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General - 24 septiembre, 2016

Foro jóvenes frente a la paz

El Diario EL PILÓN publicará a partir de hoy las ponencias expuestas en el ‘Foro jóvenes frente a la paz’, realizado el 22 de septiembre en el Colegio Comfacesar. Son opiniones importantes que queremos compartir con nuestros lectores.

Yo creo en los jóvenes, ¿y tú?

La joven abogada Ana María Osorio, líder de la Plataforma Juvenil, disertó sobre el ‘El reto: transformaciones conquistadas versus militancia revolucionaria de pensamiento.

En Colombia los jóvenes representamos alrededor de 12 millones 735 mil 84 habitantes, de los cuales dos millones 821 mil 732 son víctimas del conflicto armado, lo que lleva a preguntarnos como actores dentro de la ardua labor de construcción de paz, ¿resulta pertinente entrar a determinar, dentro de los sectores poblacionales afectados por el conflicto armado, quiénes son los que hoy y en razón a qué, protagonizan la peor película rodada en mi país Colombia? Y, ¿qué podemos hacer para que nuestra generación salga de este flagelo?

No es fácil cambiar un chip que lleva más de media década encriptado en nuestros estilos de vida, culturas, en fin, que ya hace parte del sistema social, incluso el educativo, donde es pecado ser débil, y la única forma de demostrar ser fuerte, y responder a la violencia, es con más violencia, se nos olvidó el poder y la fuerza que da al ser humano el conocimiento, Somos la generación cuyo papel es trascendental en este flagelo armado, teniendo en cuenta que somos los protagonistas tanto principales (víctimas), como antagónicos (victimarios), pero lo que si podemos hacer es vociferar que ser joven no significa ser futuro de un país, y menos en Colombia.

Bien decía Jaime Garzón: “Si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvarlo, nadie”, y resultará escalofriante invitar a la revolución ideológica de las juventudes colombianas, pero no descabellado, si en nuestras manos está el poder de generar una avalancha desaforada de pensamientos para construir un mejor país, donde nuestra rebeldía sea el motor de arranque, el no querer ser oprimidos, ni restringidos, el querer siempre sobrepasar las fronteras sociales, serán los principios rectores, mirar con respeto a nuestros antecesores, pero con un sentido crítico sus actuaciones, para dar cumplimiento a ese adagio popular que dice: “El que no conoce su historia está condenado a repetirla”, y será nuestro deber, como la generación que vivirá el antes y el después de esta cruel escena, garantizar que las futuras generaciones no vivan con la zozobra del estallido de una bomba, o de una bala amenazante de su integridad.

El desafío está en comprender que la organización y la política son indispensables, y a partir de esa comprensión y la actuación consecuente inventar nuevas formas revolucionarias eficaces de hacer política. Es necesario entonces, forjar la dimensión que nos une a través y por encima de todas las diferencias y todas las fronteras.

Y viene a mi mente esas frases veintejuliera con las que conquistaba al pueblo colombiano Luis Carlos Galán Sarmiento, cuando decía: “La justicia, como la libertad y la vida, tenemos que conquistarla todos los días. La lucha por estos ideales no termina nunca”, con lo que se debe entender, que si ayer esta lucha estaba en manos de los alzados en arma, hoy y mañana estarán en las espaldas de esta generación que se armará de ideología consciente de las grandes luchas históricas sociales, de las transformaciones conquistadas, con guías de juicio y motor de actividad, que constituirá una militancia revolucionaria, donde la preparación será más agresiva, que un fusil.

Así mismo, insistía este prócer de la política liberal colombiana en que “La fuerza del pueblo está en la conciencia de sus derechos. En la conciencia de sus deberes. En la comprensión de que Colombia está iniciando otra época histórica, y que para que en verdad haya un salto cualitativo en la interpretación del país, en el conocimiento de sus realidades y posibilidades, todo colombiano tiene una tarea por cumplir. El más modesto de nuestros compatriotas, lo necesitamos en esta hora de cambio”, y es esta hora de cambio fundamental para que cada joven entienda su papel, para que cada joven asuma una postura ideológica de construcción social, donde seremos protagonistas, pero merece la pena levantar bien alto la voz de llamado, para que se escuche en cada rincón de este hermoso país, calificado como uno de los más felices del mundo, demostrando que aprendimos a vivir cómodos en medio de una guerra absurda donde solo hay perdedores, donde nadie gana, donde el terror toca cada segundo la puerta de cada familia, y que las letras son las más rezagadas de este flagelo. Somos la generación que conoce todos estos factores y que propenderá por las garantías de no repetición de estas funestas escenas.

Yo creo en los jóvenes, creo en sus capacidades, creo en su compromiso, creo en sus conquistas, creo en sus luchas sociales, creo en su rebeldía consciente como motor de arranque para la promoción de la revolución ideológica para la transformación social, que a gritos retumba nuestra tierra, seremos la militancia revolucionaria del pensamiento colombiano, veedora de las nuevas formas de gobierno, de participación política, de ejercicios sociales, y en definitiva de construcción de paz.

Yo creo en los jóvenes, ¿y tú?

Por Ana María Osorio
Líder de jóvenes

General
24 septiembre, 2016

Foro jóvenes frente a la paz

El Diario EL PILÓN publicará a partir de hoy las ponencias expuestas en el ‘Foro jóvenes frente a la paz’, realizado el 22 de septiembre en el Colegio Comfacesar. Son opiniones importantes que queremos compartir con nuestros lectores.


Yo creo en los jóvenes, ¿y tú?

La joven abogada Ana María Osorio, líder de la Plataforma Juvenil, disertó sobre el ‘El reto: transformaciones conquistadas versus militancia revolucionaria de pensamiento.

En Colombia los jóvenes representamos alrededor de 12 millones 735 mil 84 habitantes, de los cuales dos millones 821 mil 732 son víctimas del conflicto armado, lo que lleva a preguntarnos como actores dentro de la ardua labor de construcción de paz, ¿resulta pertinente entrar a determinar, dentro de los sectores poblacionales afectados por el conflicto armado, quiénes son los que hoy y en razón a qué, protagonizan la peor película rodada en mi país Colombia? Y, ¿qué podemos hacer para que nuestra generación salga de este flagelo?

No es fácil cambiar un chip que lleva más de media década encriptado en nuestros estilos de vida, culturas, en fin, que ya hace parte del sistema social, incluso el educativo, donde es pecado ser débil, y la única forma de demostrar ser fuerte, y responder a la violencia, es con más violencia, se nos olvidó el poder y la fuerza que da al ser humano el conocimiento, Somos la generación cuyo papel es trascendental en este flagelo armado, teniendo en cuenta que somos los protagonistas tanto principales (víctimas), como antagónicos (victimarios), pero lo que si podemos hacer es vociferar que ser joven no significa ser futuro de un país, y menos en Colombia.

Bien decía Jaime Garzón: “Si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvarlo, nadie”, y resultará escalofriante invitar a la revolución ideológica de las juventudes colombianas, pero no descabellado, si en nuestras manos está el poder de generar una avalancha desaforada de pensamientos para construir un mejor país, donde nuestra rebeldía sea el motor de arranque, el no querer ser oprimidos, ni restringidos, el querer siempre sobrepasar las fronteras sociales, serán los principios rectores, mirar con respeto a nuestros antecesores, pero con un sentido crítico sus actuaciones, para dar cumplimiento a ese adagio popular que dice: “El que no conoce su historia está condenado a repetirla”, y será nuestro deber, como la generación que vivirá el antes y el después de esta cruel escena, garantizar que las futuras generaciones no vivan con la zozobra del estallido de una bomba, o de una bala amenazante de su integridad.

El desafío está en comprender que la organización y la política son indispensables, y a partir de esa comprensión y la actuación consecuente inventar nuevas formas revolucionarias eficaces de hacer política. Es necesario entonces, forjar la dimensión que nos une a través y por encima de todas las diferencias y todas las fronteras.

Y viene a mi mente esas frases veintejuliera con las que conquistaba al pueblo colombiano Luis Carlos Galán Sarmiento, cuando decía: “La justicia, como la libertad y la vida, tenemos que conquistarla todos los días. La lucha por estos ideales no termina nunca”, con lo que se debe entender, que si ayer esta lucha estaba en manos de los alzados en arma, hoy y mañana estarán en las espaldas de esta generación que se armará de ideología consciente de las grandes luchas históricas sociales, de las transformaciones conquistadas, con guías de juicio y motor de actividad, que constituirá una militancia revolucionaria, donde la preparación será más agresiva, que un fusil.

Así mismo, insistía este prócer de la política liberal colombiana en que “La fuerza del pueblo está en la conciencia de sus derechos. En la conciencia de sus deberes. En la comprensión de que Colombia está iniciando otra época histórica, y que para que en verdad haya un salto cualitativo en la interpretación del país, en el conocimiento de sus realidades y posibilidades, todo colombiano tiene una tarea por cumplir. El más modesto de nuestros compatriotas, lo necesitamos en esta hora de cambio”, y es esta hora de cambio fundamental para que cada joven entienda su papel, para que cada joven asuma una postura ideológica de construcción social, donde seremos protagonistas, pero merece la pena levantar bien alto la voz de llamado, para que se escuche en cada rincón de este hermoso país, calificado como uno de los más felices del mundo, demostrando que aprendimos a vivir cómodos en medio de una guerra absurda donde solo hay perdedores, donde nadie gana, donde el terror toca cada segundo la puerta de cada familia, y que las letras son las más rezagadas de este flagelo. Somos la generación que conoce todos estos factores y que propenderá por las garantías de no repetición de estas funestas escenas.

Yo creo en los jóvenes, creo en sus capacidades, creo en su compromiso, creo en sus conquistas, creo en sus luchas sociales, creo en su rebeldía consciente como motor de arranque para la promoción de la revolución ideológica para la transformación social, que a gritos retumba nuestra tierra, seremos la militancia revolucionaria del pensamiento colombiano, veedora de las nuevas formas de gobierno, de participación política, de ejercicios sociales, y en definitiva de construcción de paz.

Yo creo en los jóvenes, ¿y tú?

Por Ana María Osorio
Líder de jóvenes