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Columnista - 24 marzo, 2017

‘La Pocho’

De más de mil quinientos descendientes de mi abuelo Antonio Aponte, quizás tengo el mérito de conocer a su inmensa mayoría y con seguridad a todos sus nietos que son mis primos hermanos, más de 160 y entre ellos hay uno hijo de mi tía Graciela y Goyo Maestre, que se casó y vive en […]

De más de mil quinientos descendientes de mi abuelo Antonio Aponte, quizás tengo el mérito de conocer a su inmensa mayoría y con seguridad a todos sus nietos que son mis primos hermanos, más de 160 y entre ellos hay uno hijo de mi tía Graciela y Goyo Maestre, que se casó y vive en San Andrés, a quien quiero mucho, a pesar de que somos radicalmente opuestos y vivimos en una discusión permanente, José Alberto Maestre Aponte, que hoy la desgracia tocó a sus puertas y entró de manera cruel, despiadada y absurda llevándose por delante a la niña de sus ojos, a su única e inigualable hija Ángela, en la flor de la vida, comenzando a vivir, un ser lleno de ternura, alegría y amor que hacia honor a su nombre, pues eso era, un ángel que aprendió de su mamá Ángela, otro ángel, a hacer el bien sin mirar a quien y prodigarle amor a sus congéneres, siempre auspiciada por su benefactor, su amoroso y buen papá.

José y Ángela: Mercy y yo también sentimos y vivimos esa cruel realidad y por eso sabemos que no hay dolor espiritual que lo iguale, pero hemos aprendido con una fe absoluta que las decisiones de Él hay que aceptarlas con profunda resignación y que eso sí, tiempos mejores no podrán venir porque ese recuerdo no se borra jamás, dizque con el tiempo dicen, pero para Mercy y para mí ese momento todavía no ha llegado y cada vez que recordamos a Hernando José, nuestro adorado Makor, nos ponemos a llorar, como ya lo estoy haciendo.

Primo hermano, más hermano que primo, Ángela, el dolor que ustedes tienen es nuestro dolor; no he tratado de hablar con ustedes porque creo que el estado anímico no nos lo permite y considero que debo hacerlo personalmente para compartirlo con un fuerte y doloroso abrazo, allá iré para cumplir con ese sagrado compromiso.

Ángela María, que nombre tan bien puesto, sonoro y bello, esa era ‘La Pocho’, como con tanto cariño y confianza le decíamos, repito un ángel que vio truncada su vida que comenzaba a brillar en otras esferas, que nos deja gratos recuerdos, como familiar y como persona, pues era una asidua visitante del Festival Vallenato, que junto con José Alberto se lo gozaba de pe a pa y era una ferviente admiradora de Poncho y Emiliano Zuleta.

Cómo nos duele la inesperada partida de ‘La Pocho’, San Andrés pierde a una prestante representante de su clase dirigente, pues ella con seguridad tenía un amplio, ancho, brillante y bello camino que recorrer. Su vida apenas comenzaba y ya era promisoria.

José y Ángela: nuevamente la parca nos golpea, pues hace menos de cuatro meses falleció José Miguel, vuelquen todo el cariño y afecto en el hijo que les queda, José Augusto, ese es el único refugio y ojalá los nietos vengan rápido para que les ayuden a mitigar el dolor y pasar este amargo trago.

Mi tía Graciela no goza de buena salud y por ello no se le ha dicho nada, le agradecemos a quienes la visiten ser discretos en el manejo de esta trágica noticia.

Por José M. Aponte Martínez

Columnista
24 marzo, 2017

‘La Pocho’

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

De más de mil quinientos descendientes de mi abuelo Antonio Aponte, quizás tengo el mérito de conocer a su inmensa mayoría y con seguridad a todos sus nietos que son mis primos hermanos, más de 160 y entre ellos hay uno hijo de mi tía Graciela y Goyo Maestre, que se casó y vive en […]


De más de mil quinientos descendientes de mi abuelo Antonio Aponte, quizás tengo el mérito de conocer a su inmensa mayoría y con seguridad a todos sus nietos que son mis primos hermanos, más de 160 y entre ellos hay uno hijo de mi tía Graciela y Goyo Maestre, que se casó y vive en San Andrés, a quien quiero mucho, a pesar de que somos radicalmente opuestos y vivimos en una discusión permanente, José Alberto Maestre Aponte, que hoy la desgracia tocó a sus puertas y entró de manera cruel, despiadada y absurda llevándose por delante a la niña de sus ojos, a su única e inigualable hija Ángela, en la flor de la vida, comenzando a vivir, un ser lleno de ternura, alegría y amor que hacia honor a su nombre, pues eso era, un ángel que aprendió de su mamá Ángela, otro ángel, a hacer el bien sin mirar a quien y prodigarle amor a sus congéneres, siempre auspiciada por su benefactor, su amoroso y buen papá.

José y Ángela: Mercy y yo también sentimos y vivimos esa cruel realidad y por eso sabemos que no hay dolor espiritual que lo iguale, pero hemos aprendido con una fe absoluta que las decisiones de Él hay que aceptarlas con profunda resignación y que eso sí, tiempos mejores no podrán venir porque ese recuerdo no se borra jamás, dizque con el tiempo dicen, pero para Mercy y para mí ese momento todavía no ha llegado y cada vez que recordamos a Hernando José, nuestro adorado Makor, nos ponemos a llorar, como ya lo estoy haciendo.

Primo hermano, más hermano que primo, Ángela, el dolor que ustedes tienen es nuestro dolor; no he tratado de hablar con ustedes porque creo que el estado anímico no nos lo permite y considero que debo hacerlo personalmente para compartirlo con un fuerte y doloroso abrazo, allá iré para cumplir con ese sagrado compromiso.

Ángela María, que nombre tan bien puesto, sonoro y bello, esa era ‘La Pocho’, como con tanto cariño y confianza le decíamos, repito un ángel que vio truncada su vida que comenzaba a brillar en otras esferas, que nos deja gratos recuerdos, como familiar y como persona, pues era una asidua visitante del Festival Vallenato, que junto con José Alberto se lo gozaba de pe a pa y era una ferviente admiradora de Poncho y Emiliano Zuleta.

Cómo nos duele la inesperada partida de ‘La Pocho’, San Andrés pierde a una prestante representante de su clase dirigente, pues ella con seguridad tenía un amplio, ancho, brillante y bello camino que recorrer. Su vida apenas comenzaba y ya era promisoria.

José y Ángela: nuevamente la parca nos golpea, pues hace menos de cuatro meses falleció José Miguel, vuelquen todo el cariño y afecto en el hijo que les queda, José Augusto, ese es el único refugio y ojalá los nietos vengan rápido para que les ayuden a mitigar el dolor y pasar este amargo trago.

Mi tía Graciela no goza de buena salud y por ello no se le ha dicho nada, le agradecemos a quienes la visiten ser discretos en el manejo de esta trágica noticia.

Por José M. Aponte Martínez