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Columnista - 19 diciembre, 2014

Incorruptibles

“Pero corra el juicio como aguas y la justicia como arroyo impetuoso”. Amós 5,24. De cara a la celebración del más sublime acontecimiento sobre la tierra: El cumplimiento profético del “Dios con nosotros”, me atrevo con respeto y reverencia a hacer un llamado a la justicia, la honradez, a que andemos de día, honestamente; no […]

“Pero corra el juicio como aguas y la justicia como arroyo impetuoso”. Amós 5,24.

De cara a la celebración del más sublime acontecimiento sobre la tierra: El cumplimiento profético del “Dios con nosotros”, me atrevo con respeto y reverencia a hacer un llamado a la justicia, la honradez, a que andemos de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y libertinaje, no en contiendas y envidias. En estas festividades, vistámonos de la justicia y del Señor Jesucristo.

Los reinos visibles e invisibles no están separados como se tiende a pensar. De la misma manera segura que los ligamos, cuando ponemos nuestra fe en Jesucristo, así mismo, Dios hace posible que las dimensiones naturales y espirituales de nuestras vidas estén del todo integradas.

El concepto de justicia está ligado a la paz y consiste en que cada uno reciba lo que se merece, en sentido retributivo y distributivo, en el marco de los derechos y deberes. Dentro del pensamiento cristiano, el sentido de justicia se encuentra fundado sobre el concepto de respetar la imagen de Dios presente en las personas. Honrar esa imagen conlleva honrar los derechos legítimos del ser humano.

Para ser justa, una sociedad debe integrar en su comunidad a todos los débiles y desvalidos, los marginados, dándoles una voz y una participación justa en los beneficios de la comunidad.

Experimentar la paz como fruto de la justicia es prosperar en todas nuestras relaciones: Con Dios, con nuestros semejantes, con la creación, con nosotros mismos. Supone la ausencia de hostilidad, más allá de la simple ausencia de problemas; sino abarcando la plenitud y el disfrute de la vida. Isaías afirmaba: “El efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre”. El salmista decía: “La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron”.

Amados amigos lectores, la violencia acecha e invade nuestra ciudad, produciendo miedo y desesperanza. El sistema judicial es insuficiente, los gobernantes se sienten inadecuados frente a los problemas sociales, los legisladores hacen leyes sin sentido, abriendo cada vez más la brecha social.

Tratemos a todos con justicia y equidad, velemos y actuemos para que la gente pobre no sea estafada, los testigos falsos sean castigados, los gobiernos y legisladores no estén por encima de las leyes de Dios, los jueces sean justos e imparciales, la justicia no sea pervertida por el soborno y el cohecho.

En esta navidad, oremos juntos para que podamos discernir la diferencia entre lo bueno y lo malo, para que Dios proteja al pobre y al necesitado, para que nosotros mismos podamos ser fieles y honestos en cada actuación, para perdonar a aquellos que nos tratan injustamente, para levantar nuestra voz profética en contra de los líderes injustos evitando que nuestras fiestas se conviertan en funerales. Odiemos lo que es malo y amemos lo que es bueno, dejemos que la justicia fluya como un manantial, Dios ama la justicia y bendecirá a aquellos que ponen fin a la opresión.

Finalmente, la descomposición, podredumbre, corruptela, envilecimiento o deshonestidad, siendo prioritaria, es segunda. Lo primero y fundamental es la iniciativa de Dios, porque en la perspectiva bíblica, la incorruptibilidad se arraiga en el don previo de la vida, de la inteligencia y de una voluntad libre; sobre todo, en la oferta totalmente gratuita de una relación privilegiada e íntima del hombre con Dios. En otras palabras, la justicia debe venir después de la experiencia de Dios. Ésta no es una noción jurídica, colocada sobre comportamientos y actitudes, sino un concepto teológico, que la Biblia misma traduce del mejor modo con el término: ¡Camino!
Examinémonos cada día a la luz del Salmo 15, roguemos por nuestros líderes y por nosotros mismos para que la justicia que celebramos en esta navidad, germine en los corazones de todos nuestros coterráneos.

¡Emanuel! ¡Feliz navidad, paz y justicia para todos!

Columnista
19 diciembre, 2014

Incorruptibles

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“Pero corra el juicio como aguas y la justicia como arroyo impetuoso”. Amós 5,24. De cara a la celebración del más sublime acontecimiento sobre la tierra: El cumplimiento profético del “Dios con nosotros”, me atrevo con respeto y reverencia a hacer un llamado a la justicia, la honradez, a que andemos de día, honestamente; no […]


“Pero corra el juicio como aguas y la justicia como arroyo impetuoso”. Amós 5,24.

De cara a la celebración del más sublime acontecimiento sobre la tierra: El cumplimiento profético del “Dios con nosotros”, me atrevo con respeto y reverencia a hacer un llamado a la justicia, la honradez, a que andemos de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y libertinaje, no en contiendas y envidias. En estas festividades, vistámonos de la justicia y del Señor Jesucristo.

Los reinos visibles e invisibles no están separados como se tiende a pensar. De la misma manera segura que los ligamos, cuando ponemos nuestra fe en Jesucristo, así mismo, Dios hace posible que las dimensiones naturales y espirituales de nuestras vidas estén del todo integradas.

El concepto de justicia está ligado a la paz y consiste en que cada uno reciba lo que se merece, en sentido retributivo y distributivo, en el marco de los derechos y deberes. Dentro del pensamiento cristiano, el sentido de justicia se encuentra fundado sobre el concepto de respetar la imagen de Dios presente en las personas. Honrar esa imagen conlleva honrar los derechos legítimos del ser humano.

Para ser justa, una sociedad debe integrar en su comunidad a todos los débiles y desvalidos, los marginados, dándoles una voz y una participación justa en los beneficios de la comunidad.

Experimentar la paz como fruto de la justicia es prosperar en todas nuestras relaciones: Con Dios, con nuestros semejantes, con la creación, con nosotros mismos. Supone la ausencia de hostilidad, más allá de la simple ausencia de problemas; sino abarcando la plenitud y el disfrute de la vida. Isaías afirmaba: “El efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre”. El salmista decía: “La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron”.

Amados amigos lectores, la violencia acecha e invade nuestra ciudad, produciendo miedo y desesperanza. El sistema judicial es insuficiente, los gobernantes se sienten inadecuados frente a los problemas sociales, los legisladores hacen leyes sin sentido, abriendo cada vez más la brecha social.

Tratemos a todos con justicia y equidad, velemos y actuemos para que la gente pobre no sea estafada, los testigos falsos sean castigados, los gobiernos y legisladores no estén por encima de las leyes de Dios, los jueces sean justos e imparciales, la justicia no sea pervertida por el soborno y el cohecho.

En esta navidad, oremos juntos para que podamos discernir la diferencia entre lo bueno y lo malo, para que Dios proteja al pobre y al necesitado, para que nosotros mismos podamos ser fieles y honestos en cada actuación, para perdonar a aquellos que nos tratan injustamente, para levantar nuestra voz profética en contra de los líderes injustos evitando que nuestras fiestas se conviertan en funerales. Odiemos lo que es malo y amemos lo que es bueno, dejemos que la justicia fluya como un manantial, Dios ama la justicia y bendecirá a aquellos que ponen fin a la opresión.

Finalmente, la descomposición, podredumbre, corruptela, envilecimiento o deshonestidad, siendo prioritaria, es segunda. Lo primero y fundamental es la iniciativa de Dios, porque en la perspectiva bíblica, la incorruptibilidad se arraiga en el don previo de la vida, de la inteligencia y de una voluntad libre; sobre todo, en la oferta totalmente gratuita de una relación privilegiada e íntima del hombre con Dios. En otras palabras, la justicia debe venir después de la experiencia de Dios. Ésta no es una noción jurídica, colocada sobre comportamientos y actitudes, sino un concepto teológico, que la Biblia misma traduce del mejor modo con el término: ¡Camino!
Examinémonos cada día a la luz del Salmo 15, roguemos por nuestros líderes y por nosotros mismos para que la justicia que celebramos en esta navidad, germine en los corazones de todos nuestros coterráneos.

¡Emanuel! ¡Feliz navidad, paz y justicia para todos!