaldesa Zunilda Tolosa y el gobernador del Cesar, Francisco Ovalle, hagan un bloque común por este municipio y logren que la calma regrese a Chiriguaná.

Editorial
13 julio, 2016

Que los buenos tiempos vuelvan a Chiriguaná

El municipio de Chiriguaná, en el centro del Cesar, ha sido epicentro de todo tipo de críticias y cuestionamientos por la comunidad, medios de comunicación y líderes políticos. Ahora todos creemos tener la razón al juzgar a una población que no pasa por su mejor momento administrativo, político y social. Lo ocurrido el lunes anterior, […]


El municipio de Chiriguaná, en el centro del Cesar, ha sido epicentro de todo tipo de críticias y cuestionamientos por la comunidad, medios de comunicación y líderes políticos. Ahora todos creemos tener la razón al juzgar a una población que no pasa por su mejor momento administrativo, político y social.

Lo ocurrido el lunes anterior, cuando un grupo de pobladores bloquearon la Troncal de Oriente, importante arteria vial para el desarrollo del país, no debe repetirse. El profesor Naimen Lara fue la víctima que dejó este lamentable hecho, producto del enfrentamiento entre comunidad y fuerza pública, aunque no está clara la situación en la que murió el docente del corregimiento de La Sierra.

Más allá de estos infaustos sucesos, que dejó un muerto y varios heridos, más las pérdidas económicas de los transportadores que quedaron atrapados en el bloqueo de la vía, está la comunidad que en el municipio de Chiriguaná sintió temor por sus vidas y miedo por la posibilidad de que pasara algo peor. Se rumoró que quemarían las sedes de entidades públicas, corrió la voz de que era mejor que se encerraran en sus casas y no salieron. Ayer nadie salió a sus sitios de trabajo, el comercio de manera tímida abrió sus puertas y los estudiantes no fueron a clases.

¿Es eso lo que mejorará la situación en Chiriguaná? ¿La violencia? La comunidad pedía a gritos ayer que volviera la calma, la tranquilidad, la que han vivido en los últimos años a pesar de la corrupción que campea en sus instituciones, en sus inversiones millonarias en grandes proyectos que buscaban (no lo han logrado) mejorar la calidad de vida de los chiriguaneros.

Ya el diagnóstico está hecho. No cuentan con servicios públicos eficientes, no tienen hospital, no tienen agua potable, no tienen fuente de empleo, entre otros males. Ahora sus gobernantes y sus líderes políticos y sociales deben trabajar para demostrar que pueden hacer algo diferente por su municipio. No pueden dejar al garete su municipio, a expensas de los avivatos que por años se lo han robado.

La calma debe volver, para que tomen el aire suficiente que les permita trabajar por Chiriguaná.

Tienen un acompañamiento importante desde Bogotá. El contralor general de la República, Edgardo Maya Villazón, solicitó al ministro de Salud y Protección Social, Alejandro Gaviria Uribe, tomar las medidas del caso, y al Superintendente Nacional de Salud, Norman Julio Muñoz, evaluar la intervención del Hospital Regional San Andrés de Chiriguaná.

Ahora falta que la alcaldesa Zunilda Tolosa y el gobernador del Cesar, Francisco Ovalle, hagan un bloque común por este municipio y logren que la calma regrese a Chiriguaná.