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Columnista - 26 marzo, 2018

El poder del Ecce Homo

Una pequeña obra de no más de 50 centímetros de alto por 40 de ancho, pintada aproximadamente hace un siglo en el mural de una iglesia ubicada en un municipio español, cuya población sobrepasa por poco los cinco mil habitantes, es considerada un icono de nuestros tiempos; lo cual sería fácil de entender en términos […]

Una pequeña obra de no más de 50 centímetros de alto por 40 de ancho, pintada aproximadamente hace un siglo en el mural de una iglesia ubicada en un municipio español, cuya población sobrepasa por poco los cinco mil habitantes, es considerada un icono de nuestros tiempos; lo cual sería fácil de entender en términos de reconocimiento y popularidad si tuviese la autoría en Pablo Picasso o en Salvador Dalí, al ser estos los dos referentes españoles más importantes del arte contemporáneo; pero que por el contrario, sin responder al cubismo o al surrealismo en términos de estilo ni a la autoría de alguien famoso, que dicha obra tenga tal trascendencia, solo es posible de entender si estuviéramos frente a un “milagro” y es por ello, que precisamente es como mejor se podría describir la importancia que tiene el mural del Ecce Homo ubicado en la pequeña población de Borja, España.

La municipalidad de Borja, como nuestra ciudad Valledupar, tiene en el Ecce Homo uno de los soportes fundamentales de la construcción de su sociedad, por lo cual es reconocida, generando veneración por parte de la humanidad.

El Ecce Homo de allá y el de acá, en términos de arte y autoría, corresponden a autores discretos o desconocidos y como producto de una intervención divina, logran trascender y fortalecer con el paso del tiempo su presencia.

Nuestra imagen escultórica y de dolor, es el pilar de la fe vallenata, por lo que podría decirse con certeza que además de ser nuestro patrono, ése es nuestro hombre, ése es nuestro protector y ése es nuestro soporte.

Es por lo anterior, que resulta casi inconcebible, que al pretender realizar nuevas obras con la que se identifique no solo a nuestra ciudad, sino a nosotros mismos como vallenatos, como es el caso del mirador turístico con la escultura e imagen de nuestro patrono, luego de varios años de haberla iniciado, aún hoy ésta se encuentre inconclusa.

“Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: He aquí el hombre”. Valdría la pena entender o haber entendido en todos estos años; que lavarse las manos o eludir la responsabilidad de terminar el mirador, indica que además de no tener presente el poder del Ecce Homo, en términos de obras públicas es dejarla inconclusa, con la amenaza de dejar pasar un gran atractivo turístico para la ciudad y que con el paso del tiempo ésta se vuelva una estructura inservible.

Columnista
26 marzo, 2018

El poder del Ecce Homo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Josefina Castro Gonzalez

Una pequeña obra de no más de 50 centímetros de alto por 40 de ancho, pintada aproximadamente hace un siglo en el mural de una iglesia ubicada en un municipio español, cuya población sobrepasa por poco los cinco mil habitantes, es considerada un icono de nuestros tiempos; lo cual sería fácil de entender en términos […]


Una pequeña obra de no más de 50 centímetros de alto por 40 de ancho, pintada aproximadamente hace un siglo en el mural de una iglesia ubicada en un municipio español, cuya población sobrepasa por poco los cinco mil habitantes, es considerada un icono de nuestros tiempos; lo cual sería fácil de entender en términos de reconocimiento y popularidad si tuviese la autoría en Pablo Picasso o en Salvador Dalí, al ser estos los dos referentes españoles más importantes del arte contemporáneo; pero que por el contrario, sin responder al cubismo o al surrealismo en términos de estilo ni a la autoría de alguien famoso, que dicha obra tenga tal trascendencia, solo es posible de entender si estuviéramos frente a un “milagro” y es por ello, que precisamente es como mejor se podría describir la importancia que tiene el mural del Ecce Homo ubicado en la pequeña población de Borja, España.

La municipalidad de Borja, como nuestra ciudad Valledupar, tiene en el Ecce Homo uno de los soportes fundamentales de la construcción de su sociedad, por lo cual es reconocida, generando veneración por parte de la humanidad.

El Ecce Homo de allá y el de acá, en términos de arte y autoría, corresponden a autores discretos o desconocidos y como producto de una intervención divina, logran trascender y fortalecer con el paso del tiempo su presencia.

Nuestra imagen escultórica y de dolor, es el pilar de la fe vallenata, por lo que podría decirse con certeza que además de ser nuestro patrono, ése es nuestro hombre, ése es nuestro protector y ése es nuestro soporte.

Es por lo anterior, que resulta casi inconcebible, que al pretender realizar nuevas obras con la que se identifique no solo a nuestra ciudad, sino a nosotros mismos como vallenatos, como es el caso del mirador turístico con la escultura e imagen de nuestro patrono, luego de varios años de haberla iniciado, aún hoy ésta se encuentre inconclusa.

“Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: He aquí el hombre”. Valdría la pena entender o haber entendido en todos estos años; que lavarse las manos o eludir la responsabilidad de terminar el mirador, indica que además de no tener presente el poder del Ecce Homo, en términos de obras públicas es dejarla inconclusa, con la amenaza de dejar pasar un gran atractivo turístico para la ciudad y que con el paso del tiempo ésta se vuelva una estructura inservible.