Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 15 octubre, 2017

El traje de fiesta

El relato del Evangelio que se lee en la Misa de hoy nos presenta una parábola de Jesús. No es inusual que el Maestro se dirija de esta manera a quienes le oyen. Se trata de la narración de una situación hipotética, que tiene como fin hacer que el auditorio comprenda una situación de su […]

El relato del Evangelio que se lee en la Misa de hoy nos presenta una parábola de Jesús. No es inusual que el Maestro se dirija de esta manera a quienes le oyen. Se trata de la narración de una situación hipotética, que tiene como fin hacer que el auditorio comprenda una situación de su vida real. Jesús es un maestro y, como tal, utiliza todo tipo de elementos para lograr su cometido: enseñar.

Esta parábola, sin embargo, resulta un poco enigmática y controversial: Un rey preparaba la fiesta de bodas de su hijo y, cuando todo estuvo listo, mandó llamar a los invitados. Sin embargo, los invitados no sólo se negaron a asistir, sino que maltrataron y mataron a los emisarios. El rey montó en cólera y mandó que se hiciera justicia. Acto seguido, ordenó a sus sirvientes que se plantaran en los cruces de los caminos y que trajeran a la fiesta a todo aquél que fuese pasando… Cuando estaban en la fiesta, el rey notó que uno de los presentes no tenía traje de fiesta, le hizo saber lo inaceptable de la situación y lo mandó atar de pies y manos y arrojar a las tinieblas de afuera.

Imaginemos lo atónitos que debieron estar los oyentes. Esta parábola tenía como objetivo explicar lo que significa el Reino de los Cielos, pero la primera impresión es de crueldad e injusticia… No creo que muchas personas se hayan emocionado por ir a un reino así.

Acerquémonos, sin embargo, a la explicación de la parábola para identificar algunos elementos claves que nos permitan entenderla:

Es necesario afirmar que el Rey del que se habla es Dios y que, la fiesta de bodas que prepara no es otra cosa que la alegría eterna de la fiesta celestial. Las personas enviadas a llamar a los invitados son los profetas, y los convidados a los que se alude en principio son el pueblo judío. Hasta aquí la parábola es una clara alusión a lo que ha pasado en la historia de Israel: ellos han sido elegidos por Dios de entre todas las naciones de la tierra, para ser su propiedad personal, para participar de su alegría y gozar de sus beneficios, a ellos se han entregado los mandamientos y el culto, a ellos fueron enviados los profetas, pero la respuesta dada fue el rechazo. Muchos profetas fueron asesinados, la ley malinterpretada, el culto convertido en un negocio y el corazón del pueblo inclinado a la idolatría…

Dios entonces invita a todos los que quieran venir (todos aquellos que vayan andando por los caminos), la llamada se hace universal. Las buenas obras representan el vestido de fiesta que todos debemos llevar puesto en todo momento, requisito indispensable para poder entrar en el Reino de los Cielos… la oscuridad de afuera representa la vida sin Dios.

Columnista
15 octubre, 2017

El traje de fiesta

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Marlon Javier Domínguez

El relato del Evangelio que se lee en la Misa de hoy nos presenta una parábola de Jesús. No es inusual que el Maestro se dirija de esta manera a quienes le oyen. Se trata de la narración de una situación hipotética, que tiene como fin hacer que el auditorio comprenda una situación de su […]


El relato del Evangelio que se lee en la Misa de hoy nos presenta una parábola de Jesús. No es inusual que el Maestro se dirija de esta manera a quienes le oyen. Se trata de la narración de una situación hipotética, que tiene como fin hacer que el auditorio comprenda una situación de su vida real. Jesús es un maestro y, como tal, utiliza todo tipo de elementos para lograr su cometido: enseñar.

Esta parábola, sin embargo, resulta un poco enigmática y controversial: Un rey preparaba la fiesta de bodas de su hijo y, cuando todo estuvo listo, mandó llamar a los invitados. Sin embargo, los invitados no sólo se negaron a asistir, sino que maltrataron y mataron a los emisarios. El rey montó en cólera y mandó que se hiciera justicia. Acto seguido, ordenó a sus sirvientes que se plantaran en los cruces de los caminos y que trajeran a la fiesta a todo aquél que fuese pasando… Cuando estaban en la fiesta, el rey notó que uno de los presentes no tenía traje de fiesta, le hizo saber lo inaceptable de la situación y lo mandó atar de pies y manos y arrojar a las tinieblas de afuera.

Imaginemos lo atónitos que debieron estar los oyentes. Esta parábola tenía como objetivo explicar lo que significa el Reino de los Cielos, pero la primera impresión es de crueldad e injusticia… No creo que muchas personas se hayan emocionado por ir a un reino así.

Acerquémonos, sin embargo, a la explicación de la parábola para identificar algunos elementos claves que nos permitan entenderla:

Es necesario afirmar que el Rey del que se habla es Dios y que, la fiesta de bodas que prepara no es otra cosa que la alegría eterna de la fiesta celestial. Las personas enviadas a llamar a los invitados son los profetas, y los convidados a los que se alude en principio son el pueblo judío. Hasta aquí la parábola es una clara alusión a lo que ha pasado en la historia de Israel: ellos han sido elegidos por Dios de entre todas las naciones de la tierra, para ser su propiedad personal, para participar de su alegría y gozar de sus beneficios, a ellos se han entregado los mandamientos y el culto, a ellos fueron enviados los profetas, pero la respuesta dada fue el rechazo. Muchos profetas fueron asesinados, la ley malinterpretada, el culto convertido en un negocio y el corazón del pueblo inclinado a la idolatría…

Dios entonces invita a todos los que quieran venir (todos aquellos que vayan andando por los caminos), la llamada se hace universal. Las buenas obras representan el vestido de fiesta que todos debemos llevar puesto en todo momento, requisito indispensable para poder entrar en el Reino de los Cielos… la oscuridad de afuera representa la vida sin Dios.