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Columnista - 11 febrero, 2016

El seminarista vallenato

Muchos nos preguntamos ¿qué es un seminarista?, ¿qué estudia?, ¿qué tan fácil o difícil es aprender a oficiar una misa?, nos hacemos cientos de interrogantes. Un seminarista es de carne y hueso. Mi familia es afortunada porque uno de mis sobrinos, Adrián David Cotes Sierra, de 21 años de edad, es seminarista en el Diocesano […]

Muchos nos preguntamos ¿qué es un seminarista?, ¿qué estudia?, ¿qué tan fácil o difícil es aprender a oficiar una misa?, nos hacemos cientos de interrogantes.

Un seminarista es de carne y hueso. Mi familia es afortunada porque uno de mis sobrinos, Adrián David Cotes Sierra, de 21 años de edad, es seminarista en el Diocesano Juan Pablo Segundo de Valledupar. En tres años más será Sacerdote. Es hijo de mi hermano fallecido Jorge Enrique Cotes Zuleta y Miriam Sierra. Uno de sus hermanos, Jorge, también estuvo en el Seminario, pero pidió dos años de licencia para trabajar con los Salesianos en Medellín. Sus otros cinco hermanos restantes estudian en Valledupar, barrio La Nevada.

Él manifiesta que un seminarista es aquel muchacho que decide ingresar a un Seminario para iniciar sus estudios de filosofía y teología y ser ordenado como sacerdote.

Aquel que decide entregar su juventud y consagrar su vida totalmente al servicio de Dios en el altar, en el sacrificio Santo que es la Eucaristía. Adrián sabe muy bien que para ser seminarista se debe tener vocación y sentir el llamado de Dios.

Pero para ser seminarista hay que cumplir un proceso. Los sacerdotes de la Diócesis hacen un seguimiento al muchacho. Durante ese “tiempo vocacional” se hacen convivencias mensuales en pueblos.

Adrián sostiene que “mi proceso comenzó con mis padres Jorge Enrique y Miriam, quienes desde pequeño nos inculcaron las cosas de Dios a todos en casa. Íbamos a la santa misa todos los días en la Iglesia de La Nevada.

Cuando tenía ocho años me entró ese deseo de Dios y yo no recuerdo muy bien pero me dice mi mamá que cuando estaba muy niño jugaba con mis hermanitos a hacer la Misa y me ponía trapos y la toalla encima, decía que yo era el Padre que iba a celebrar la Misa”.

Los seminaristas dejaron un pendón que tenía la imagen de Jesús en la orilla llamando a tres hombres que estaban en una barca en un lago, la imagen lo impactó pero más lo impactó la frase que decía: ‘Venid y os haré pescadores de hombres’, y como gracia de Dios, por esos mismos días hubo una invitación a convivencia en Pueblo Bello y habló con los muchachos seminaristas, pero ellos le repararon mucho porque era muy flaquito y muy niño, pero al final aceptaron.

Fue a la convivencia y allí encontró que muchos jóvenes compartían la palabra y las experiencias de otros muchachos seminaristas. Eso ayudó a entrar al proceso vocacional. Se inscribió e ingresó a la vocacional.

Cuenta Adrián que amigos lo censuraron por ingresar al proceso Vocacional; inclusive, temían por el sector residencial donde vive. En su proceso vocacional, su padre fallece el 23 de abril del 2008. El 26 de enero del 2009 ingresó al Seminario. El obispo le hace la entrevista y da la señal. Empezó a ser seminarista el 14 de diciembre del 2009, cuando le dan el ingreso oficialmente en una Santa misa.

Ahora en el Seminario Juan Pablo Segundo con un grupo de compañeros, Adrián va seguro hacía su Ordenación Sacerdotal. Destaca que la vida de un Seminarista es basada en Dios. Cada día –de lunes a viernes- debe levantarse a las 5:20 a.m., cuando suena el timbre al que llaman ‘la voz de Dios’.

Hacen seis semestres de filosofía y ocho de teología. (Antropología, sociología, sicología, estudia algunas lenguas muertas como el Latín, el hebreo, el griego y ven inglés) y les intensifican las clases de español y hacen estudios de la sagrada escritura.

Cada jueves por las tardes comparten. Van con la Sagrada Escritura a un salón y empiezan escrutando o desmenuzando la palabra de Dios, la palabra dominical, el evangelio y las lecturas correspondientes al evangelio del domingo.

En el resto de la semana en las mañanas abren un evangelio al azar para todos y cada quien va leyendo las sagradas escrituras. Lleva en el proceso siete años.

Adrián quiere ser Sacerdote porque quiere gastar su vida en el anuncio del evangelio. Hasta la próxima semana.

Columnista
11 febrero, 2016

El seminarista vallenato

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Aquilino Cotes Zuleta

Muchos nos preguntamos ¿qué es un seminarista?, ¿qué estudia?, ¿qué tan fácil o difícil es aprender a oficiar una misa?, nos hacemos cientos de interrogantes. Un seminarista es de carne y hueso. Mi familia es afortunada porque uno de mis sobrinos, Adrián David Cotes Sierra, de 21 años de edad, es seminarista en el Diocesano […]


Muchos nos preguntamos ¿qué es un seminarista?, ¿qué estudia?, ¿qué tan fácil o difícil es aprender a oficiar una misa?, nos hacemos cientos de interrogantes.

Un seminarista es de carne y hueso. Mi familia es afortunada porque uno de mis sobrinos, Adrián David Cotes Sierra, de 21 años de edad, es seminarista en el Diocesano Juan Pablo Segundo de Valledupar. En tres años más será Sacerdote. Es hijo de mi hermano fallecido Jorge Enrique Cotes Zuleta y Miriam Sierra. Uno de sus hermanos, Jorge, también estuvo en el Seminario, pero pidió dos años de licencia para trabajar con los Salesianos en Medellín. Sus otros cinco hermanos restantes estudian en Valledupar, barrio La Nevada.

Él manifiesta que un seminarista es aquel muchacho que decide ingresar a un Seminario para iniciar sus estudios de filosofía y teología y ser ordenado como sacerdote.

Aquel que decide entregar su juventud y consagrar su vida totalmente al servicio de Dios en el altar, en el sacrificio Santo que es la Eucaristía. Adrián sabe muy bien que para ser seminarista se debe tener vocación y sentir el llamado de Dios.

Pero para ser seminarista hay que cumplir un proceso. Los sacerdotes de la Diócesis hacen un seguimiento al muchacho. Durante ese “tiempo vocacional” se hacen convivencias mensuales en pueblos.

Adrián sostiene que “mi proceso comenzó con mis padres Jorge Enrique y Miriam, quienes desde pequeño nos inculcaron las cosas de Dios a todos en casa. Íbamos a la santa misa todos los días en la Iglesia de La Nevada.

Cuando tenía ocho años me entró ese deseo de Dios y yo no recuerdo muy bien pero me dice mi mamá que cuando estaba muy niño jugaba con mis hermanitos a hacer la Misa y me ponía trapos y la toalla encima, decía que yo era el Padre que iba a celebrar la Misa”.

Los seminaristas dejaron un pendón que tenía la imagen de Jesús en la orilla llamando a tres hombres que estaban en una barca en un lago, la imagen lo impactó pero más lo impactó la frase que decía: ‘Venid y os haré pescadores de hombres’, y como gracia de Dios, por esos mismos días hubo una invitación a convivencia en Pueblo Bello y habló con los muchachos seminaristas, pero ellos le repararon mucho porque era muy flaquito y muy niño, pero al final aceptaron.

Fue a la convivencia y allí encontró que muchos jóvenes compartían la palabra y las experiencias de otros muchachos seminaristas. Eso ayudó a entrar al proceso vocacional. Se inscribió e ingresó a la vocacional.

Cuenta Adrián que amigos lo censuraron por ingresar al proceso Vocacional; inclusive, temían por el sector residencial donde vive. En su proceso vocacional, su padre fallece el 23 de abril del 2008. El 26 de enero del 2009 ingresó al Seminario. El obispo le hace la entrevista y da la señal. Empezó a ser seminarista el 14 de diciembre del 2009, cuando le dan el ingreso oficialmente en una Santa misa.

Ahora en el Seminario Juan Pablo Segundo con un grupo de compañeros, Adrián va seguro hacía su Ordenación Sacerdotal. Destaca que la vida de un Seminarista es basada en Dios. Cada día –de lunes a viernes- debe levantarse a las 5:20 a.m., cuando suena el timbre al que llaman ‘la voz de Dios’.

Hacen seis semestres de filosofía y ocho de teología. (Antropología, sociología, sicología, estudia algunas lenguas muertas como el Latín, el hebreo, el griego y ven inglés) y les intensifican las clases de español y hacen estudios de la sagrada escritura.

Cada jueves por las tardes comparten. Van con la Sagrada Escritura a un salón y empiezan escrutando o desmenuzando la palabra de Dios, la palabra dominical, el evangelio y las lecturas correspondientes al evangelio del domingo.

En el resto de la semana en las mañanas abren un evangelio al azar para todos y cada quien va leyendo las sagradas escrituras. Lleva en el proceso siete años.

Adrián quiere ser Sacerdote porque quiere gastar su vida en el anuncio del evangelio. Hasta la próxima semana.