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Columnista - 29 agosto, 2015

Humillante, indignante y doloroso regreso a la patria

Jamás podremos olvidar que el registro histórico de los hechos es la base y estructura del presente

Jamás podremos olvidar que el registro histórico de los hechos es la base y estructura del presente; esta afirmación la traemos a colación para recordar que en el pasado el presidente Chávez Frías motivó, apoyó y validó a muchos entusiastas colombianos para que obtuviesen su cedula venezolana; el objetivo no era otro que obtener de éstos un apoyo electoral para su aspiración en el segundo periodo presidencial. Los comentarios se hicieron evidentes en Colombia y Venezuela, la entrega oportuna del respectivo documento de identidad que respaldaba a nuestros conciudadanos no solo para obtener la nacionalidad, sino también votar por él. Pero como en este mundo no todo es color de rosas, en esta semana el presidente Maduro sorprendió al mundo entero, no solo por su acostumbrado ataque verbal y un poco desacertado con la realidad que concierne a la razón, en este caso la deportación masiva  de residentes colombianos en puntos fronterizos.

La actitud demostrada hasta la saciedad por las autoridades de este país, ha sido catalogada como brutal e indigna, si se tiene en cuenta que los más perjudicados son los niños; así mismo han sido vilmente ultrajados los adultos. La degradación del atropello visibilizado a través de los diferentes medios de comunicación, dan cuenta de una elevada desigualdad en comportamiento social dentro de una ubicación geoestratégica entre dos países hermanos. No es hora de callar, es ya hora de hablar; se requiere romper el silencio, clamar justicia que enfrente el día a día, la realidad de esta impunidad y que se esconde en lágrimas; que hace un ritual silencioso e infame a la soledad y al olvido. Se necesita un gesto racional que involucre la participación activa de todos los estamentos sociales entorno a la concertación de planes y proyectos que se materialicen en alianzas de entes nacionales: Todos; la ayuda dirigida a estas víctimas debe traducirse en realidad,  sin engaños ni corrupción. Una cosa es ver por TV estos horrendos dramas de crueldad e inhumanidad y otra muy diferente es vivirlo en sangre propia: Niños hambrientos y desnudos, pidiendo agua, alimentos, frazada, observar ancianos desesperados, mujeres angustiadas y llorando, cubiertas solo con la indumentaria con las que fueron expulsadas. Un ejemplo de este descabellado maltrato lo configura el calificativo que Maduro hace a las mujeres colombianas de prostitutas y a los hombres de paramilitares, razón por la cual Santos debe acudir a instancias internacionales, de lo contrario el gobernante vecino seguirá ultrajando y maltratando la dignidad colombiana.

Por Jairo Franco Salas

[email protected]

Columnista
29 agosto, 2015

Humillante, indignante y doloroso regreso a la patria

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Franco Salas

Jamás podremos olvidar que el registro histórico de los hechos es la base y estructura del presente


Jamás podremos olvidar que el registro histórico de los hechos es la base y estructura del presente; esta afirmación la traemos a colación para recordar que en el pasado el presidente Chávez Frías motivó, apoyó y validó a muchos entusiastas colombianos para que obtuviesen su cedula venezolana; el objetivo no era otro que obtener de éstos un apoyo electoral para su aspiración en el segundo periodo presidencial. Los comentarios se hicieron evidentes en Colombia y Venezuela, la entrega oportuna del respectivo documento de identidad que respaldaba a nuestros conciudadanos no solo para obtener la nacionalidad, sino también votar por él. Pero como en este mundo no todo es color de rosas, en esta semana el presidente Maduro sorprendió al mundo entero, no solo por su acostumbrado ataque verbal y un poco desacertado con la realidad que concierne a la razón, en este caso la deportación masiva  de residentes colombianos en puntos fronterizos.

La actitud demostrada hasta la saciedad por las autoridades de este país, ha sido catalogada como brutal e indigna, si se tiene en cuenta que los más perjudicados son los niños; así mismo han sido vilmente ultrajados los adultos. La degradación del atropello visibilizado a través de los diferentes medios de comunicación, dan cuenta de una elevada desigualdad en comportamiento social dentro de una ubicación geoestratégica entre dos países hermanos. No es hora de callar, es ya hora de hablar; se requiere romper el silencio, clamar justicia que enfrente el día a día, la realidad de esta impunidad y que se esconde en lágrimas; que hace un ritual silencioso e infame a la soledad y al olvido. Se necesita un gesto racional que involucre la participación activa de todos los estamentos sociales entorno a la concertación de planes y proyectos que se materialicen en alianzas de entes nacionales: Todos; la ayuda dirigida a estas víctimas debe traducirse en realidad,  sin engaños ni corrupción. Una cosa es ver por TV estos horrendos dramas de crueldad e inhumanidad y otra muy diferente es vivirlo en sangre propia: Niños hambrientos y desnudos, pidiendo agua, alimentos, frazada, observar ancianos desesperados, mujeres angustiadas y llorando, cubiertas solo con la indumentaria con las que fueron expulsadas. Un ejemplo de este descabellado maltrato lo configura el calificativo que Maduro hace a las mujeres colombianas de prostitutas y a los hombres de paramilitares, razón por la cual Santos debe acudir a instancias internacionales, de lo contrario el gobernante vecino seguirá ultrajando y maltratando la dignidad colombiana.

Por Jairo Franco Salas

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