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Columnista - 15 diciembre, 2016

De la ignominia y del maquiavelismo

Quiero despedirme este año de mis lectores con una ilustración de hasta donde pueden llegar los dos conceptos de esta columna. La ignominia no se nos podrá olvidar jamás. El país no ha salido del asombro y la indignación por el múltiple crimen cometido por el hijo de una “distinguida familia” como suelen llamarse ellos […]

Quiero despedirme este año de mis lectores con una ilustración de hasta donde pueden llegar los dos conceptos de esta columna. La ignominia no se nos podrá olvidar jamás. El país no ha salido del asombro y la indignación por el múltiple crimen cometido por el hijo de una “distinguida familia” como suelen llamarse ellos mismos, contra una humilde niña sustraída de su hábitat por la violencia, que vivía en Bogotá en cautiverio en el lugar equivocado. Nunca supo por qué se mataban entre sí los colombianos ni por qué la expulsaron con su familia de su terruño.

No tuvo la fortuna de encontrar la paz ni jamás pudo estar segura. Un bárbaro de la cultura, formado en los centros educativos más elitistas del país, a donde va la “gente de bien”, esos que nacen de hogares parentales, no adoptado por parejas gay, devoto de todos los santos, se atravesó en su camino para saciar sus caprichos del tedio de la vida.

Pero, ¿será este distinguido espécimen un caso aislado en su familia? Y por qué sus dos hermanos, según el fiscal, trataron de alterar la escena del crimen? ¿Quién quiere tener en su familia a un monstruo de estas dimensiones? Sólo le faltó hacer una parrillada con esta niña. ¿Será que le faltaba hombría para conquistar mujeres a la carta, de tantas que hay en Bogotá? ¿Será que su prepotencia familiar le autorizaba a burlarse de los desamparados? ¿Por qué hospitalizarlo si él se encontraba en condiciones saludables? ¿Por qué tantos médicos facilitan el montaje de estas cuartadas criminales? Esta es la última estrategia jurídica inventada por algunos abogados sin ética, tomando tiempo para desviar las investigaciones.

Ahora todos los delincuentes de “bien” se enferman de algo que nunca han padecido cuando ven que la cárcel es inminente; políticos, gobernadores, congresistas, altos funcionarios. Igualmente, son ignominiosas las declaraciones de María F. Cabal, madre de la patria, en el sentido de que “los responsables son los padres de los niños que no los cuidan”, al tiempo que le pide “fuerzas a Rafico”. Pero a Yuliana no la sacó del Cartucho sino del frente de su casa. Parece que la tierra arrasada es la línea de pensamiento del CD. También, una excongresista de apellido Robledo, paisa de este partido, dijo que si un hombre le pegaba a su mujer era por algo. ¡Qué barbaridad! Y cuando todos han expresado su pesar, estos han callado y quién lo hace otorga.

Por otra lado, el maquiavelismo lo encarna el contralor de Bogotá al aplicarle una sanción de repetición a Gustavo Petro por un gasto social como lo es rebajar los pasajes del Transmilenio, política de redistribución social validada por los clásicos de la economía. Esto es tan aberrante que El Tiempo y El Espectador, editorializaron, rechazando la medida. ¿Acaso los subsidios de vivienda y familiares constituyen peculado? ¿A quién embargar por el sobrecosto de los cuatro mil millones de dólares de Reficar? Además, a nadie en este país se le ha aplicado la repetición. ¡Qué miedo a Petro! ¿Quién está detrás de esto? Adivínalo Vargas.

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Unas felices pascuas y un próspero año nuevo les deseo a todos. Nos veremos en enero.

[email protected]

Columnista
15 diciembre, 2016

De la ignominia y del maquiavelismo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Quiero despedirme este año de mis lectores con una ilustración de hasta donde pueden llegar los dos conceptos de esta columna. La ignominia no se nos podrá olvidar jamás. El país no ha salido del asombro y la indignación por el múltiple crimen cometido por el hijo de una “distinguida familia” como suelen llamarse ellos […]


Quiero despedirme este año de mis lectores con una ilustración de hasta donde pueden llegar los dos conceptos de esta columna. La ignominia no se nos podrá olvidar jamás. El país no ha salido del asombro y la indignación por el múltiple crimen cometido por el hijo de una “distinguida familia” como suelen llamarse ellos mismos, contra una humilde niña sustraída de su hábitat por la violencia, que vivía en Bogotá en cautiverio en el lugar equivocado. Nunca supo por qué se mataban entre sí los colombianos ni por qué la expulsaron con su familia de su terruño.

No tuvo la fortuna de encontrar la paz ni jamás pudo estar segura. Un bárbaro de la cultura, formado en los centros educativos más elitistas del país, a donde va la “gente de bien”, esos que nacen de hogares parentales, no adoptado por parejas gay, devoto de todos los santos, se atravesó en su camino para saciar sus caprichos del tedio de la vida.

Pero, ¿será este distinguido espécimen un caso aislado en su familia? Y por qué sus dos hermanos, según el fiscal, trataron de alterar la escena del crimen? ¿Quién quiere tener en su familia a un monstruo de estas dimensiones? Sólo le faltó hacer una parrillada con esta niña. ¿Será que le faltaba hombría para conquistar mujeres a la carta, de tantas que hay en Bogotá? ¿Será que su prepotencia familiar le autorizaba a burlarse de los desamparados? ¿Por qué hospitalizarlo si él se encontraba en condiciones saludables? ¿Por qué tantos médicos facilitan el montaje de estas cuartadas criminales? Esta es la última estrategia jurídica inventada por algunos abogados sin ética, tomando tiempo para desviar las investigaciones.

Ahora todos los delincuentes de “bien” se enferman de algo que nunca han padecido cuando ven que la cárcel es inminente; políticos, gobernadores, congresistas, altos funcionarios. Igualmente, son ignominiosas las declaraciones de María F. Cabal, madre de la patria, en el sentido de que “los responsables son los padres de los niños que no los cuidan”, al tiempo que le pide “fuerzas a Rafico”. Pero a Yuliana no la sacó del Cartucho sino del frente de su casa. Parece que la tierra arrasada es la línea de pensamiento del CD. También, una excongresista de apellido Robledo, paisa de este partido, dijo que si un hombre le pegaba a su mujer era por algo. ¡Qué barbaridad! Y cuando todos han expresado su pesar, estos han callado y quién lo hace otorga.

Por otra lado, el maquiavelismo lo encarna el contralor de Bogotá al aplicarle una sanción de repetición a Gustavo Petro por un gasto social como lo es rebajar los pasajes del Transmilenio, política de redistribución social validada por los clásicos de la economía. Esto es tan aberrante que El Tiempo y El Espectador, editorializaron, rechazando la medida. ¿Acaso los subsidios de vivienda y familiares constituyen peculado? ¿A quién embargar por el sobrecosto de los cuatro mil millones de dólares de Reficar? Además, a nadie en este país se le ha aplicado la repetición. ¡Qué miedo a Petro! ¿Quién está detrás de esto? Adivínalo Vargas.

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Unas felices pascuas y un próspero año nuevo les deseo a todos. Nos veremos en enero.

[email protected]