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Columnista - 13 diciembre, 2010

Ingenuidades en el canto vallenato

EL TINAJERO Por José Atuesta Mindiola Leandro Díaz en varias ocasiones ha manifestado que es un pensador, que sólo canta  después de pensar. En este principio  fundamenta su talante artístico, para ser cuidadoso en sus composiciones y no dejarse tocar por los afanes de la cantidad, que deterioran la calidad. Los afanes equivocados de algunos […]

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EL TINAJERO


Por José Atuesta Mindiola

Leandro Díaz en varias ocasiones ha manifestado que es un pensador, que sólo canta  después de pensar. En este principio  fundamenta su talante artístico, para ser cuidadoso en sus composiciones y no dejarse tocar por los afanes de la cantidad, que deterioran la calidad.
Los afanes equivocados de algunos compositores de pretender demostrar superioridad por el número de canciones grabadas,   los llevan a caer fácilmente en ciertas ingenuidades, entre ellas, la de plagiar versos y melodías.
En el podio de los juglares, el maestro Abel Antonio Villa tuvo la fama de adueñarse de muchas canciones. Un caso jocoso: grabó “El Ramillete”, de José Antonio Serna, lo firmó de su autoría y en uno de sus versos para conservar la rima original, cantaba:… “yo soy Abel Antonio Serna”.
Otro maestro contemporáneo, Juancho Polo Valencia, en una de las piquerias con Abel Antonio, lo remata  con estos versos:

Abel, no se llama Abel /
se llama mentira fresca/
las canciones que interpreta/
todas dicen que son de él.

Aunque es casi imposible exigirle a un compositor originalidad en todos sus versos y en sus melodías, porque nadie está exento de las  influencias.  El poeta tiene sus maestros que le preceden. Igual sucede con la música y todas las expresiones humanas. Los antecedentes pesan y son necesarios. Pero el valor del artista está en esforzarse por ponerle a la obra su sello personal.
Para el caso particular de los compositores, no es válido copiar de manera burda un verso o una melodía de otra canción. Se ve más la ingenuidad si esa canción fue o es de amplia difusión. Como muestras, estos ejemplos: Roberto Calderón, de la comarca guajira, un reconocido maestro de la canción vallenata, cuando presentó al Festival Vallenato, la canción “El Corazón del Valle”, favorita entre el público, pero no fue premiada por el jurado, tenía un verso de un canto del rey de la salsa,  Héctor Lavoe, que sonaba en todas las emisoras: “Para que leer un periódico de ayer…”.
Jairo Urbino Joiro, textualmente toma el poema “Tu eres la reina”, del poeta chileno Pablo Neruda,  lo musicaliza. Diomedes lo graba y es un éxito de temporada. En cambio, el siempre recordado compositor patillalero, Freddy Molina, en “Los tiempo de la Cometa”, cantó: “Si luego pienso, yo existo, dijo Descartes al pensar”. Aquí no hubo plagio; toma un pensamiento ajeno, pero menciona a su autor. Esto no es ingenuidad, es habilidad del hombre que conoce de literatura.  El compositor Omar Geles, cayó en una ridícula ingenuidad pública, al tomar un estribillo de un joven compositor desconocido y grabarlo como suyo en una canción. La denuncia fue difundida por los medios de comunicación.
En estos días está sonando en las emisoras y en muchas parrandas, una canción que cantan Diomedes y Peter Manjarrés, y aparece de la autoría de Marciano Martínez; es una flagrante muestra de ingenuidad, porque él es un compositor admirable de hermosas canciones, como “De tanto jugar al amor”, “ La juntera” ,  “Con el alma en la mano” (ganadora de una versión del Festival Vallenato), y otros éxitos, y nos sorprende que firme esta canción como suya: “El vivo vive del bobo y el bobo de papa y mama”. Hace más de cuarenta años,  Los Corraleros de Majagual pusieron a bailar a Colombia con una canción con esos mismos versos. Además, tiene mezcladas las temáticas y  las melodías de “El Jean”, gradaba por Diomedes, y “Se va a  trabajar”, de  Iván Villazón.
El canto vallenato conquistó a Colombia y a otros países, por la narrativa de sus historias  y la belleza de su poesía popular; pero estas canciones de afanes y de poca monta, son simples bagatelas de temporadas. A los artistas se les recuerda por la calidad de su obra, no por la cantidad.  Rodolfo “El Veje” Bolaño, será siempre recordado en la historia de la música vallenata por la canción “Viejo Valledupar”.

DECIMA DE LA SEMANA

Tristes  guitarras sonaron
en la iglesia y en las calles,
despidiendo estaba el Valle
a Rodo “El Veje” Bolaño;
un vallenato de antaño,
con su guitarra y su voz
a la tradición le cantó
del  Viejo Valledupar;
con ese bonito cantar
“El Veje”  se inmortalizó.

Columnista
13 diciembre, 2010

Ingenuidades en el canto vallenato

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.

EL TINAJERO Por José Atuesta Mindiola Leandro Díaz en varias ocasiones ha manifestado que es un pensador, que sólo canta  después de pensar. En este principio  fundamenta su talante artístico, para ser cuidadoso en sus composiciones y no dejarse tocar por los afanes de la cantidad, que deterioran la calidad. Los afanes equivocados de algunos […]


EL TINAJERO


Por José Atuesta Mindiola

Leandro Díaz en varias ocasiones ha manifestado que es un pensador, que sólo canta  después de pensar. En este principio  fundamenta su talante artístico, para ser cuidadoso en sus composiciones y no dejarse tocar por los afanes de la cantidad, que deterioran la calidad.
Los afanes equivocados de algunos compositores de pretender demostrar superioridad por el número de canciones grabadas,   los llevan a caer fácilmente en ciertas ingenuidades, entre ellas, la de plagiar versos y melodías.
En el podio de los juglares, el maestro Abel Antonio Villa tuvo la fama de adueñarse de muchas canciones. Un caso jocoso: grabó “El Ramillete”, de José Antonio Serna, lo firmó de su autoría y en uno de sus versos para conservar la rima original, cantaba:… “yo soy Abel Antonio Serna”.
Otro maestro contemporáneo, Juancho Polo Valencia, en una de las piquerias con Abel Antonio, lo remata  con estos versos:

Abel, no se llama Abel /
se llama mentira fresca/
las canciones que interpreta/
todas dicen que son de él.

Aunque es casi imposible exigirle a un compositor originalidad en todos sus versos y en sus melodías, porque nadie está exento de las  influencias.  El poeta tiene sus maestros que le preceden. Igual sucede con la música y todas las expresiones humanas. Los antecedentes pesan y son necesarios. Pero el valor del artista está en esforzarse por ponerle a la obra su sello personal.
Para el caso particular de los compositores, no es válido copiar de manera burda un verso o una melodía de otra canción. Se ve más la ingenuidad si esa canción fue o es de amplia difusión. Como muestras, estos ejemplos: Roberto Calderón, de la comarca guajira, un reconocido maestro de la canción vallenata, cuando presentó al Festival Vallenato, la canción “El Corazón del Valle”, favorita entre el público, pero no fue premiada por el jurado, tenía un verso de un canto del rey de la salsa,  Héctor Lavoe, que sonaba en todas las emisoras: “Para que leer un periódico de ayer…”.
Jairo Urbino Joiro, textualmente toma el poema “Tu eres la reina”, del poeta chileno Pablo Neruda,  lo musicaliza. Diomedes lo graba y es un éxito de temporada. En cambio, el siempre recordado compositor patillalero, Freddy Molina, en “Los tiempo de la Cometa”, cantó: “Si luego pienso, yo existo, dijo Descartes al pensar”. Aquí no hubo plagio; toma un pensamiento ajeno, pero menciona a su autor. Esto no es ingenuidad, es habilidad del hombre que conoce de literatura.  El compositor Omar Geles, cayó en una ridícula ingenuidad pública, al tomar un estribillo de un joven compositor desconocido y grabarlo como suyo en una canción. La denuncia fue difundida por los medios de comunicación.
En estos días está sonando en las emisoras y en muchas parrandas, una canción que cantan Diomedes y Peter Manjarrés, y aparece de la autoría de Marciano Martínez; es una flagrante muestra de ingenuidad, porque él es un compositor admirable de hermosas canciones, como “De tanto jugar al amor”, “ La juntera” ,  “Con el alma en la mano” (ganadora de una versión del Festival Vallenato), y otros éxitos, y nos sorprende que firme esta canción como suya: “El vivo vive del bobo y el bobo de papa y mama”. Hace más de cuarenta años,  Los Corraleros de Majagual pusieron a bailar a Colombia con una canción con esos mismos versos. Además, tiene mezcladas las temáticas y  las melodías de “El Jean”, gradaba por Diomedes, y “Se va a  trabajar”, de  Iván Villazón.
El canto vallenato conquistó a Colombia y a otros países, por la narrativa de sus historias  y la belleza de su poesía popular; pero estas canciones de afanes y de poca monta, son simples bagatelas de temporadas. A los artistas se les recuerda por la calidad de su obra, no por la cantidad.  Rodolfo “El Veje” Bolaño, será siempre recordado en la historia de la música vallenata por la canción “Viejo Valledupar”.

DECIMA DE LA SEMANA

Tristes  guitarras sonaron
en la iglesia y en las calles,
despidiendo estaba el Valle
a Rodo “El Veje” Bolaño;
un vallenato de antaño,
con su guitarra y su voz
a la tradición le cantó
del  Viejo Valledupar;
con ese bonito cantar
“El Veje”  se inmortalizó.