De algún modo el coraje de un guerrero se lo transmite al arma que utiliza.

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Escribe ilusionado el poeta. Ignora que jamás alcanzará a la musa que lo inspira.
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La preocupación por la belleza y el amor ha sido una constante en mí desde niño. Todo comenzó cuando descubrí la vastedad de la aurora una mañana cualquiera, años después aprendí que toda esa inmensidad cabía en los ojos de una mujer.
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Muchos te amarán por tus cualidades y otros te odiarán exactamente por las mismas razones.
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El perdón libera al ofendido, nunca al ofensor.
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En el amor todos somos principiantesno cuentan las derrotas ni las victorias anteriores.
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Lo que me duele de morir no es dejar de ver estos paisajes florecidos, ni dejar de ver las hermosas de nuestros sueños, ni dejar de sentir el olor de la lluvia. Lo que me duele de morir es no saber si volveré a ver tus ojos claros y no saber si volveré a verte dormida cuando yo esté dormido… para siempre.
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A un enemigo puedes perdonarlo que es tarea de hombres pero no amarlo, eso es asunto de ángeles.
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El guerrero harto de prodigios y malabares lloró de amor al presentir su muerte, recordó a su amada y en ese instante una espada le atravesó el corazón.
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En la política como en la guerra tienes que probarte antes de entrar en batalla así todos sabrán quien eres.
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Si tuviera el prodigioso poder de borrar mi vida, exactamente como un niño que con sus propias manos desaparece sus primeras letras del cuaderno, yo solamente borraría la tarde en que te abandoné a tu suerte, llorando a mares y pronunciando mí nombre. No he podido superar el recuerdo inclemente de tus ojos tristes.
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Como cualquier torero aprendí a torear mis penas pero también aprendí que cualquiera de ellas puede matarme, como a cualquier torero.
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Lo que me duele de morir no es dejar de ver estos paisajes florecidos, ni dejar de ver las colinas hermosas de mis sueños, ni dejar de sentir el olor de la lluvia. Lo que me duele de morir es no saber si volveré a ver tus ojos claros y no saber si volveré a verte dormida cuando yo esté dormido… para siempre.
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Basta echar un vistazo a nuestro mundo para advertir que ciertamente aquí no reina la justicia social.
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