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Columnista - 26 noviembre, 2015

El verdadero dueño de la chequera

No pensó el gobernador electo del Cesar, Franco Ovalle Angarita, que cuando ‘sacó pecho’ de su compadrazgo con el vicepresidente de la República, Germán Vargas Lleras, diciendo que “somos amigos del que hoy maneja la chequera”, estaba acuñando una expresión que atravesó las parroquiales fronteras de la clientelista demagogia electoral, para sustentar las, ojalá no […]

No pensó el gobernador electo del Cesar, Franco Ovalle Angarita, que cuando ‘sacó pecho’ de su compadrazgo con el vicepresidente de la República, Germán Vargas Lleras, diciendo que “somos amigos del que hoy maneja la chequera”, estaba acuñando una expresión que atravesó las parroquiales fronteras de la clientelista demagogia electoral, para sustentar las, ojalá no tardías, aclaraciones presidenciales que confirman la distancia con Vargas.

Sucedió en la cumbre de gobernadores en Villavicencio, donde el presidente de la República aclaró que “en el sistema presidencial es el presidente quien tiene la chequera”, de paso desvirtuando anticipadamente potenciales sofismas ministeriales o de la vicepresidencia diciendo, “allá les pueden decir, tendrá mi visto bueno o yo apoyo eso, pero las decisiones de priorizar los recursos, de qué proyectos van o de qué proyectos no van, las toma el Presidente de la República”.

Parece que el presidente no quiere vivir la experiencia de su ex jefe, Álvaro Uribe Vélez, quien pensó dejar en buen recaudo sus tres huevitos y que la ingratitud santafereña degradó a un aristócrata omelet servido el día de la primera posesión santista.

La preocupación presidencial es el post-conflicto. Santos está convencido de que es necesario generar condiciones para aplicar lo acordado en la mesa de negociaciones de La Habana, evitando dar al traste con ocho años de críticas y logros tras la paz que nos dejaría en el mismo punto de partida o peor aún, en un enfrentamiento más cruento como ha sucedido en los anteriores intentos fallidos.

Igualmente cree en diferencias insalvables porque su interés es la paz y el de Vargas hacerse presidente, independiente a escrúpulos, ahí explotó la desconfianza. Vargas hizo caso omiso a la recomendación de apoyar a Rafael Pardo a la Alcaldía de Bogotá y prefirió ganar con Enrique Peñaloza, reencontrándose ahora con el Centro Democrático, que ya le había dado una manito en la Comisión Primera del Senado, donde el mismo senador Uribe lo salvó de quedar inhabilitado en su aspiración presidencial.

Entonces mientras Vargas se coquetea con Uribe, Santos vuelve a ser liberal y perfila a Humberto De la Calle como candidato, previéndose una reorientación de la política nacional y por ende de las inversiones, aún en contra de las pataletas vicepresidenciales. De hecho, apenas pasaron las elecciones Rafael Pardo fue anunciado como el ministro para el post-conflicto, dejando claro la preferencia presidencial.

Desde afuera alquilemos balcón para ver si se mantiene o no el poder vargasllerista sin ‘mermelada’, para ver quién se queda con el volátil Partido de la U, para ver si el gobernador electo antepondrá la malacrianza y grosería de su compadre frente a la ilusión de la chequera oficial con la que conquistó un importante número de votantes, para ver si los burgueses izquierdistas locales son consecuentes con su seudo ideología o se alinderan con los nuevos amigos en contra de la disciplina de perros que profesaban, para ver el destino de la bancada cesarense en el Congreso, etc., etc., etc. Amanecerá y veremos dijo el ciego. Un abrazo.

Columnista
26 noviembre, 2015

El verdadero dueño de la chequera

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Antonio María Araujo

No pensó el gobernador electo del Cesar, Franco Ovalle Angarita, que cuando ‘sacó pecho’ de su compadrazgo con el vicepresidente de la República, Germán Vargas Lleras, diciendo que “somos amigos del que hoy maneja la chequera”, estaba acuñando una expresión que atravesó las parroquiales fronteras de la clientelista demagogia electoral, para sustentar las, ojalá no […]


No pensó el gobernador electo del Cesar, Franco Ovalle Angarita, que cuando ‘sacó pecho’ de su compadrazgo con el vicepresidente de la República, Germán Vargas Lleras, diciendo que “somos amigos del que hoy maneja la chequera”, estaba acuñando una expresión que atravesó las parroquiales fronteras de la clientelista demagogia electoral, para sustentar las, ojalá no tardías, aclaraciones presidenciales que confirman la distancia con Vargas.

Sucedió en la cumbre de gobernadores en Villavicencio, donde el presidente de la República aclaró que “en el sistema presidencial es el presidente quien tiene la chequera”, de paso desvirtuando anticipadamente potenciales sofismas ministeriales o de la vicepresidencia diciendo, “allá les pueden decir, tendrá mi visto bueno o yo apoyo eso, pero las decisiones de priorizar los recursos, de qué proyectos van o de qué proyectos no van, las toma el Presidente de la República”.

Parece que el presidente no quiere vivir la experiencia de su ex jefe, Álvaro Uribe Vélez, quien pensó dejar en buen recaudo sus tres huevitos y que la ingratitud santafereña degradó a un aristócrata omelet servido el día de la primera posesión santista.

La preocupación presidencial es el post-conflicto. Santos está convencido de que es necesario generar condiciones para aplicar lo acordado en la mesa de negociaciones de La Habana, evitando dar al traste con ocho años de críticas y logros tras la paz que nos dejaría en el mismo punto de partida o peor aún, en un enfrentamiento más cruento como ha sucedido en los anteriores intentos fallidos.

Igualmente cree en diferencias insalvables porque su interés es la paz y el de Vargas hacerse presidente, independiente a escrúpulos, ahí explotó la desconfianza. Vargas hizo caso omiso a la recomendación de apoyar a Rafael Pardo a la Alcaldía de Bogotá y prefirió ganar con Enrique Peñaloza, reencontrándose ahora con el Centro Democrático, que ya le había dado una manito en la Comisión Primera del Senado, donde el mismo senador Uribe lo salvó de quedar inhabilitado en su aspiración presidencial.

Entonces mientras Vargas se coquetea con Uribe, Santos vuelve a ser liberal y perfila a Humberto De la Calle como candidato, previéndose una reorientación de la política nacional y por ende de las inversiones, aún en contra de las pataletas vicepresidenciales. De hecho, apenas pasaron las elecciones Rafael Pardo fue anunciado como el ministro para el post-conflicto, dejando claro la preferencia presidencial.

Desde afuera alquilemos balcón para ver si se mantiene o no el poder vargasllerista sin ‘mermelada’, para ver quién se queda con el volátil Partido de la U, para ver si el gobernador electo antepondrá la malacrianza y grosería de su compadre frente a la ilusión de la chequera oficial con la que conquistó un importante número de votantes, para ver si los burgueses izquierdistas locales son consecuentes con su seudo ideología o se alinderan con los nuevos amigos en contra de la disciplina de perros que profesaban, para ver el destino de la bancada cesarense en el Congreso, etc., etc., etc. Amanecerá y veremos dijo el ciego. Un abrazo.