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Columnista - 28 noviembre, 2015

El reloj que marca las horas y el tiempo

Solo faltan escasos cuatro meses para la firma del acuerdo final de paz entre el Gobierno y las Farc. La fecha propuesta del 23 de marzo del 2016 está muy cerca y falta mucha tela por cortar, tanto en la forma como en el fondo. Se está trabajando a toda velocidad, en todos los frentes, […]

Solo faltan escasos cuatro meses para la firma del acuerdo final de paz entre el Gobierno y las Farc. La fecha propuesta del 23 de marzo del 2016 está muy cerca y falta mucha tela por cortar, tanto en la forma como en el fondo. Se está trabajando a toda velocidad, en todos los frentes, con imaginación, algo de escepticismo e impaciencia, porque el reloj, como en la composición del mexicano Roberto Cantoral, sigue marcando las horas y los días, sin perdonar el tiempo.

Las recientes iniciativas del Gobierno Santos sobre la consulta popular para la aprobación de los acuerdos de La Habana, los contactos directos con Timochenko, los aspectos de seguridad personal para los militantes de las Farc y la posibilidad de confrontar con los paramilitares, la decisión de indultos para 30 guerrilleros condenados por rebelión y la aceleración de los ritmos en los ciclos de conversaciones, son acciones directas encaminadas a desescalar el conflicto y a generar confianza entre las partes que han entendido claramente que el problema de fijar los plazos es que hay que cumplirlos. Todo es posible, pero si estamos esperando las condiciones ideales, nunca se darán.

Es una verdad muy grande que el proceso de paz se ha tomado más tiempo de lo esperado. Nos encontramos en la recta final con el gran reto de lograr consensos en los complejos asuntos de silenciar las armas, pero todos coincidimos que ya es hora de terminar el proceso con las Farc y tenemos fe que llegaremos a definir los temas faltantes como debe ser y no de cualquier manera. Debemos esperar y entender que en este momento del proceso los contactos directos entre las partes deben ser más efectivos que utilizar los medios como tácticas de negociación, sin desconocer su importancia y mesura.

Negociadores del proceso: El tiempo para la paz es ahora. No más dilaciones. No más reclamos y pórtense como adultos con pantalones largos. Después de las recientes acciones terroristas del EI, el Gobierno y especialmente las Farc, no deben correr el riesgo que un día de estos se encuentren con la prohibición expresa y tajante de la comunidad internacional de cualquier negociación con terroristas. No dejen que se pase este cuarto de hora y se queme el pan en la boca del horno. No pueden ser inferiores a su responsabilidad histórica de cumplirle a Colombia.

Debemos recibir con grandeza el mensaje de Churchill: “La guerra es una invención de la mente humana, y la mente humana también puede inventar la paz”.

Columnista
28 noviembre, 2015

El reloj que marca las horas y el tiempo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Gustavo Cotez Medina

Solo faltan escasos cuatro meses para la firma del acuerdo final de paz entre el Gobierno y las Farc. La fecha propuesta del 23 de marzo del 2016 está muy cerca y falta mucha tela por cortar, tanto en la forma como en el fondo. Se está trabajando a toda velocidad, en todos los frentes, […]


Solo faltan escasos cuatro meses para la firma del acuerdo final de paz entre el Gobierno y las Farc. La fecha propuesta del 23 de marzo del 2016 está muy cerca y falta mucha tela por cortar, tanto en la forma como en el fondo. Se está trabajando a toda velocidad, en todos los frentes, con imaginación, algo de escepticismo e impaciencia, porque el reloj, como en la composición del mexicano Roberto Cantoral, sigue marcando las horas y los días, sin perdonar el tiempo.

Las recientes iniciativas del Gobierno Santos sobre la consulta popular para la aprobación de los acuerdos de La Habana, los contactos directos con Timochenko, los aspectos de seguridad personal para los militantes de las Farc y la posibilidad de confrontar con los paramilitares, la decisión de indultos para 30 guerrilleros condenados por rebelión y la aceleración de los ritmos en los ciclos de conversaciones, son acciones directas encaminadas a desescalar el conflicto y a generar confianza entre las partes que han entendido claramente que el problema de fijar los plazos es que hay que cumplirlos. Todo es posible, pero si estamos esperando las condiciones ideales, nunca se darán.

Es una verdad muy grande que el proceso de paz se ha tomado más tiempo de lo esperado. Nos encontramos en la recta final con el gran reto de lograr consensos en los complejos asuntos de silenciar las armas, pero todos coincidimos que ya es hora de terminar el proceso con las Farc y tenemos fe que llegaremos a definir los temas faltantes como debe ser y no de cualquier manera. Debemos esperar y entender que en este momento del proceso los contactos directos entre las partes deben ser más efectivos que utilizar los medios como tácticas de negociación, sin desconocer su importancia y mesura.

Negociadores del proceso: El tiempo para la paz es ahora. No más dilaciones. No más reclamos y pórtense como adultos con pantalones largos. Después de las recientes acciones terroristas del EI, el Gobierno y especialmente las Farc, no deben correr el riesgo que un día de estos se encuentren con la prohibición expresa y tajante de la comunidad internacional de cualquier negociación con terroristas. No dejen que se pase este cuarto de hora y se queme el pan en la boca del horno. No pueden ser inferiores a su responsabilidad histórica de cumplirle a Colombia.

Debemos recibir con grandeza el mensaje de Churchill: “La guerra es una invención de la mente humana, y la mente humana también puede inventar la paz”.