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Columnista - 14 marzo, 2014

Los barcos negreros y los votantes

En aquellos tiempos cuando operaba el comercio negroide, los mercaderes del maligno oficio arrimaban a las costas africanas cargando la mercancía humana en sus puertos y se enrumbaban hacia América, especialmente en lo que hoy es Brasil, Colombia, Cuba, Republica Dominicana, Haití y otras poblaciones más. Ese modelo esclavista era visto con buenos ojos por […]

En aquellos tiempos cuando operaba el comercio negroide, los mercaderes del maligno oficio arrimaban a las costas africanas cargando la mercancía humana en sus puertos y se enrumbaban hacia América, especialmente en lo que hoy es Brasil, Colombia, Cuba, Republica Dominicana, Haití y otras poblaciones más.

Ese modelo esclavista era visto con buenos ojos por los monarcas que tenían colonias en América, y la iglesia recibía los diezmos para fortalecer su estructura económica, tanto así, que en cada sitio tenía sus agencias conocida como la santa iglesia.

Con la declaración de los derechos del hombre se dejó de creer que el negro y el indio no tenían alma y la historia fue cambiando.

Sin embargo, hoy aunque no se toma a la gente y se encierra en un barco, ni se vende para tarea alguna, hoy se retiene al ciudadano por parte de quienes ejercen autoridad y mando para mostrarlo a los candidatos y vender sus votos en lotes como si fueran novillos, lo hacen de la forma más cruel advirtiéndole a los desprotegidos que si no votan por el candidato impuesto los excluyen de los beneficios de los programas de corte social y otros que se han instituido como política de estado; lo señalado deben conocerlo todas las agencias de vigilancia y control estatal, el poder judicial, el ejecutivo y con más rigor el legislativo que son los que permiten esos vicios.

Como a todos se les exige aportar para mantener ese sistema corrupto, a la gente se les retiene durante varias horas y hasta que no llegue el candidato no se les deja salir y de acuerdo a la cantidad de personas retenidas, así cobran por el presunto voto al pretendiente a una curul al congreso.

Hemos llegado a la terrible episodio de ver que cada jefe político es quien entrega millonaria sumas para adquirir la credencial, que a la postre resulta comprada y no otorgada, según el decir del común de la gente, esos casos han sido vistos en las capitales de departamento y en los otros municipios, donde todo el mundo sabe quien compra y quien vende voto, pero no aparece autoridad alguna, por que de seguro quien la ejerce también es cuota del sistema y para mantenerse en el cargo es menester guardar silencio.

Según investigaciones, para las pasadas elecciones nuevamente se dividieron los departamentos en sectores y en especial el nuestro, donde los beneficiados recibieron votos de las administraciones, por eso se dice que aquí está funcionando un PRI como en México para no darle opción a los diferentes, pero no por la voluntad generalizada, sino por el constreñimiento y la coacción.

Me anima preguntar para qué ofrecer dinero a quien denuncie la compra de votos, si quienes lo hacen son los que están supuestamente patrocinando la operación mercantil, tomar lo público para entregárselo a unos pocos es tan delictual como el tráfico negrero de que hablamos, mientras tanto silencio total, incluso la iglesia que desde el púlpito denunció estos hechos, hoy en vez de eso lo que tratan es de comercializarlo todo, incluso la fe, como si esta fuera transferible.

¡Qué vaina hasta donde hemos llegado!

Columnista
14 marzo, 2014

Los barcos negreros y los votantes

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Nurys Pardo Conrado

En aquellos tiempos cuando operaba el comercio negroide, los mercaderes del maligno oficio arrimaban a las costas africanas cargando la mercancía humana en sus puertos y se enrumbaban hacia América, especialmente en lo que hoy es Brasil, Colombia, Cuba, Republica Dominicana, Haití y otras poblaciones más. Ese modelo esclavista era visto con buenos ojos por […]


En aquellos tiempos cuando operaba el comercio negroide, los mercaderes del maligno oficio arrimaban a las costas africanas cargando la mercancía humana en sus puertos y se enrumbaban hacia América, especialmente en lo que hoy es Brasil, Colombia, Cuba, Republica Dominicana, Haití y otras poblaciones más.

Ese modelo esclavista era visto con buenos ojos por los monarcas que tenían colonias en América, y la iglesia recibía los diezmos para fortalecer su estructura económica, tanto así, que en cada sitio tenía sus agencias conocida como la santa iglesia.

Con la declaración de los derechos del hombre se dejó de creer que el negro y el indio no tenían alma y la historia fue cambiando.

Sin embargo, hoy aunque no se toma a la gente y se encierra en un barco, ni se vende para tarea alguna, hoy se retiene al ciudadano por parte de quienes ejercen autoridad y mando para mostrarlo a los candidatos y vender sus votos en lotes como si fueran novillos, lo hacen de la forma más cruel advirtiéndole a los desprotegidos que si no votan por el candidato impuesto los excluyen de los beneficios de los programas de corte social y otros que se han instituido como política de estado; lo señalado deben conocerlo todas las agencias de vigilancia y control estatal, el poder judicial, el ejecutivo y con más rigor el legislativo que son los que permiten esos vicios.

Como a todos se les exige aportar para mantener ese sistema corrupto, a la gente se les retiene durante varias horas y hasta que no llegue el candidato no se les deja salir y de acuerdo a la cantidad de personas retenidas, así cobran por el presunto voto al pretendiente a una curul al congreso.

Hemos llegado a la terrible episodio de ver que cada jefe político es quien entrega millonaria sumas para adquirir la credencial, que a la postre resulta comprada y no otorgada, según el decir del común de la gente, esos casos han sido vistos en las capitales de departamento y en los otros municipios, donde todo el mundo sabe quien compra y quien vende voto, pero no aparece autoridad alguna, por que de seguro quien la ejerce también es cuota del sistema y para mantenerse en el cargo es menester guardar silencio.

Según investigaciones, para las pasadas elecciones nuevamente se dividieron los departamentos en sectores y en especial el nuestro, donde los beneficiados recibieron votos de las administraciones, por eso se dice que aquí está funcionando un PRI como en México para no darle opción a los diferentes, pero no por la voluntad generalizada, sino por el constreñimiento y la coacción.

Me anima preguntar para qué ofrecer dinero a quien denuncie la compra de votos, si quienes lo hacen son los que están supuestamente patrocinando la operación mercantil, tomar lo público para entregárselo a unos pocos es tan delictual como el tráfico negrero de que hablamos, mientras tanto silencio total, incluso la iglesia que desde el púlpito denunció estos hechos, hoy en vez de eso lo que tratan es de comercializarlo todo, incluso la fe, como si esta fuera transferible.

¡Qué vaina hasta donde hemos llegado!