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Columnista - 11 febrero, 2016

La paz un proceso de incertidumbres y la niñez Wayuu en extinción

Todos los colombianos queremos la paz, eso no es discutible. Lo discutible es la forma en que se ha venido manejando el proceso por ambas partes. El gobierno en cabeza del presidente Santos y Humberto de la Calle con su equipo negociador por una parte. Timochenko e Iván Márquez por la otra media parte de […]

Todos los colombianos queremos la paz, eso no es discutible. Lo discutible es la forma en que se ha venido manejando el proceso por ambas partes. El gobierno en cabeza del presidente Santos y Humberto de la Calle con su equipo negociador por una parte. Timochenko e Iván Márquez por la otra media parte de las Farc. En ese cuadrilátero, han tenido cabida agentes externos con principios políticos tan opuestos y radicales, como lo han sido el presidente Obama, el incapaz de Nicolás Maduro y su progenitor cubano Raúl Castro. Es decir, persecutor y perseguidos, es más, antiterroristas y terroristas, y la Comisión Internacional de los Derechos Humanos reclamando justicia por delitos de lesa humanidad.

Desde luego, los Estados Unidos a través del Jhon Kerry, Secretario del Departamento de Estado, le dijo en sus propias narices al presidente Santos, que Simón Trinidad es un asesino de norteamericanos y no es negociable dentro del proceso de paz. También le dijo que por ahora no iban a sacar a las Farc del grupo de terroristas mundiales, que tal vez, cuando firmen la paz, se desarmen y dejen el negocio del narcotráfico.

Santos se vino feliz de los Estados Unidos, porque la invitación del presidente Obama para celebrar los 15 años del Plan Colombia lo puso en el contexto internacional muy pizco y sacapechos, también porque junto a Timochenko, los propusieron como candidatos al premio Nobel de la paz. Pero hay una puerta a la que no le encuentran la llave verdadera. El gobierno Santos les quiere imponer a las Farc el plebiscito como mecanismo de refrendación y validez de los acuerdos para pacificar al país a como dé lugar y punto. Por otra parte, las Farc le han dicho a todo el mundo que no les gusta el plebiscito, que ellos quieren algo más garantista como una Constituyente. Porque la imagen del presidente Santos está tan desgastada, que ninguna encuesta le favorece y ese proceso se podría estancar en un plebiscito. Está imposición, ya está levantando ampollas en varios sectores.

Pero en la otra Colombia, que no está en guerra de fusiles, donde casi diariamente se mueren niños y niñas sin disparar una bala, son los niños de la etnia Wayuu o guajira. Son niños nativos de la tierra que le ha dado miles millones en regalías al país. Que por esa mezcla de corrupción y desidia tiene a la zona parecida al Cuerno de África. Zona sin agua, ni siquiera impotable, sin alimentos mucho menos asistencia médica. Pero además, un Ministro de Salud inepto, que anda más pendiente de la legalización de la marihuana, que de reconocer la dimensión de una tragedia anunciada y la gran crisis en el sector de la salud colombiana. No es raro que se establezca para la zona de La Guajira Colombo Venezolana el programa internacional ‘Save The Children’, que es exclusivo para el África’.

Superar la guerra para engordar a los que la produjeron y dejar morir a los niños wayúu de física hambre es una vergüenza internacional. Un presidente de un país, premiado con el nobel de paz donde los niños mueren por desnutrición es indignante.

Columnista
11 febrero, 2016

La paz un proceso de incertidumbres y la niñez Wayuu en extinción

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Gonzalo E. Quiroz Martínez

Todos los colombianos queremos la paz, eso no es discutible. Lo discutible es la forma en que se ha venido manejando el proceso por ambas partes. El gobierno en cabeza del presidente Santos y Humberto de la Calle con su equipo negociador por una parte. Timochenko e Iván Márquez por la otra media parte de […]


Todos los colombianos queremos la paz, eso no es discutible. Lo discutible es la forma en que se ha venido manejando el proceso por ambas partes. El gobierno en cabeza del presidente Santos y Humberto de la Calle con su equipo negociador por una parte. Timochenko e Iván Márquez por la otra media parte de las Farc. En ese cuadrilátero, han tenido cabida agentes externos con principios políticos tan opuestos y radicales, como lo han sido el presidente Obama, el incapaz de Nicolás Maduro y su progenitor cubano Raúl Castro. Es decir, persecutor y perseguidos, es más, antiterroristas y terroristas, y la Comisión Internacional de los Derechos Humanos reclamando justicia por delitos de lesa humanidad.

Desde luego, los Estados Unidos a través del Jhon Kerry, Secretario del Departamento de Estado, le dijo en sus propias narices al presidente Santos, que Simón Trinidad es un asesino de norteamericanos y no es negociable dentro del proceso de paz. También le dijo que por ahora no iban a sacar a las Farc del grupo de terroristas mundiales, que tal vez, cuando firmen la paz, se desarmen y dejen el negocio del narcotráfico.

Santos se vino feliz de los Estados Unidos, porque la invitación del presidente Obama para celebrar los 15 años del Plan Colombia lo puso en el contexto internacional muy pizco y sacapechos, también porque junto a Timochenko, los propusieron como candidatos al premio Nobel de la paz. Pero hay una puerta a la que no le encuentran la llave verdadera. El gobierno Santos les quiere imponer a las Farc el plebiscito como mecanismo de refrendación y validez de los acuerdos para pacificar al país a como dé lugar y punto. Por otra parte, las Farc le han dicho a todo el mundo que no les gusta el plebiscito, que ellos quieren algo más garantista como una Constituyente. Porque la imagen del presidente Santos está tan desgastada, que ninguna encuesta le favorece y ese proceso se podría estancar en un plebiscito. Está imposición, ya está levantando ampollas en varios sectores.

Pero en la otra Colombia, que no está en guerra de fusiles, donde casi diariamente se mueren niños y niñas sin disparar una bala, son los niños de la etnia Wayuu o guajira. Son niños nativos de la tierra que le ha dado miles millones en regalías al país. Que por esa mezcla de corrupción y desidia tiene a la zona parecida al Cuerno de África. Zona sin agua, ni siquiera impotable, sin alimentos mucho menos asistencia médica. Pero además, un Ministro de Salud inepto, que anda más pendiente de la legalización de la marihuana, que de reconocer la dimensión de una tragedia anunciada y la gran crisis en el sector de la salud colombiana. No es raro que se establezca para la zona de La Guajira Colombo Venezolana el programa internacional ‘Save The Children’, que es exclusivo para el África’.

Superar la guerra para engordar a los que la produjeron y dejar morir a los niños wayúu de física hambre es una vergüenza internacional. Un presidente de un país, premiado con el nobel de paz donde los niños mueren por desnutrición es indignante.