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Columnista - 21 febrero, 2015

Los famosos pregones callejeros

La palabra “pregón” se refiere a una proclama pronunciada públicamente para que la mayor cantidad de gente posible tome conocimiento de la información difundida. En la antigüedad fue muy importante cuando no existían medios de comunicación masiva. Obviamente, el pregón forma parte fundamental de la más infalible cadena de comunicación del Universo, que para mi […]

La palabra “pregón” se refiere a una proclama pronunciada públicamente para que la mayor cantidad de gente posible tome conocimiento de la información difundida. En la antigüedad fue muy importante cuando no existían medios de comunicación masiva. Obviamente, el pregón forma parte fundamental de la más infalible cadena de comunicación del Universo, que para mi humilde concepto, ni la internet ni las redes sociales han podido superar, porque hay datos, historias y narraciones de culturas ancestrales que se han mantenido gracias a que un pueblo, generación tras generación, se la cuenta a otro, hoy día esto lastimosamente tiende a desaparecer, me refiero a la: Tradición Oral.

Desde niño me llamaron la atención esos extraños gritos que provenían desde la calle, de pronto no recuerdo exactamente lo que muchos literalmente gritaban, pero si recuerdo especialmente a: “¡…Saaaal y dulceeeee…!”, el vendedor de crispetas que andaba en un triciclo con vitrina, la cual iba “full” de mágicas crispetas dulces de colores y blancas saladas. Mi madre me cuenta que de niña este señor se parqueaba en la puerta del colegio La Sagrada Familia, así como también recuerdo en mi adolescencia a: “La Quaker”, un pintoresco anciano con aspecto de cachaco que también se desplazaba en un triciclo y vendía avena helada y pregonaba la marca de la misma, razón por la cual esa prestigiosa firma le regaló oportuna y justamente un nuevo y moderno triciclo, algo que me parece bien, porque a la larga no estaban en la obligación de hacerlo y quizás más bien hubiesen podido decirle al señor que no usara el nombre de su marca para promocionar su refresco.

Creo que la mayoría de los latinoamericanos tenemos nuestros oídos acostumbrados a los gritos callejeros de los vendedores ambulantes y se que usted que me está leyendo, más de un pregón conoce, porque desde la buena mañana el show del pregón callejero comienza. El primero que escucho es el del vendedor de periódicos, el cual inteligentemente los promociona en orden, primero los capitalinos, luego los regionales y después a los locales: “El Tiempo, El Heraldo, El Pilón, Ay Hombe, Al Día…”, al rato pasa el de los plátanos: “Plátano veerdee, plátano amarilloo naaturaaal”, más atrás viene el de las frutas: “la naranja, papaya, limón”, en la media mañana hace su entrada el de los aguacates: “el Aguacateeee, el aguacateee”. Estos son los de las carretillas, porque enseguida aparecen los que anuncian con altavoces, estos van en vehículos que son híbridos entre caseta de mercado, tienda y carro, anunciado variedad de artículos, plátanos, naranjas, cachuchas, camisetas, también están los que van perifoneando a pie, diferentes servicios, como: “Se arregla la olla a presión, la licuadora”.

Los más pintorescos los ve uno en lugares como el balneario Hurtado, hay uno en especial que vende panochas y el cual tiene una particular forma de llamar la atención, porque pega un singular grito gutural: “Heyyyy” y pensamos que lo están llamando específicamente a uno, también está la de la iguana, la cual grita: “La iguana, la iguana”, ´por lo que muchas personas se asustan pensando que es un reptil que se está acercando. Cada cual tiene su particular forma de llamar la atención, pero quizás el más original es el famoso ‘Panao’ con su “pan, pan, pan” y que decir de mi amiga, la famosa Eustaquia, la de la venta de fritos al frente de la Gobernación, quien cuando está de buen ánimo grita “tengo la tripa caliente”, para promocionar su famosa chinchurria frita, la cual es dietética, pa’ más piedra.
@juliomceledon

Columnista
21 febrero, 2015

Los famosos pregones callejeros

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio Mario Celedon

La palabra “pregón” se refiere a una proclama pronunciada públicamente para que la mayor cantidad de gente posible tome conocimiento de la información difundida. En la antigüedad fue muy importante cuando no existían medios de comunicación masiva. Obviamente, el pregón forma parte fundamental de la más infalible cadena de comunicación del Universo, que para mi […]


La palabra “pregón” se refiere a una proclama pronunciada públicamente para que la mayor cantidad de gente posible tome conocimiento de la información difundida. En la antigüedad fue muy importante cuando no existían medios de comunicación masiva. Obviamente, el pregón forma parte fundamental de la más infalible cadena de comunicación del Universo, que para mi humilde concepto, ni la internet ni las redes sociales han podido superar, porque hay datos, historias y narraciones de culturas ancestrales que se han mantenido gracias a que un pueblo, generación tras generación, se la cuenta a otro, hoy día esto lastimosamente tiende a desaparecer, me refiero a la: Tradición Oral.

Desde niño me llamaron la atención esos extraños gritos que provenían desde la calle, de pronto no recuerdo exactamente lo que muchos literalmente gritaban, pero si recuerdo especialmente a: “¡…Saaaal y dulceeeee…!”, el vendedor de crispetas que andaba en un triciclo con vitrina, la cual iba “full” de mágicas crispetas dulces de colores y blancas saladas. Mi madre me cuenta que de niña este señor se parqueaba en la puerta del colegio La Sagrada Familia, así como también recuerdo en mi adolescencia a: “La Quaker”, un pintoresco anciano con aspecto de cachaco que también se desplazaba en un triciclo y vendía avena helada y pregonaba la marca de la misma, razón por la cual esa prestigiosa firma le regaló oportuna y justamente un nuevo y moderno triciclo, algo que me parece bien, porque a la larga no estaban en la obligación de hacerlo y quizás más bien hubiesen podido decirle al señor que no usara el nombre de su marca para promocionar su refresco.

Creo que la mayoría de los latinoamericanos tenemos nuestros oídos acostumbrados a los gritos callejeros de los vendedores ambulantes y se que usted que me está leyendo, más de un pregón conoce, porque desde la buena mañana el show del pregón callejero comienza. El primero que escucho es el del vendedor de periódicos, el cual inteligentemente los promociona en orden, primero los capitalinos, luego los regionales y después a los locales: “El Tiempo, El Heraldo, El Pilón, Ay Hombe, Al Día…”, al rato pasa el de los plátanos: “Plátano veerdee, plátano amarilloo naaturaaal”, más atrás viene el de las frutas: “la naranja, papaya, limón”, en la media mañana hace su entrada el de los aguacates: “el Aguacateeee, el aguacateee”. Estos son los de las carretillas, porque enseguida aparecen los que anuncian con altavoces, estos van en vehículos que son híbridos entre caseta de mercado, tienda y carro, anunciado variedad de artículos, plátanos, naranjas, cachuchas, camisetas, también están los que van perifoneando a pie, diferentes servicios, como: “Se arregla la olla a presión, la licuadora”.

Los más pintorescos los ve uno en lugares como el balneario Hurtado, hay uno en especial que vende panochas y el cual tiene una particular forma de llamar la atención, porque pega un singular grito gutural: “Heyyyy” y pensamos que lo están llamando específicamente a uno, también está la de la iguana, la cual grita: “La iguana, la iguana”, ´por lo que muchas personas se asustan pensando que es un reptil que se está acercando. Cada cual tiene su particular forma de llamar la atención, pero quizás el más original es el famoso ‘Panao’ con su “pan, pan, pan” y que decir de mi amiga, la famosa Eustaquia, la de la venta de fritos al frente de la Gobernación, quien cuando está de buen ánimo grita “tengo la tripa caliente”, para promocionar su famosa chinchurria frita, la cual es dietética, pa’ más piedra.
@juliomceledon