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Columnista - 30 octubre, 2014

Un anticipo

Estoy escribiendo un libro, del cual anticipo parte de su preámbulo que ya refleja su mensaje, cuyo texto, es: La idea de escribir este libro surge por dos razones principales. La primera, calmar mi deseo de reintegrarme al ejercicio de la profesión médica, que abandoné después de más de 40 años de haber recibido el […]

Estoy escribiendo un libro, del cual anticipo parte de su preámbulo que ya refleja su mensaje, cuyo texto, es:
La idea de escribir este libro surge por dos razones principales. La primera, calmar mi deseo de reintegrarme al ejercicio de la profesión médica, que abandoné después de más de 40 años de haber recibido el título de Médico General y más de 30 el de Especialista en Cirugía General, profesiones que estudié por vocación, con la ilusión de ayudar en la noble misión de prestar servicios a los enfermos como lo disponen el juramento hipocrático y la deontología médica. La segunda, revelar los motivos de mi retiro, en vista de que aún muchos pacientes buscan mi atención y algunos me reclaman por qué dejé la profesión médica teniendo méritos para seguir sirviéndole a la comunidad.
En el libro, cuento lo que recuerdo de mis vivencias desde cuando comencé a estudiar la carrera de medicina y durante su ejercicio en la época de médico interno rotatorio (último año de la carrera de medicina), en el cumplimiento del año rural obligatorio, en la etapa de médico general, en el período de médico residente (haciendo la especialización) y como especialista en cirugía general.
Muchas de estas vivencias son testimonios de acciones contrarias a los principios morales y al ordenamiento jurídico que, en Colombia, el común de las gentes las consiente, pero lo más grave es que sus dirigentes políticos poco o nada los respetan, tampoco la mayoría de los jerarcas eclesiásticos, mucho menos los grandes empresarios, ni siquiera las autoridades, tanto civiles como militares y policiales.
En mis relatos, se evidencia la paradoja del menosprecio, en nuestro país, por la profesión médica, porque siendo la guardiana de la salud de la humanidad, nunca se le ha dado la importancia que merece y, en consecuencia, a los médicos y a todos los profesionales de la salud les toca redoblar sus jornadas laborales, para ajustar el ingreso pecuniario que les permita vivir en condiciones dignas, por lo menos acorde con el estatus que les corresponde en la sociedad.
Todo lo escrito en este libro es real, pero omito varios nombres personales, algunos al no recordarlos, otros por discreción, aunque los lectores podrán identificarlos. En todo caso, la intención no es agraviar ni denunciar a nadie, sino invitar al cambio de comportamiento, en razón a que en nuestro país se cometen muchas irregularidades, a pesar de que siempre se ha buscado corregirlas o restringirlas a través de múltiples formas; sin embargo, los delitos van en aumento, esto lo demuestra el hacinamiento carcelario, cada día mayor en los diferentes sitios de reclusión, incluso en los exclusivos dotados de comodidades, para el encarcelamiento de los altos funcionarios y otras personas importantes que delinquen, quienes deberían recibir mayores castigos sin contemplaciones, teniendo en cuenta que deben ser ejemplos de buena conducta.

Columnista
30 octubre, 2014

Un anticipo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Romero Churio

Estoy escribiendo un libro, del cual anticipo parte de su preámbulo que ya refleja su mensaje, cuyo texto, es: La idea de escribir este libro surge por dos razones principales. La primera, calmar mi deseo de reintegrarme al ejercicio de la profesión médica, que abandoné después de más de 40 años de haber recibido el […]


Estoy escribiendo un libro, del cual anticipo parte de su preámbulo que ya refleja su mensaje, cuyo texto, es:
La idea de escribir este libro surge por dos razones principales. La primera, calmar mi deseo de reintegrarme al ejercicio de la profesión médica, que abandoné después de más de 40 años de haber recibido el título de Médico General y más de 30 el de Especialista en Cirugía General, profesiones que estudié por vocación, con la ilusión de ayudar en la noble misión de prestar servicios a los enfermos como lo disponen el juramento hipocrático y la deontología médica. La segunda, revelar los motivos de mi retiro, en vista de que aún muchos pacientes buscan mi atención y algunos me reclaman por qué dejé la profesión médica teniendo méritos para seguir sirviéndole a la comunidad.
En el libro, cuento lo que recuerdo de mis vivencias desde cuando comencé a estudiar la carrera de medicina y durante su ejercicio en la época de médico interno rotatorio (último año de la carrera de medicina), en el cumplimiento del año rural obligatorio, en la etapa de médico general, en el período de médico residente (haciendo la especialización) y como especialista en cirugía general.
Muchas de estas vivencias son testimonios de acciones contrarias a los principios morales y al ordenamiento jurídico que, en Colombia, el común de las gentes las consiente, pero lo más grave es que sus dirigentes políticos poco o nada los respetan, tampoco la mayoría de los jerarcas eclesiásticos, mucho menos los grandes empresarios, ni siquiera las autoridades, tanto civiles como militares y policiales.
En mis relatos, se evidencia la paradoja del menosprecio, en nuestro país, por la profesión médica, porque siendo la guardiana de la salud de la humanidad, nunca se le ha dado la importancia que merece y, en consecuencia, a los médicos y a todos los profesionales de la salud les toca redoblar sus jornadas laborales, para ajustar el ingreso pecuniario que les permita vivir en condiciones dignas, por lo menos acorde con el estatus que les corresponde en la sociedad.
Todo lo escrito en este libro es real, pero omito varios nombres personales, algunos al no recordarlos, otros por discreción, aunque los lectores podrán identificarlos. En todo caso, la intención no es agraviar ni denunciar a nadie, sino invitar al cambio de comportamiento, en razón a que en nuestro país se cometen muchas irregularidades, a pesar de que siempre se ha buscado corregirlas o restringirlas a través de múltiples formas; sin embargo, los delitos van en aumento, esto lo demuestra el hacinamiento carcelario, cada día mayor en los diferentes sitios de reclusión, incluso en los exclusivos dotados de comodidades, para el encarcelamiento de los altos funcionarios y otras personas importantes que delinquen, quienes deberían recibir mayores castigos sin contemplaciones, teniendo en cuenta que deben ser ejemplos de buena conducta.