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Columnista - 11 marzo, 2018

El voto es suyo

La democracia se refrenda en las urnas, donde se aniquila la anarquía, algo que a todas luces no necesita ni merece este país. En otras columnas he insistido sobre la necesidad de permanecer en torno a las instituciones como verdadera posibilidad de convivencia ciudadana, desarrollo, productividad, derechos y todo lo que una sociedad debe conformar […]

La democracia se refrenda en las urnas, donde se aniquila la anarquía, algo que a todas luces no necesita ni merece este país. En otras columnas he insistido sobre la necesidad de permanecer en torno a las instituciones como verdadera posibilidad de convivencia ciudadana, desarrollo, productividad, derechos y todo lo que una sociedad debe conformar para asegurar el bienestar de cada uno de sus constituyentes. Detrás de cada uno de los personajes por los que votemos hoy, está el Estado, con mayúscula, el legislativo en pleno y una antesala del ejecutivo son quienes se juegan hoy. Tal vez sería mejor pensarlo así para enrostrarle a cada candidato el orden institucional al que debe responder y sobre el cual se harán las exigencias.

Hay mucho en juego y no son tamales precisamente. No queremos un Congreso que no represente la pluralidad de culturas, ideologías, propuestas y soluciones. No queremos un Congreso preñado de intereses particulares, nacidos del mismo manantial de siempre, ¡oh fuente inagotable en este país! No queremos un Congreso que pase los próximos cuatro años viendo cómo se linchan los bandos. A propósito, no queremos pocos bandos. Queremos muchos y bien habidos. Es necesaria la diversidad, como en cualquier ecosistema. No queremos el desconocimiento de lo fundamental: educación, salud, empleo. No seremos una gran nación nunca si vamos dejando colgado el bienestar común en el traspapeleo institucional, debajo de los millonarios contratos con adenda de coimas. No hay grandes naciones allí donde se craquele a diario la dignidad de sus habitantes y no hablo solamente de la clase vulnerable, sino de todos.

Hoy es domingo de elecciones. Hay que salir a votar, a elegir para ser una gran nación. Ya sé que una de nuestras tradiciones es mantener el equilibrio, el de la economía por ejemplo, ese es sano comparado con el equilibrio que ahora exigen muchos de mantener el miedo. No puede haber más miedo del que ya ha habido, no puede haber más. Ningún candidato que amenace desde ninguna orilla empoderándose desde el miedo es viable para representar o dirigir instituciones. No hay que atender ni miedos a la derecha, ni miedos a la izquierda. Ojalá hoy salgamos a votar desde nuestras individualidades mirando a los otros.

Columnista
11 marzo, 2018

El voto es suyo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
María Angélica Pumarejo

La democracia se refrenda en las urnas, donde se aniquila la anarquía, algo que a todas luces no necesita ni merece este país. En otras columnas he insistido sobre la necesidad de permanecer en torno a las instituciones como verdadera posibilidad de convivencia ciudadana, desarrollo, productividad, derechos y todo lo que una sociedad debe conformar […]


La democracia se refrenda en las urnas, donde se aniquila la anarquía, algo que a todas luces no necesita ni merece este país. En otras columnas he insistido sobre la necesidad de permanecer en torno a las instituciones como verdadera posibilidad de convivencia ciudadana, desarrollo, productividad, derechos y todo lo que una sociedad debe conformar para asegurar el bienestar de cada uno de sus constituyentes. Detrás de cada uno de los personajes por los que votemos hoy, está el Estado, con mayúscula, el legislativo en pleno y una antesala del ejecutivo son quienes se juegan hoy. Tal vez sería mejor pensarlo así para enrostrarle a cada candidato el orden institucional al que debe responder y sobre el cual se harán las exigencias.

Hay mucho en juego y no son tamales precisamente. No queremos un Congreso que no represente la pluralidad de culturas, ideologías, propuestas y soluciones. No queremos un Congreso preñado de intereses particulares, nacidos del mismo manantial de siempre, ¡oh fuente inagotable en este país! No queremos un Congreso que pase los próximos cuatro años viendo cómo se linchan los bandos. A propósito, no queremos pocos bandos. Queremos muchos y bien habidos. Es necesaria la diversidad, como en cualquier ecosistema. No queremos el desconocimiento de lo fundamental: educación, salud, empleo. No seremos una gran nación nunca si vamos dejando colgado el bienestar común en el traspapeleo institucional, debajo de los millonarios contratos con adenda de coimas. No hay grandes naciones allí donde se craquele a diario la dignidad de sus habitantes y no hablo solamente de la clase vulnerable, sino de todos.

Hoy es domingo de elecciones. Hay que salir a votar, a elegir para ser una gran nación. Ya sé que una de nuestras tradiciones es mantener el equilibrio, el de la economía por ejemplo, ese es sano comparado con el equilibrio que ahora exigen muchos de mantener el miedo. No puede haber más miedo del que ya ha habido, no puede haber más. Ningún candidato que amenace desde ninguna orilla empoderándose desde el miedo es viable para representar o dirigir instituciones. No hay que atender ni miedos a la derecha, ni miedos a la izquierda. Ojalá hoy salgamos a votar desde nuestras individualidades mirando a los otros.