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Columnista - 29 octubre, 2017

La Nacho en La Paz

La creación en La Paz de la Universidad Nacional es la noticia más importante que ha recibido el departamento del Cesar en muchas décadas. No veo ninguna otra que la sobrepase y sobran las razones. En una región, que siempre ha estado a la zaga del acontecer académico e investigativo, recibir a la Nacional significa […]

La creación en La Paz de la Universidad Nacional es la noticia más importante que ha recibido el departamento del Cesar en muchas décadas. No veo ninguna otra que la sobrepase y sobran las razones. En una región, que siempre ha estado a la zaga del acontecer académico e investigativo, recibir a la Nacional significa la entrada al conocimiento más actual y a una educación de altos estándares con espectro internacional.

La Nacional es además el núcleo de la investigación en la academia y la que más patentes ostenta. Es la voz líder del universo académico que sigue marcando con sus posiciones una lectura de primer orden sobre la variedad de los temas del país, porque en ella se condensa el mismo. Es, si queremos, una muestra de lo que somos. Por eso entrar a estudiar en ella sigue siendo un reto y su examen de admisión el más exigente de todos. El presupuesto está aprobado y todo ahora tiene un orden para su operación en La Paz. Sin embargo, el empuje de la Nacional no es solo un asunto presupuestal por parte de la nación. Hay que considerar otros factores que constituyen desde adentro su verdadero impulso.

Justamente en estos factores reside el aporte de la región y de los vallenatos, que son los llamados inicialmente a nutrirla. En esta época ya se puede pensar la clase de universidad que se quiere construir. Es decir, podemos abandonar la idea de “echar el burro a andar y en el camino lo vamos peluquiando”. Deberíamos abandonarla. Seguramente toda esa visión y misión y objetivos institucionales y demás ya deben estar rodando en sendas matrices, con todos los aspectos de calidad concerniente a actividades, tareas, indicadores y demás. El papel sigue siendo generoso y aguanta, ahora las pantallas aguantan más. Por esa vía las personas que trabajan en las instituciones académicas pasan buena parte de sus horas laborales viendo pasar frente a sus ojos cuadros de Excel para rellenar y actualizar. Va a tocar hacerlo también en la sede de La Paz, además estrenando computadores. La petición es a pensar el espíritu de esa sede, a buscarle el sentido que se sustente en la región, que construya un conocimiento basado también en las maneras en que aprehendemos el mundo, lo descubrimos y lo explicamos. Esta sede debe plantearse como un gran laboratorio y centro de pensamiento de toda la región Atlántica, desde la cual salgan las investigaciones que impulsen su desarrollo y propicien su apertura al más alto nivel.

Lo que quiero decir es que esa sede debe construir un mundo para los muchachos que entrarán a estudiar en ella en los diversos programas de pregrado y posgrado. Debe estar inyectada de cultura, de personajes invitados a hablar de filosofía, de ciencia, de arte, de investigación, de política, etc. Como si fuera el arquetipo del hombre universal que da a cada quien lo que le satisface de acuerdo con su talento en este mundo de especializaciones. Es necesario ir pensando todo lo que allí puede pasar, qué grandes encuentros la tendrán como escenario. Yo quisiera ver ahí en un aula máxima a un personaje como Slavoj Zizek, para poner un ejemplo. Ese tipo de eventos son los que hacen reaccionar al presupuesto y aumentarlo para que los semilleros de investigadores lo usen, también por poner un ejemplo.

Celebro a la Nacional en La Paz y al grupo de vallenatos que impulsó este acontecimiento, a la cabeza del cual está Rodolfo Quintero, egresado de la Nacho, a quien le debemos innumerables gestiones, para que hoy se empiece a formar la nueva generación in situ y un nuevo pensamiento en nuestra región.

Por María Angélica Pumarejo

 

Columnista
29 octubre, 2017

La Nacho en La Paz

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
María Angélica Pumarejo

La creación en La Paz de la Universidad Nacional es la noticia más importante que ha recibido el departamento del Cesar en muchas décadas. No veo ninguna otra que la sobrepase y sobran las razones. En una región, que siempre ha estado a la zaga del acontecer académico e investigativo, recibir a la Nacional significa […]


La creación en La Paz de la Universidad Nacional es la noticia más importante que ha recibido el departamento del Cesar en muchas décadas. No veo ninguna otra que la sobrepase y sobran las razones. En una región, que siempre ha estado a la zaga del acontecer académico e investigativo, recibir a la Nacional significa la entrada al conocimiento más actual y a una educación de altos estándares con espectro internacional.

La Nacional es además el núcleo de la investigación en la academia y la que más patentes ostenta. Es la voz líder del universo académico que sigue marcando con sus posiciones una lectura de primer orden sobre la variedad de los temas del país, porque en ella se condensa el mismo. Es, si queremos, una muestra de lo que somos. Por eso entrar a estudiar en ella sigue siendo un reto y su examen de admisión el más exigente de todos. El presupuesto está aprobado y todo ahora tiene un orden para su operación en La Paz. Sin embargo, el empuje de la Nacional no es solo un asunto presupuestal por parte de la nación. Hay que considerar otros factores que constituyen desde adentro su verdadero impulso.

Justamente en estos factores reside el aporte de la región y de los vallenatos, que son los llamados inicialmente a nutrirla. En esta época ya se puede pensar la clase de universidad que se quiere construir. Es decir, podemos abandonar la idea de “echar el burro a andar y en el camino lo vamos peluquiando”. Deberíamos abandonarla. Seguramente toda esa visión y misión y objetivos institucionales y demás ya deben estar rodando en sendas matrices, con todos los aspectos de calidad concerniente a actividades, tareas, indicadores y demás. El papel sigue siendo generoso y aguanta, ahora las pantallas aguantan más. Por esa vía las personas que trabajan en las instituciones académicas pasan buena parte de sus horas laborales viendo pasar frente a sus ojos cuadros de Excel para rellenar y actualizar. Va a tocar hacerlo también en la sede de La Paz, además estrenando computadores. La petición es a pensar el espíritu de esa sede, a buscarle el sentido que se sustente en la región, que construya un conocimiento basado también en las maneras en que aprehendemos el mundo, lo descubrimos y lo explicamos. Esta sede debe plantearse como un gran laboratorio y centro de pensamiento de toda la región Atlántica, desde la cual salgan las investigaciones que impulsen su desarrollo y propicien su apertura al más alto nivel.

Lo que quiero decir es que esa sede debe construir un mundo para los muchachos que entrarán a estudiar en ella en los diversos programas de pregrado y posgrado. Debe estar inyectada de cultura, de personajes invitados a hablar de filosofía, de ciencia, de arte, de investigación, de política, etc. Como si fuera el arquetipo del hombre universal que da a cada quien lo que le satisface de acuerdo con su talento en este mundo de especializaciones. Es necesario ir pensando todo lo que allí puede pasar, qué grandes encuentros la tendrán como escenario. Yo quisiera ver ahí en un aula máxima a un personaje como Slavoj Zizek, para poner un ejemplo. Ese tipo de eventos son los que hacen reaccionar al presupuesto y aumentarlo para que los semilleros de investigadores lo usen, también por poner un ejemplo.

Celebro a la Nacional en La Paz y al grupo de vallenatos que impulsó este acontecimiento, a la cabeza del cual está Rodolfo Quintero, egresado de la Nacho, a quien le debemos innumerables gestiones, para que hoy se empiece a formar la nueva generación in situ y un nuevo pensamiento en nuestra región.

Por María Angélica Pumarejo