Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 8 noviembre, 2016

La discrepante reforma tributaria

Pasada la conmoción del plebiscito y del otorgamiento del premio nobel al presidente Santos, el país se despertó con la noticia de la radicación de una nueva Reforma Tributaria en el Congreso, como era de esperarse esta noticia ha causado gran revuelo nacional, donde se ha criticado al gobierno por la serie de impuestos y […]

Pasada la conmoción del plebiscito y del otorgamiento del premio nobel al presidente Santos, el país se despertó con la noticia de la radicación de una nueva Reforma Tributaria en el Congreso, como era de esperarse esta noticia ha causado gran revuelo nacional, donde se ha criticado al gobierno por la serie de impuestos y tributos que piensan grabarle a los colombianos.

Son muchos los críticos de esta reforma, pues aseguran que es altamente perjudicial para la clase media, toda vez que grava la canasta familiar, incrementa el IVA del 16 al 19%, eleva los impuestos a las viviendas de interés social, crea un monotributo para negocios pequeños, grava la gasolina, las bebidas azucaradas, computadores y teléfonos inteligentes entre otras medidas.

Desde el punto de vista general, encontramos que esta reforma lesiona los intereses de la clase obrera colombiana, quienes perciben un ingreso paupérrimo y verán un incremento en su costo de vida, lo que reducirá aún más la capacidad del trabajador de satisfacer sus necesidades básicas y garantizarse una vida digna al igual que a su familia.

La inmensa mayoría de colombianos nos preguntamos cómo es posible que el gobierno sacrifique el bienestar y estabilidad de los menos favorecidos para cubrir su déficit fiscal, mientras los congresistas disfrutan un salario inmensamente alto y no permiten su reducción o muchos exfuncionarios gozan de un esquema de seguridad y vehículos que le causan elevados costos a la nación.

Para otros no es justo que las clases populares paguemos el derroche de la bonanza petrolera y las consecuencias de una política económica equivocada, donde se han invertido grandes recursos para lograr el apoyo político en el Congreso para sacar las iniciativas del ejecutivo, lo que ha impulsado al gobierno a plantear una reforma apresurada, que puede contribuir más con la construcción de un país más desigual y desproporcionado, que al saneamiento fiscal que se requiere.

Sin embargo también existen sus defensores, que argumentan que la reforma tiene sus fortalezas y es acorde con la realidad social y fiscal de la nación, ya que garantiza la inversión social, la sostenibilidad de las obras de infraestructuras que necesita el país para garantizar su competitividad y crecimiento económico, financia el posconflicto, combate la evasión, moderniza el sistema tributaria entre otras.

Analizando los dos puntos de vistas, percibimos que la reforma tributaria es ambiciosa, que debe ser analizada y debatida de manera exhaustiva para llegar a consenso y brindar un producto final acorde con las necesidades del país y que no maltrate el bolsillo de los más necesitados, por eso el llamado de urgencia del gobierno para su aprobación nos parece desmedido y peligroso, no vaya ser que se apruebe a pupitrazo limpio y se filtre un mico que vaya en contravía de los intereses de la clase media colombiana.

De todas maneras este déficit fiscal y la necesidad de esta reforma tributaria estructural nos deja una enseñanza, no podemos seguir aprobando leyes en busca de populismo, las leyes y actuaciones de gobierno se deben tomar de acuerdo con un cimiento económico que las haga posible y viables en el tiempo; de lo contrario estaremos condenados constantemente a reformar tributarias.

Por Diógenes Pino Sanjur

Columnista
8 noviembre, 2016

La discrepante reforma tributaria

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
El Pilón

Pasada la conmoción del plebiscito y del otorgamiento del premio nobel al presidente Santos, el país se despertó con la noticia de la radicación de una nueva Reforma Tributaria en el Congreso, como era de esperarse esta noticia ha causado gran revuelo nacional, donde se ha criticado al gobierno por la serie de impuestos y […]


Pasada la conmoción del plebiscito y del otorgamiento del premio nobel al presidente Santos, el país se despertó con la noticia de la radicación de una nueva Reforma Tributaria en el Congreso, como era de esperarse esta noticia ha causado gran revuelo nacional, donde se ha criticado al gobierno por la serie de impuestos y tributos que piensan grabarle a los colombianos.

Son muchos los críticos de esta reforma, pues aseguran que es altamente perjudicial para la clase media, toda vez que grava la canasta familiar, incrementa el IVA del 16 al 19%, eleva los impuestos a las viviendas de interés social, crea un monotributo para negocios pequeños, grava la gasolina, las bebidas azucaradas, computadores y teléfonos inteligentes entre otras medidas.

Desde el punto de vista general, encontramos que esta reforma lesiona los intereses de la clase obrera colombiana, quienes perciben un ingreso paupérrimo y verán un incremento en su costo de vida, lo que reducirá aún más la capacidad del trabajador de satisfacer sus necesidades básicas y garantizarse una vida digna al igual que a su familia.

La inmensa mayoría de colombianos nos preguntamos cómo es posible que el gobierno sacrifique el bienestar y estabilidad de los menos favorecidos para cubrir su déficit fiscal, mientras los congresistas disfrutan un salario inmensamente alto y no permiten su reducción o muchos exfuncionarios gozan de un esquema de seguridad y vehículos que le causan elevados costos a la nación.

Para otros no es justo que las clases populares paguemos el derroche de la bonanza petrolera y las consecuencias de una política económica equivocada, donde se han invertido grandes recursos para lograr el apoyo político en el Congreso para sacar las iniciativas del ejecutivo, lo que ha impulsado al gobierno a plantear una reforma apresurada, que puede contribuir más con la construcción de un país más desigual y desproporcionado, que al saneamiento fiscal que se requiere.

Sin embargo también existen sus defensores, que argumentan que la reforma tiene sus fortalezas y es acorde con la realidad social y fiscal de la nación, ya que garantiza la inversión social, la sostenibilidad de las obras de infraestructuras que necesita el país para garantizar su competitividad y crecimiento económico, financia el posconflicto, combate la evasión, moderniza el sistema tributaria entre otras.

Analizando los dos puntos de vistas, percibimos que la reforma tributaria es ambiciosa, que debe ser analizada y debatida de manera exhaustiva para llegar a consenso y brindar un producto final acorde con las necesidades del país y que no maltrate el bolsillo de los más necesitados, por eso el llamado de urgencia del gobierno para su aprobación nos parece desmedido y peligroso, no vaya ser que se apruebe a pupitrazo limpio y se filtre un mico que vaya en contravía de los intereses de la clase media colombiana.

De todas maneras este déficit fiscal y la necesidad de esta reforma tributaria estructural nos deja una enseñanza, no podemos seguir aprobando leyes en busca de populismo, las leyes y actuaciones de gobierno se deben tomar de acuerdo con un cimiento económico que las haga posible y viables en el tiempo; de lo contrario estaremos condenados constantemente a reformar tributarias.

Por Diógenes Pino Sanjur