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Columnista - 1 abril, 2018

La parábola del camello y la leyenda de Francisco

En los días de Semana Santa, que para los católicos son de reflexión y fortalecimiento de la memoria sacramental, tuve la oportunidad de dialogar con el pariente Gustavo Carrillo Mindiola, un caballero octogenario, experto en la historia regional y aficionado lector que conoce de las licencias poéticas y de la importancia de las analogías en […]

En los días de Semana Santa, que para los católicos son de reflexión y fortalecimiento de la memoria sacramental, tuve la oportunidad de dialogar con el pariente Gustavo Carrillo Mindiola, un caballero octogenario, experto en la historia regional y aficionado lector que conoce de las licencias poéticas y de la importancia de las analogías en la composición de un texto.

Dialogamos de la Parábola del Camello y de la Leyenda de Francisco el Hombre. Con la experiencia de un viejo maestro, comentaba el pariente Gustavo, que el origen de la parábola fue cuando Jesús hablaba con un hombre rico, y quedó muy decepcionado de él, pues amaba los bienes materiales sin importarle las bondades espirituales. Entonces Jesús dijo: “Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios”. Esta es una hipérbole, y aflora en la mente el mamífero animal de gran tamaño y su imposibilidad de entrar por un pequeño orificio; pero en realidad se refiere es a la soga o cabuya gruesa que se usaba para amarrar los barcos en los muelles. La palabra soga en griego es “kamilos” y es muy similar a “kamelos” (camello), y los traductores habrían obviado su uso en tiempos bíblicos y la habrían traducido como “camello”.

De la Leyenda de Francisco Moscote ‘Francisco El Hombre’, el escritor Joce Daniels comenta que en cada rincón del universo existe una leyenda agazapada de un juglar o trovador, que al menos una vez en su vida se enfrentó y venció al demonio con música y sus versos. En el departamento del Magdalena, Antonio Brugés Carmona (1911-1956), en su libro “Vida y muerte del acordeonista Pedro Nolasco Martínez” (1940), describe el portentoso duelo que éste tuvo con el Diablo que se presentó en forma de acordeonista, y estos versos que aún permanecen en el imaginario popular: “Ahí viene el diablo a tocar/ y Pedro Nolasco reza/ Le rezo un Credo y se va/ y un Padre Nuestro ná más”.

En el departamento de La Guajira se resalta la Leyenda de ‘Francisco el Hombre’ que en un camino de regreso a Riohacha se enfrentó al Diablo tocando acordeón. En el proceso de transmisión a través de la tradición oral las leyendas experimentan a menudo modificaciones, pero aquí los escritores alteraron el relato inicial de la leyenda, al poner a ‘Francisco El Hombre’ a cantar El Credo al revés. En nuestra opinión es una imprecisión que rompe la visión católica de la comunidad; para la tradición popular la oración es el arma certera para vencer al demonio. Una oración al revés es una jeringonza, algo ininteligible, que no pertenece a la tradición del entorno de la región. Sí Francisco Moscote hubiera cantado El Credo al revés, el final de su existencia terrenal habría sido en ese instante: calcinado por las llamas sulfurosas de Satanás.

Columnista
1 abril, 2018

La parábola del camello y la leyenda de Francisco

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Atuesta Mindiola

En los días de Semana Santa, que para los católicos son de reflexión y fortalecimiento de la memoria sacramental, tuve la oportunidad de dialogar con el pariente Gustavo Carrillo Mindiola, un caballero octogenario, experto en la historia regional y aficionado lector que conoce de las licencias poéticas y de la importancia de las analogías en […]


En los días de Semana Santa, que para los católicos son de reflexión y fortalecimiento de la memoria sacramental, tuve la oportunidad de dialogar con el pariente Gustavo Carrillo Mindiola, un caballero octogenario, experto en la historia regional y aficionado lector que conoce de las licencias poéticas y de la importancia de las analogías en la composición de un texto.

Dialogamos de la Parábola del Camello y de la Leyenda de Francisco el Hombre. Con la experiencia de un viejo maestro, comentaba el pariente Gustavo, que el origen de la parábola fue cuando Jesús hablaba con un hombre rico, y quedó muy decepcionado de él, pues amaba los bienes materiales sin importarle las bondades espirituales. Entonces Jesús dijo: “Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios”. Esta es una hipérbole, y aflora en la mente el mamífero animal de gran tamaño y su imposibilidad de entrar por un pequeño orificio; pero en realidad se refiere es a la soga o cabuya gruesa que se usaba para amarrar los barcos en los muelles. La palabra soga en griego es “kamilos” y es muy similar a “kamelos” (camello), y los traductores habrían obviado su uso en tiempos bíblicos y la habrían traducido como “camello”.

De la Leyenda de Francisco Moscote ‘Francisco El Hombre’, el escritor Joce Daniels comenta que en cada rincón del universo existe una leyenda agazapada de un juglar o trovador, que al menos una vez en su vida se enfrentó y venció al demonio con música y sus versos. En el departamento del Magdalena, Antonio Brugés Carmona (1911-1956), en su libro “Vida y muerte del acordeonista Pedro Nolasco Martínez” (1940), describe el portentoso duelo que éste tuvo con el Diablo que se presentó en forma de acordeonista, y estos versos que aún permanecen en el imaginario popular: “Ahí viene el diablo a tocar/ y Pedro Nolasco reza/ Le rezo un Credo y se va/ y un Padre Nuestro ná más”.

En el departamento de La Guajira se resalta la Leyenda de ‘Francisco el Hombre’ que en un camino de regreso a Riohacha se enfrentó al Diablo tocando acordeón. En el proceso de transmisión a través de la tradición oral las leyendas experimentan a menudo modificaciones, pero aquí los escritores alteraron el relato inicial de la leyenda, al poner a ‘Francisco El Hombre’ a cantar El Credo al revés. En nuestra opinión es una imprecisión que rompe la visión católica de la comunidad; para la tradición popular la oración es el arma certera para vencer al demonio. Una oración al revés es una jeringonza, algo ininteligible, que no pertenece a la tradición del entorno de la región. Sí Francisco Moscote hubiera cantado El Credo al revés, el final de su existencia terrenal habría sido en ese instante: calcinado por las llamas sulfurosas de Satanás.