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Columnista - 18 enero, 2015

Madre solo hay una

Cumplió mi querida madre sus primeros “ticinco” años, es una dicha que Dios nos permita gozar de su valiosa y dulce compañía, está conservada, con algunos achaques, diría que hasta insignificantes, pero es sin duda una fortuna tenerla a nuestro lado. Una mujer trabajadora, cariñosa y una excelente madre, y definitivamente después de Dios, lo […]

Cumplió mi querida madre sus primeros “ticinco” años, es una dicha que Dios nos permita gozar de su valiosa y dulce compañía, está conservada, con algunos achaques, diría que hasta insignificantes, pero es sin duda una fortuna tenerla a nuestro lado. Una mujer trabajadora, cariñosa y una excelente madre, y definitivamente después de Dios, lo que más quiero en esta vida, porque fue en su vientre que se forjó mi existencia. No he sido el más ejemplar de sus hijos y quizás no he sido un buen vástago, por haberle causado tantos dolores de cabeza, pero pienso que jamás es demasiado tarde para poder llenarla del cariño que ella se merece y sobre todo para cumplir ese sabio mandato Divino de: “…Honrar a Padre y Madre…” Pienso que los homenajes deben hacerse en vida, y el día de las Madres debe ser todos los días y perennemente, hoy le escribo estas líneas sentidas, como un sencillo tributo en el aniversario de su nacimiento, más aun tratándose de la más fiel lectora que tengo, y quien junto a Doña Marielena Castro de Quintero, se “recienten “ conmigo cuando dejo de escribir, lo cual para mí es un gran honor, es cierto que madre solo hay una, hay algunas mujeres a quienes admiramos y por quienes profesamos un inmenso amor, como por ejemplo nuestras abuelas, pero el amor que uno siente por su madre, es incomparable e indescriptible, el afecto y la ternura de ellas hacia nosotros son insuperables: Únicos. Quizás tuve mis nanas, pero a mí quien verdaderamente me crió fue Melinda Sánchez o “Meli” como cariñosamente llamo a mi mamá y hago énfasis en mi crianza por parte de ella, porque lastimosamente en muchos hogares de hoy día, los hijos son criados por sus niñeras y pero aún, a otros los educa la televisión e internet. Y es que la madre es esa mujer que duerme con un solo ojo, hasta cuando escucha la llave que anuncia, que su hijo adolescente está de vuelta a casa, esa que siempre nos guarda un generoso plato de alimentos y una cálida cobija para dormir, mamá es quien tiene una voz de aliento en nuestros días de tristeza, quien siempre nos perdona, por grave que sea nuestra falta y sin duda alguna aquella que sin pensarlo dos veces, daría su vida por nosotros. Particularmente mi mamá me ha dado muchas enseñanzas, día tras día aprendo algo nuevo de ella, de ella heredé muchas cosas espirituales, y de ella he aprendido a respetar a la Virgen María, de quien ella es una ferviente devota, también heredé ese gusto para la culinaria, con ella comparto recetas, pero en repostería, me quito el sombrero ante ella, sus pudines y postres son exquisitos, pues sus principales ingrediente son el amor y el esmero con que los prepara, además de que en su negocio, siempre se niega a tener sus productos preparados y envitrinados, por eso siempre los vende por encargo, con el único propósito de que sus clientes se deleiten con una golosina recién elaborada, preparada con los mejores ingredientes y hechos exclusivamente para quien los encargó.

Esa es mi mamá, una mujer singular y aguerrida, a quien hoy le rindo este sincero y merecido homenaje, al igual que a todas las madres que me leen y que cumplen años en este, el primer mes del año, felicitaciones, que Dios les bendiga grandemente y les cumpla los anhelos de su corazón.

Columnista
18 enero, 2015

Madre solo hay una

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio Mario Celedon

Cumplió mi querida madre sus primeros “ticinco” años, es una dicha que Dios nos permita gozar de su valiosa y dulce compañía, está conservada, con algunos achaques, diría que hasta insignificantes, pero es sin duda una fortuna tenerla a nuestro lado. Una mujer trabajadora, cariñosa y una excelente madre, y definitivamente después de Dios, lo […]


Cumplió mi querida madre sus primeros “ticinco” años, es una dicha que Dios nos permita gozar de su valiosa y dulce compañía, está conservada, con algunos achaques, diría que hasta insignificantes, pero es sin duda una fortuna tenerla a nuestro lado. Una mujer trabajadora, cariñosa y una excelente madre, y definitivamente después de Dios, lo que más quiero en esta vida, porque fue en su vientre que se forjó mi existencia. No he sido el más ejemplar de sus hijos y quizás no he sido un buen vástago, por haberle causado tantos dolores de cabeza, pero pienso que jamás es demasiado tarde para poder llenarla del cariño que ella se merece y sobre todo para cumplir ese sabio mandato Divino de: “…Honrar a Padre y Madre…” Pienso que los homenajes deben hacerse en vida, y el día de las Madres debe ser todos los días y perennemente, hoy le escribo estas líneas sentidas, como un sencillo tributo en el aniversario de su nacimiento, más aun tratándose de la más fiel lectora que tengo, y quien junto a Doña Marielena Castro de Quintero, se “recienten “ conmigo cuando dejo de escribir, lo cual para mí es un gran honor, es cierto que madre solo hay una, hay algunas mujeres a quienes admiramos y por quienes profesamos un inmenso amor, como por ejemplo nuestras abuelas, pero el amor que uno siente por su madre, es incomparable e indescriptible, el afecto y la ternura de ellas hacia nosotros son insuperables: Únicos. Quizás tuve mis nanas, pero a mí quien verdaderamente me crió fue Melinda Sánchez o “Meli” como cariñosamente llamo a mi mamá y hago énfasis en mi crianza por parte de ella, porque lastimosamente en muchos hogares de hoy día, los hijos son criados por sus niñeras y pero aún, a otros los educa la televisión e internet. Y es que la madre es esa mujer que duerme con un solo ojo, hasta cuando escucha la llave que anuncia, que su hijo adolescente está de vuelta a casa, esa que siempre nos guarda un generoso plato de alimentos y una cálida cobija para dormir, mamá es quien tiene una voz de aliento en nuestros días de tristeza, quien siempre nos perdona, por grave que sea nuestra falta y sin duda alguna aquella que sin pensarlo dos veces, daría su vida por nosotros. Particularmente mi mamá me ha dado muchas enseñanzas, día tras día aprendo algo nuevo de ella, de ella heredé muchas cosas espirituales, y de ella he aprendido a respetar a la Virgen María, de quien ella es una ferviente devota, también heredé ese gusto para la culinaria, con ella comparto recetas, pero en repostería, me quito el sombrero ante ella, sus pudines y postres son exquisitos, pues sus principales ingrediente son el amor y el esmero con que los prepara, además de que en su negocio, siempre se niega a tener sus productos preparados y envitrinados, por eso siempre los vende por encargo, con el único propósito de que sus clientes se deleiten con una golosina recién elaborada, preparada con los mejores ingredientes y hechos exclusivamente para quien los encargó.

Esa es mi mamá, una mujer singular y aguerrida, a quien hoy le rindo este sincero y merecido homenaje, al igual que a todas las madres que me leen y que cumplen años en este, el primer mes del año, felicitaciones, que Dios les bendiga grandemente y les cumpla los anhelos de su corazón.