Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 28 abril, 2010

La cultura es paz

Por: Carlos Eduardo Muñoz Perez Uno de los motivos por los cuales me siento orgulloso de ser vallenato es su cultura, me contaba un amigo lo transoceánica que ha llegado a ser, que le sorprendía como en Australia ya conocían de nuestros aires musicales y de nuestros ritmos. Para muchos se torna difícil y complicado […]

Por: Carlos Eduardo Muñoz Perez

Uno de los motivos por los cuales me siento orgulloso de ser vallenato es su cultura, me contaba un amigo lo transoceánica que ha llegado a ser, que le sorprendía como en Australia ya conocían de nuestros aires musicales y de nuestros ritmos. Para muchos se torna difícil y complicado distinguir entre el uno y el otro, pero para aquellos que profundizamos a través de la lectura y quienes afinamos un poco el oído, por el simple amor al vallenato, si alcanzamos a distinguirlos.
No desconoce la ocasión que del otro lado del mundo se encuentra un hijo de Valledupar encargándose de fomentar la cultura vallenata, creándole espacios de ejecución, a pesar de su condición de médico especialista, que no dejo de lado la sangre que corre por sus venas y el llamado de su tierra y hoy es un reconocido cantante vallenato en ese país, ese valiente amigo, a quien  conocemos cariñosamente como ‘Mimi’, y digo que es valiente porque no es fácil llegar en un país extraño a mostrar nuestra cultura y más difícil aun tratándose de una nación tan lejana y con unas costumbres totalmente distintas, a esta hazaña también debemos agregarle que en su agrupación los únicos colombiano son él y el acordeonero que es ‘cachaco’ el resto son suramericanos, chilenos y bolivianos si no estoy mal.
Con lo anterior quiero encarnar la grandeza de nuestro folclor, es impresionante las fronteras que atraviesa y la pasión que genera en propios y extraños; que interesante seria que los mandatarios de turno emprendan la labor de enseñar a los niños sobre la historia de la música y del folclor vallenato  en las escuelas privadas y públicas del Municipio de Valledupar, y que en cada rincón del Municipio se enriquezcan los conocimientos y se alimente nuestra música.  Es más, siendo un  poco atrevido, le insinuaría a los mandatarios locales proponer una reforma a la ley de la Educación y que pudiésemos incluir el conocimiento de nuestra cultura como materia dentro del pensum escolar y así garantizar un aprendizaje mayor. Sin embargo, el primer paso empieza por casa, todos los padres debemos iniciar charlas amenas con nuestros hijos y enseñarles la historia de nuestra música.
He tenido la oportunidad de caminar algunos barrios de Valledupar,  escuchando a su habitantes  y me sorprendí gratamente como en la comuna 5, específicamente en el barrio Divino Niño, un grupo de jóvenes emprendedores resueltos a mostrar lo positivo de su barrio, decidieron participar por primera vez en el baile de las piloneras y empezar con este acto a generar espacios de convivencia ciudadana y convertir la cultura como un instrumento para el mejoramiento del bienestar de las comunidades que quieren cerrarle el paso a la violencia que los azota. Es así como abriendo espacios culturales estaremos construyendo  caminos de paz.

Columnista
28 abril, 2010

La cultura es paz

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Eduardo Muñoz Perez

Por: Carlos Eduardo Muñoz Perez Uno de los motivos por los cuales me siento orgulloso de ser vallenato es su cultura, me contaba un amigo lo transoceánica que ha llegado a ser, que le sorprendía como en Australia ya conocían de nuestros aires musicales y de nuestros ritmos. Para muchos se torna difícil y complicado […]


Por: Carlos Eduardo Muñoz Perez

Uno de los motivos por los cuales me siento orgulloso de ser vallenato es su cultura, me contaba un amigo lo transoceánica que ha llegado a ser, que le sorprendía como en Australia ya conocían de nuestros aires musicales y de nuestros ritmos. Para muchos se torna difícil y complicado distinguir entre el uno y el otro, pero para aquellos que profundizamos a través de la lectura y quienes afinamos un poco el oído, por el simple amor al vallenato, si alcanzamos a distinguirlos.
No desconoce la ocasión que del otro lado del mundo se encuentra un hijo de Valledupar encargándose de fomentar la cultura vallenata, creándole espacios de ejecución, a pesar de su condición de médico especialista, que no dejo de lado la sangre que corre por sus venas y el llamado de su tierra y hoy es un reconocido cantante vallenato en ese país, ese valiente amigo, a quien  conocemos cariñosamente como ‘Mimi’, y digo que es valiente porque no es fácil llegar en un país extraño a mostrar nuestra cultura y más difícil aun tratándose de una nación tan lejana y con unas costumbres totalmente distintas, a esta hazaña también debemos agregarle que en su agrupación los únicos colombiano son él y el acordeonero que es ‘cachaco’ el resto son suramericanos, chilenos y bolivianos si no estoy mal.
Con lo anterior quiero encarnar la grandeza de nuestro folclor, es impresionante las fronteras que atraviesa y la pasión que genera en propios y extraños; que interesante seria que los mandatarios de turno emprendan la labor de enseñar a los niños sobre la historia de la música y del folclor vallenato  en las escuelas privadas y públicas del Municipio de Valledupar, y que en cada rincón del Municipio se enriquezcan los conocimientos y se alimente nuestra música.  Es más, siendo un  poco atrevido, le insinuaría a los mandatarios locales proponer una reforma a la ley de la Educación y que pudiésemos incluir el conocimiento de nuestra cultura como materia dentro del pensum escolar y así garantizar un aprendizaje mayor. Sin embargo, el primer paso empieza por casa, todos los padres debemos iniciar charlas amenas con nuestros hijos y enseñarles la historia de nuestra música.
He tenido la oportunidad de caminar algunos barrios de Valledupar,  escuchando a su habitantes  y me sorprendí gratamente como en la comuna 5, específicamente en el barrio Divino Niño, un grupo de jóvenes emprendedores resueltos a mostrar lo positivo de su barrio, decidieron participar por primera vez en el baile de las piloneras y empezar con este acto a generar espacios de convivencia ciudadana y convertir la cultura como un instrumento para el mejoramiento del bienestar de las comunidades que quieren cerrarle el paso a la violencia que los azota. Es así como abriendo espacios culturales estaremos construyendo  caminos de paz.