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Columnista - 5 febrero, 2015

Venezuela en cuidados intensivos

Venezuela está padeciendo el suplicio de Tántalo, muriendo de inanición en medio de la riqueza; tiene una reserva de petróleo superior a los 200 mil millones de barriles, la segunda más grande del mundo, después de Arabia Saudita. Es un baloto donado por la naturaleza a un mal financista. Con una renta diaria bruta de […]

Venezuela está padeciendo el suplicio de Tántalo, muriendo de inanición en medio de la riqueza; tiene una reserva de petróleo superior a los 200 mil millones de barriles, la segunda más grande del mundo, después de Arabia Saudita. Es un baloto donado por la naturaleza a un mal financista.

Con una renta diaria bruta de trecientos millones de dólares, en los últimos años, Venezuela no pudo desarrollar sus sectores económicos sembrando el petróleo. El despilfarro ha sido la característica del Estado venezolano, tanto en la era chavista como en el largo periodo que le precedió. Claro, en este último se veía la abundancia, la comida sobraba en los supermercados.

Viví allá desde 1974 hasta 1982, soy testigo de esas orgías, los precios eran accesibles a todos, la economía era estable; una cocacola valió Bs0.50 durante cincuenta años, una cerveza Bs.065. El orgullo del venezolano por la dureza de su moneda era manifiesto. Decían: “cuide sus dólares que el bolívar se cuida solo”. Cada venezolano creía tener un pozo de petróleo en el patio de su casa.

En esa época, los ganaderos iban en aviones privados a sus fincas y algunos comerciantes solían ir a desayunar a Miami; en esta ciudad, las compras eran inmensas, el “ta barato, dame dos” les inflaba la vanidad. Pero los tiempos cambian, ahora viven la era de las vacas flacas. Hoy, nada hay en los supermercados, ya hay el mínimo vital. Y, posiblemente, lo que ha fracaso no es el “chavismo” sino la torpeza de quienes lo representan.

De pronto, los modelos no son malos ni buenos de suyo, los malos pueden ser quienes lo operen. El contraejemplo de Venezuela es Bolivia que, con una línea de pensamiento similar, ha evolucionado en forma positiva, y mucho más Ecuador. Algo está probado y es que hay sectores de la economía, los llamados reales, que el Estado no puede monopolizar, hay que leer lo que pasó en la URSS. A Chávez hay que abonarle hasta el infinito que rompió el unanismo en América, permitiendo la bipolaridad y diferentes formas de mirar la democracia, fue un grito de esperanza. Pero Maduro no tiene la envergadura necesaria para conducir un proceso de esta naturaleza, está en el lugar equivocado. Sufre de persecución, no quiere reconocer su incompetencia y busca el ahogado río arriba; metiendo en la cárcel al adversario no solucionará sus limitaciones.

Es probable que la oposición, dueña de los medios de producción diferentes al petróleo, haya contribuido a la escasez, pero tiene derecho al pataleo. Algo mejor ha de venir, la situación es difícil. [email protected]

Columnista
5 febrero, 2015

Venezuela en cuidados intensivos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Venezuela está padeciendo el suplicio de Tántalo, muriendo de inanición en medio de la riqueza; tiene una reserva de petróleo superior a los 200 mil millones de barriles, la segunda más grande del mundo, después de Arabia Saudita. Es un baloto donado por la naturaleza a un mal financista. Con una renta diaria bruta de […]


Venezuela está padeciendo el suplicio de Tántalo, muriendo de inanición en medio de la riqueza; tiene una reserva de petróleo superior a los 200 mil millones de barriles, la segunda más grande del mundo, después de Arabia Saudita. Es un baloto donado por la naturaleza a un mal financista.

Con una renta diaria bruta de trecientos millones de dólares, en los últimos años, Venezuela no pudo desarrollar sus sectores económicos sembrando el petróleo. El despilfarro ha sido la característica del Estado venezolano, tanto en la era chavista como en el largo periodo que le precedió. Claro, en este último se veía la abundancia, la comida sobraba en los supermercados.

Viví allá desde 1974 hasta 1982, soy testigo de esas orgías, los precios eran accesibles a todos, la economía era estable; una cocacola valió Bs0.50 durante cincuenta años, una cerveza Bs.065. El orgullo del venezolano por la dureza de su moneda era manifiesto. Decían: “cuide sus dólares que el bolívar se cuida solo”. Cada venezolano creía tener un pozo de petróleo en el patio de su casa.

En esa época, los ganaderos iban en aviones privados a sus fincas y algunos comerciantes solían ir a desayunar a Miami; en esta ciudad, las compras eran inmensas, el “ta barato, dame dos” les inflaba la vanidad. Pero los tiempos cambian, ahora viven la era de las vacas flacas. Hoy, nada hay en los supermercados, ya hay el mínimo vital. Y, posiblemente, lo que ha fracaso no es el “chavismo” sino la torpeza de quienes lo representan.

De pronto, los modelos no son malos ni buenos de suyo, los malos pueden ser quienes lo operen. El contraejemplo de Venezuela es Bolivia que, con una línea de pensamiento similar, ha evolucionado en forma positiva, y mucho más Ecuador. Algo está probado y es que hay sectores de la economía, los llamados reales, que el Estado no puede monopolizar, hay que leer lo que pasó en la URSS. A Chávez hay que abonarle hasta el infinito que rompió el unanismo en América, permitiendo la bipolaridad y diferentes formas de mirar la democracia, fue un grito de esperanza. Pero Maduro no tiene la envergadura necesaria para conducir un proceso de esta naturaleza, está en el lugar equivocado. Sufre de persecución, no quiere reconocer su incompetencia y busca el ahogado río arriba; metiendo en la cárcel al adversario no solucionará sus limitaciones.

Es probable que la oposición, dueña de los medios de producción diferentes al petróleo, haya contribuido a la escasez, pero tiene derecho al pataleo. Algo mejor ha de venir, la situación es difícil. [email protected]